- El secuestro -

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Q U I N N
5 días después.
EN ALGÚN LUGAR DEL REINO UNIDO.

Un golpe me despierta. Trato de abrir los ojos, pero los párpados me pesan como si llevara una semana sin dormir...

No recuerdo nada de los últimos días, ni siquiera recuerdo cuando llegué o cuando me fui del orfanato.

Lo único que se es que estoy en una habitación lo demasiado húmeda para que el olor qué hay te de arcadas, otra cosa de la que también soy consiente es que dos veces al día llega un hombre con un sándwich que me lo hace comer a la fuerza, para después vomitarlo.

Me revuelvo en la silla con el fin de estirarme, para tratar de adivinar en qué parte del día estamos.

La habitación es muy oscura y hay una rejilla a mis espaldas que a veces deja pasar la luz...

Para mi mala suerte, hoy no hay señales  de rayos de luz en la habitación.

Hoy va a ser un día largo...

Come — un hombre lo suficientemente alto como para intimidarme entra al lugar oscuro dejando pasar un poco de luz reconfortante al abrir la puerta.

Este me tiende un sándwich, que no puedo agarrar, porque mis manos están atadas a la silla, al igual que mi cintura y pies. Estoy totalmente inmóvil.

— No me hagas perder el tiempo. Abre la boca— me ordena y lo hago.

La última vez que me negué a una de sus ordenes una bofetada en la cara fue el castigo.

— ¿Que día es hoy?

El hombre no contesta, solamente me atraganta con el último bocado de Sándwich húmedo y sale por la habitación llevándose con él toda la luz que había traspasado el umbral.

Las palabras de los hombres en el orfanato retumban en mi cabeza produciéndome un mareo insoportable, esto indica, que cómo todos los días, voy a vomitar. Trato de contenerlo, pero no puedo, una ola de calor se produce y el sandwich de pavo que acababa de comer se va al suelo.

Se que después de esto seguramente me desataran y el tal Fredy vendrá enojado a darme mi merecido por ensuciar el suelo.

Eres una desconsiderada — resopló con fastidio — La que viene te quedarás con toda esta mierda aquí encerrada para que te ahogues con tu propio olor, joder — esas habían sido sus palabras la primera vez que vomité...

Y tal como lo dijo, al día siguiente, luego de darme el sándwich asqueroso vomité sin poder evitarlo.

Me había obligado a no hacerlo, pero no tenía control de mi cuerpo y todo lo que tenía en el estómago fue expulsado..., me quedé dos días con todo el vomito en el piso que se iba acumulando luego de cada vez que me traían y obligaban a comer.

Llevo lo que parecen horas tratando de conciliarme con el sueño, pero me es imposible, las cuerdas que me atan a la dura silla de metal sobre la que estoy, me dejan inmóvil, provocándome calambres de pesadilla...

Traté de convencerme de que si dormía no iba a sentir nada y todo el olor, miedo y oscuridad quedarían resguardados para cuando vuelva a la realidad, pero no puedo dormir, la cabeza me da vueltas y temo volverme ciega si sigo en este espacio tan oscuro.

Dejo caer la cabeza sobre mi hombro ya que esta me está pesando como una piedra, pero un pitido ensordecedor se produce cuando alguien abre la puerta nuevamente.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora