Camden Town

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Q U I N N

Anoche no pude dormir nada. Estuve durante horas rodando en la cama con una sensación demasiado extraña sabiendo que tengo un arma bajo la cama y mi padre me busca.

Cuando siento movimiento en la planta baja salgo de mi habitación decidida a encontrar a Oliver. Me pongo un abrigo y unos guantes ya que está helado.

Saludo a Luisa y le aviso que saldré a despejarme. No le doy tiempo a contestar por lo que nadie me frena al salir. Corro hasta el callejón y cuando lo encuentro vacío, empiezo a sentir los nervios surgir en mi.

<<Oliver...¿donde estás?>>

Camino hasta al final y luego vuelvo, cuando caigo en cuenta de que no está, vuelvo a la calle y camino. La gente me mira, siempre lo hicieron, pero no les presto atención, sigo caminando y tratando de razonar cómo voy a continuar.

<<¿Como voy a encontrar a mi madre?>>

<<¿Está viva?>> Si bien, me dijeron que estaba muerta... Es difícil creer en algo si no lo ves ¿no?

Me meto en la multitud de gente y las personas chocan conmigo cuando me adentro a "Camden Market" Un montón de turistas ríen y cantan con la música en vivo, pero yo empiezo a sofocarme. Las cosas pasan muy rápido, pero mi cabeza las reproduce lentas... El sonido se está alejando y mis pies se tambalean con cada golpe de cada persona que quiere pasar junto a mi.

Mis manos tocan una madera corrugosa, y me asiento un momento ahí. Todo empieza a cerrarse como una cortina y cuando quiero mantenerme erguida alguien me agarra y los ojos se me cierran, perdiendo la consciencia.

O L I V E R

Salgo del restaurante donde trabajo y ya son eso de las una cuando agarro un pedazo de pan de una panera que había en la cocina y me voy un rato para tomar aire. Odio los días en los que trabajo de mañana, las señoras que toman café siempre andan cuchicheando y diciéndome cosas, cada que las atiendo o llevo algo.

Hijo más café.

¿Hoy hay algo dulce?

Estás muy delgado, come.

Siempre andas así, peínate un poco.

Trato de ignorarlas, pero son demasiado manipuladoras y me miran con esos ojos arrugados que intimidan. Y juro que lo hacen.

— ¿Ya te vas? — un compañero de trabajo me pregunta antes de terminar con los platos.

— Hoy llegué a las 6 — declaro abriendo al puerta — Ya terminé . Suerte amigo.

Y me pierdo antes de que pueda pedirme que lo ayude con los platos. No puedo perder tiempo y menos aquí, cuando se que Candice está en algún lado y su madre desapareció. Jane ya no vuelve al callejón.

Camino y paso por varios otros restaurantes que se están preparando para la hora del almuerzo. Los colores y la música se hacen visibles. Mucha gente entra y sale de Camden Town. Las paredes de diferentes colores, llenas de dibujos y cosas llamativas, me hacen sonreír. Recuerdo cuando una vez traje a Candice aquí, fue a los pocos días que la conocí y salí del orfanato.

— ¿Quienes están tocando? — le pregunto a una chica que vende máscaras, ya que no logro visualizar muy bien las voces de los cantantes.

— No lo sé — me dice — Hoy hay mucha más gente de lo normal.

— Lo veo — respondo y me adentro más a la multitud.

Mis ojos se achican un poco, esfuerzo la vista y puede que haya muchos colores, pero su rojo, a su rojo me lo conozco de memoria y hasta en una multitud lo podría diferenciar.

Aprieto El Paso, y me hago lugar para llegar hasta ella quien desaparece de mi vista. Visualizo el lugar y me subo a un cajón de madera. No la veo, hay muchas personas queriendo comprar y la pierdo.

Me bajo y corro hasta donde la vi hace unos segundos. Me subo a una madera corrugosa y la veo inconsciente sobre el hombro de un hombre que camina hacia la salida.

No se que fue, pero empecé a correr con todo lo que mis piernas aguantaban, estábamos lejos, pero no podía dejar que se la llevaran. No otra vez.

Cuando salgo a la luz, vuelvo a ver al hombre. La está metiendo a una camioneta y cuando empiezo a correr tras esta, ya es muy tarde, se adentran al tráfico y aunque corra por la vereda, no llego mucho más lejos. Corro ocho cuadras a toda velocidad, pero las piernas arden y el pecho me sube y baja demasiado rápido.

Tengo la garganta seca y me siento un poco mareado por el esfuerzo. <<Se fue>> Me repito y trato de ubicarme. Estoy un poco lejos del callejón y su casa, pero no lo pienso dos veces cuando me robo una bicicleta y pedaleo hasta llegar a su hogar.

La dejo tirada en la vereda y toco con insistencia el timbre. Golpeo la puerta, camino en círculos y parece una eternidad, pero finalmente la abren.

— ¡Estaba cocinando!

Una mujer, la mucama, Luisa, creo que se llamaba. Me abre la puerta enojada.

— ¿Los James?

— ¿Te conozco, no?

— Soy Oliver. ¿Los James? — los nervios me mantienen inquieto y entro sin permiso.

Camino hasta el comedor y lo encuentro vacío. Escucho que Luisa habla con alguien y me volteo.

— ¡Oliver! — me saluda Jonathan.

— Quinn — digo aun con la respiración y el pulso acelerado — Se la llevaron.

El rostro de Jonathan se desfigura.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora