Q U I N N
Con fuerza golpee atrás. Mi codo se clavó en la costilla de mi padre y mi brazo lo tomó por el cuello. Acerqué el arma a su cabeza y levante la mirada con una sonrisa de suficiencia. Jack me apuntaba directamente al craneo, y Julio también lo hacía, mientras que Fred a Gavrel.
— Hermano, mátalo — dijo mi padre quedándose sin aire ya que lo estaba apretando — Vamos, dispara.
Y lo hizo, Fred disparó, pero el disparo fue tan fuerte que el brazo se le movió a la parte baja de su cuello, llegando al hombro. Gavrel soltó un grito y una lágrima rodó por mi mejilla.
— Otra... — dijo Mattia y lo calle.
— ¡Cierra la boca! — le dije en el oído — ¡Cierra la maldita boca!
Rió.
— Fred suelta a Gavrel o mato a tu hermano.
— ¿Crees que eso a mi me importa? ¿Crees que la principal persona que le dio la espalda a la familia, me importa? Lo odio, lo odio con todo mi ser, pero a ti también. Odio a tu madre, por dejarme, por ilusionarme y te odio a ti más que a nadie, ya que eres fruto de esas dos escorias...
Entonces mi padre estiró un poco la cabeza para mirar a su hermano, quien nos reparaba con odio. El brazo se me estaba cansando, era fuerte. Pero el peso de mi padre y la fuerza que debía ejercer para que no se mueva me estaban venciendo.
Y traté de hacerlo, lo más rápido posible. Fue en cámara lenta, fue casi en un suspiro, pero derribé a mi padre en el piso y me lo llevé a Jack, también, barriéndole los pies. A mi padre le patié la cabeza y le tire el cuerpo de Jack encima. Me subí sobre ambos y fue tan certero el golpe que le di a Jack, que quedó inconsciente, al igual que mi padre.
Tomé el arma y le apunté a Fred.
— Gracias por demostrarme lo fuerte que soy, fuiste la primera persona que tras todo lo que me hiciste, me demostraste que no me venzo rápido — y disparé, pero la maldita bala no salió.
Sus ojos se cruzaron los míos, una sonrisa se formó en sus labios y no me quedó otra que hacerlo cuerpo a cuerpo. Fred era mucho más alto que yo, así que no podía luchar así como así. Mi mano le busco la clavícula y con fuerza presioné.
Se retorció de dolor, y lo solté haciendo que tropiece con uno de los hombres que sostenía a Gavrel, el se pudo soltar y se encargó de Julio, quien estaba buscando la manera de abrir la puerta, que mi padre había cerrado con pestillo.
Me sentía cansada, dolida, mareada. Pero con odio, con un profundo odio a toda esta mierda. Me acerqué al armario y tomé una pistola, la cargué y luego saqué el cuerpo de Jack que se encontraba sobre el de mi padre.
Sonreí con malicia y dispare una vez, en la pierna derecha, dos veces, en la izquierda. Mi brazo fue subiendo y en un brazo, luego en el otro. Su cuerpo soltaba un rugido tras cada disparo y yo... lo disfrutaba. Disfrutaba que las personas que me habían arruinado la vida, estaban sufriendo.
Otro estruendo se escuchó en la habitación y el ruido de un metal me hizo girar la cabeza. Gavrel había abierto la puerta — Vamos Quinn.
Dijo y lo seguí mientras lo veía salir por la puerta. Dos hombres se acercaron y Gavrel les disparó antes de que ellos pudieran si quiera levantar el arma.
Me dolía el cuerpo por el esfuerzo y Gavrel también estaba cojeando y desangrándose por la herida que tenía en el hombro — Vamos a sacar a las demás y luego nos largaremos.
— La central no respondía por el auricular — le dije.
— Lo se, ya veremos cómo nos iremos. No estábamos solos, seguramente la transmisión se cortó.
Entramos al salón donde había sucedido la subasta y todo estaba dado vuelta. Los sillones de satén estaban algunos destrozados y otros dados vueltas. Había manchas de sangre y la expresión de Gavrel cambió cuando vio el asiento donde su padre estaba, con una inmensa mancha de sangre.
— Lo siento... — le dije .
— No, nada de esto está bien. Ellos se lo merecían.
Bajamos por el pasillo lateral y abrí la puerta de la habitación, donde un hombre estaba en el suelo. No me acerqué para comprobar si respiraba o no, pero parecía respirar, tal vez solo estaba inconsciente.
Cuando abrimos la puerta bruscamente, por la fuerza de la cerradura, el grito de muchas chicas se oyó. El mismo sonido de llanos y sustos, que había escuchado antes de la subasta, había vuelto a invadir mis oídos.
— Tranquilas — dije levantando las manos — Vamos a sacarlas — y un pitido se hizo en mi oído.
Cerré los ojos y Gavrel también — ¡Chicos! — la voz de Thompson se oyó por el auricular <<Gracias a Dios>>
— Thompson— gritó Gavrel — ¿Que pasó?
— Nicholas nos ataco, Jazmín esta en el hospital y Celine está con James en la enfermería del castillo — avisa — Yo estoy herido, con unos soldados de los Petrov. La conexión se perdió...
— ¡Ya no importa! Estamos heridos. Mattia y su hermano inconsciente. Debemos encontrar a Candice y salir. Tenemos a las mujeres — se comunicaba Gavrel con el ministro.
— Vengan — les decía a las mujeres que me miraban con miedo, algunas ni siquiera querían cruzar miradas — No les pasará nada, lo prometo.
No se que dijo Gavrel, pero los ruidos de sirenas eran audibles desde aquí. Escuché los pasos de oficiales acercarse y salí a la puerta para frenarlos. Esas chicas estaban muy lastimadas y desorientadas, lo último que querían era que hombres las vean casi desanudas.
— Traigan mantas y ropa — les digo a un oficial — Vamos no se tarden — y un hombre se llevó a sus compañeros.
Gavrel fue a buscar a Candice, que había sido reportada, como encontrada hace unos minutos por un oficial. Román ya estaba esposado y la pequeña ya tranquila hablando con una policía sobre el coche de patrulla.
Ayudamos a las chicas a cubrirse y las hicimos salir cuando todo el lugar estaba vacío. Gavrel estaba siendo curado y cuando nos aseguramos de que no había peligro me acerqué a que me revisen las heridas también.
Mi cuerpo estaba empezando a destensares y la paz y tranquilidad que tenía luego de comprobar que no había nada que temer ni ocultar no tenían precio.
Mi mente estaba desprendiéndose de todos los miedos y el sentimiento de liberarme de todo lo que me lastimaba a mi y a los de mi alrededor, fue el cambio revolucionario a todo lo que la gente que estaba aquí a la fuerza se merecía, a todo lo que yo me merecía.
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RAMÉ
RomanceElla era abierta y alegre era diferente y ambiciosa. El era apocado y silencioso, nadie lo veía, el era una sombra. Ella amaba leer y el amaba escribir. Ella fue el poema más hermoso del que él alguna vez escribió. Y el fue el libro más int...