Callejon.

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O L I V E R

Doblamos por el callejón que está en la cuadra de la casa de los James. El lugar está oscuro, tétrico y un poco húmedo. La nieve ya está casi desapareciendo y por suerte nuestros cartones ya están secando.

Jonathan se adentra a la oscuridad y Candice en mi hombro se remueve un poco, Quinn nos sigue por atrás en silencio y sinceramente no se como expresar lo incómodo que me siento.

Sobretodo por que tengan que ver en las condiciones que Candice vive, si tuviera el dinero yo la sacaría de la pobreza en la que su madre se adentra cada vez más, nunca le importó la pequeña y probablemente si yo no las encontraba Candice tal vez, hubiera estado perdida en Londres, su mamá la dejaba por horas y noches en el callejón, sola, sin comida, sin ningún tipo de protección.

— No puedo creerlo... — Jonathan se peina para atrás — Esto... esto debería ser ilegal, yo nunca pensé que tan cerca de mi, iban a pasar estas cosas...

— Señor James... — digo en un susurro apenado.

— No, déjenme ayudarlos.

— La madre de ella llegará en cualquier momento, es lo único que tienen.

— Esa mujer no está en condiciones de cuidar y menos criar a La Niña.

No digo nada, porque no voy a discutir verdades. Quinn a mi lado mira expectante la situación, sin decir nada y tocando en su muñeca la tira de cuero que siempre lleva.

— Vamos a casa, queda poco para recibir el año, luego nos encargaremos de su madre — Jonathan pasa a mi lado y con la mano nos encamina para volver a la casa.

Podría haberme resistido y quedado, pero Candice..., es lo que ella se merece, un Año Nuevo normal, feliz, con calor y buena comida.

Volvemos a entrar a la casa y Courtney se nos acerca con una sonrisa.

— Bienvenidos.

#

Q U I N N

La mañana llega rápido y me levanto de la cama con la luz entrando por la ventana. Me froto los ojos y salgo de la cama para vestirme rápidamente.

Miro el reloj de la mesita de luz y son las 7 de la mañana, Lou ya debe estar preparando el desayuno y seguramente Jonathan está leyendo el periódico en el living.

Me visto con un pantalón y un pull-over porque el día está frío. Me calzo unas botas-pantuflas y salgo de la habitación luego de pasarme por el baño y lavarme la cara y peinarme.

Me asomo a la baranda de la escalera y la risa de Candice me hace sonreír. Bajo los escalones y doblo por dónde las voces provienen.

— ¡Buen día Quinn! — Jonathan me saluda con una sonrisa.

— Buen día — me siento en uno de los lugares libres, están todos menos Courtney.

— ¿Que vas a desayunar? — Candice me pregunta y mis ojos se posan sobre Oliver que me mira fijamente.

— ¿Que desayunaste tú?

— ¡Waffles! — tiene el labio superior con chocolate así que seguramente los comió con eso.

— Entonces yo también quiero Waffles — le acarició el pelo y me sirvo uno de los qué hay en plato.

Le pongo chocolate y miel.

— ¿Que harán hoy? — Jonathan Le pregunta a Oliver quien pasea la mirada por todos en la mesa.

— Supongo que volveremos a verla a su mamá — responde tímidamente.

Trago grueso y de reojo miro a Candice que se está llevando la taza con leche caliente a los labios. Me ve observando y se vuelve hacia mi.

— ¿Estás segura que son de verdad?

— Candice — murmura Oliver avergonzado.

— ¿Que cosa? — pregunto con una sonrisa.

— Tus ojos — declara y me rio, a veces me olvido que la gente no está acostumbrada a ver personas con ojos de diferentes colores.

— Son reales — le confirmó.

— Este — acerca su mano a mi mejilla derecha — es como el de Oliver, celeste — Y este es como el mío y el de él — señala a Jonathan que despega la mirada del periódico — Son bonitos, como los de los cuentos — se vuelve hacia Oliver a quien le sube la sangre a las mejillas.

— Gracias — me vuelvo para comer mis waffles.

#

Acompaño a Oliver y Candice al callejón y con una sensación extraña me despido de ellos. Oliver me pide que no me adentre y lo entiendo. Últimamente está más callado de lo normal, aún recuerdo nuestras peleas en el orfanato.

— Adiós — digo volviendo para atrás.

Candice me abrasa y luego se va corriendo con Oliver que me sonríe con la boca cerrada y toma la mano de la niña . Los veo desaparecer y entro a la casa.

Afuera está helado a comparación de la casa, lamento demasiado que Candice y Oliver deban estar afuera con el frío que hace, no puedo pensar cómo fueron los días que nevó.

Courtney ahora desayuna junto a Jonatan que la acompaña. Los saludo y subo a mi habitación frotándome las manos.

Cuando entro me siento en la mesa junto a la biblioteca y abro los cajones que esta tiene. Saco mi libreta y papel.

Mis dedos tocan el papel amarillento, abro el primer cajón donde hay lápices y lapiceras, tomo una pluma y cierro los ojos unos segundos...

El recuerdo del poema de Oliver vuelve a mi mente y mis ojos viajan hacia el retrato mío. Dejo salir un suspiro y escribo...

Se que puedo... mirarte y no sentir el corazón acelerado.

Puedo esbozar una sonrisa y que tu no la veas a pesar de que es es para ti.

Pero no puedo olvidar...te.

Puedo permanecer a tu lado como si no estuviera y encontrarte una y mil veces.

Puedo mirarte a los ojos y perdernos unos segundos en tu cielo.

Pero no puedo pasarlo por alto, porque no puedo olvidar...te.

Y... mira, no sabes nada de esto, tal vez nunca lo notaste, tal vez nunca me, notaste, y es mi secreto, mi aflictivo secreto, que guardo todos los días con cada vez que mi mente viaja hacia ti. Y no te lo puedo decir porque... tampoco puedo dejar de quererte y sin embargo, aunque, tú me hiciste mal, aun así, no te puedo olvidar.

Releo el papel una y otra vez. Garabateo en las puntas de la hoja y la doblo rápidamente al sentir un nudo en la garganta.

<<¿Jack?>>

<<No>>

<<¿Quien?>>

— Oliver... — murmuro — No.

<<Perderme en tu cielo>> releo la frase <<Jack tiene los ojos verdes... eso no es un cielo..., pero ¿Oliver?>>

— Les dije que se apartaran — dice Oliver a la vez que se agacha para quedar a mi altura y me mira con esos ojos que definitivamente son del color del cielo — ¿Que te pasó en los ojos colorada?

El recuerdo vuelve a mi mente y me encuentro sonriendo con la imagen de un pequeño rubio de ojos celestes con pecas y con una mini yo con el pelo rojo como el fuego y las pecas también, esparcidas por mi rostro, pero a pesar de eso yo le dije "pecoso"

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora