Que la guerra comience

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Q U I N N

¿Que quieres? — pregunto mirando por un costado del arma.

— Que mi desendencia muera y el poder vuelva a mi — murmura — Aunque, debes darte cuenta, que mis hombres me respaldan a mi, en Italia la gente ya no te veneran, entendieron quien es que tiene el poder y quien es el que debe morir.

— ¿Matarás a tu hija? — me rio— Papi, me secuestras porque me quieres para ti, pero ahora ¿me quieres muerta? Decídete...

— Mattia, le haces algo y estamos en guerra — habla Andrey. Sabe que si me pasa algo, la cura para su hija va a dejar de existir.

Mi padre baja el arma, y con una sonrisa ve hacia atrás mío — allora che la guerra abbia inizio — <<Entonces que la guerra comience>>

Dice, luego de escuchar algo en su auricular y tomando una de las mochilas qué hay junto al escritorio, para luego abrir las ventanas con un disparo, y lanzarse en paracaídas.

Cojeando me acerco a la ventana y lo veo subirse a un auto donde desaparece entre los árboles blancos, que recubren la entrada del castillo.

Me vuelvo hacia Oliver quien me sostiene y pone presión en la pierna antes de que caiga.

— Se están yendo — dice André mirando por la ventana.

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Salimos del escritorio y nos encontramos con un pasillo lleno de sangre, balas, polvo por las granadas, vidrios y muertos. Oliver se apresura al piso donde se encuentra Candice y lo acompaño, mientras que Andrey se va a dar órdenes.

Pasamos sin tocar y cuando entramos nos encontramos con una ventana rota, un frío congelante y una habitación vacía. Con desesperación vemos en todos lados, por si se escondieron, pero nada.

Cuando comprobamos que no hay nadie, abro la puerta del baño y tampoco, Oliver abre la del vestidor y ahí se encuentra la pequeña. Esta hecha un ovillo con la cara llena de lagrimas y su muñeco contra el pecho.

— Candice... — dice Oliver tomándola en brazos.

— ¿Donde está Noor? — pregunto en susurro viendo que no hay nadie más.

La pequeña llora y no responde así que reitero mi pregunta — Candice... ¿sabes donde está Noor?

— Se fue — me dice — Un señor se la llevó.

Caigo al suelo y no se si me arde mas la bala que llevo en la pierna o el saber que Noor, que está tan débil, se encuentra con mi padre, en medio de una guerra.

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Le junto a la mesa de luz que tiene una pequeña lámpara y Oliver a mi lado escribe y tacha en su libreta.

— ¿Vas a dejar de borrar lo que escribes? — le pregunto un poco cansada de él mismo ruido de la lapicera presionando el papel.

— Lo siento... Necesito olvidarme de todo esto un poco. ¿Que lees?

— Las penas del joven Werther.

— Estas releyendo.

Mis ojos se posan en el — ¿Cómo lo sabes?

— Porque encontré el libro en el orfanato con varias esquinas dobladas — sonreí al escucharlo y me acerqué a darle un beso.

— Si, estoy releyendo, quería algo ligero.

— ¿Puedo leer contigo?

— Claro — acepté y me acomodé junto a él para que leamos juntos — Lee tu en voz y yo sigo con la mirada ¿si?

— Claro, colorada.

Y nos quedamos toda la tarde leyendo, juntos mientras veíamos la nieve caer y escuchábamos las máquinas arreglar todo lo dañado.

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La cena transcurre con tranquilidad sin Andrey ya que debe retirarse a ver unos asuntos sobre temas de armas.

Comemos filete y papas asadas, luego todos bajamos hacia la entrada que ya está reparada, la idea es que veamos cómo quedó y Andrey nos va a comentar cómo continuar después de la visita de mi padre.

— Vamos a tener un encuentro, unos amigos de Chicago, Estados Unidos, me avisaron que tienen cosas que pagar con Mattia y Lorenzo Betto. Si acordamos, van a estar de nuestro lado...

— ¿Que más? — le pregunto a Andrey que titubea.

— Ellos están aliados con Dane, un narcotraficante, asociado con la trata de blancas en Estados Unidos. Con este no me llevo bien, tengo asuntos pendientes y tú padre creo lazos cuando vivió con Luisa en Estados Unidos.

— ¿Y que piensas hacer? — pregunta Oliver.

— Confiar, porque necesito la cura y a mi hija de vuelta.

— Andrey, con Estados Unidos no podemos confiar, si bien acá en Rusia tienes un gran ejército... No nos podemos arriesgar.

— Si, pero peor sería que tu padre ataque y estemos solos, se que empezó a moverse por Nueva York, donde está Dane.

— Habla con ellos y nos preparemos, no se que hizo Mattia, pero los hombres de Luisa ya no nos siguen.

— Y yo no estoy dispuesta a perder a Noor — digo — Si es necesario hacer rodar cabezas vamos a hacerlo y ya tienen claro que no flaqueo cuando quiero algo, al menos no Flaquee al darle un balazo a mi madre. O ganamos esta guerra o ganamos, porque es todo o nada, a medias no me sirve.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora