F R E D
Llevo días viajando por la carretera de Italia. El Sol es cálido. Y con Julio y Román disfrutamos de la certeza, que tenemos al saber que estamos a treinta minutos de la mansión Betto. Donde hace muchos años, fue mi hogar.
Al camino me lo sé de memoria, por lo que le indico que Roman que se adentre por el camino de cemento que sube por la colina hasta llegar a un castillo que se expande por un acantilado y luego baja hacia la playa.
Estacionamos el auto y claro, bajo del auto sin necesidad que tengan que pedir mi nombre o algún dato del estilo. Cuando me enteré que mi hermano está bajo las manos de mi sobrina, vi que era el momento Perfecto para recuperar lo mío.
— Que bonita casa de niño malcriado, Freddy — alardea Julio cuando entra por las inmensas puertas del castillo.
— Lo se, la buena vida — digo dejando mis anteojos de sol sobre una mesa qué hay a un costado.
Hay soldados resguardando el lugar y eso indica qué hay alguien a quien proteger. Subo las escaleras de mi infancia tratando de viajar a los momentos en los que jugábamos con Mattia y Luisa en estas escaleras.
Los padres de Luisa eran Londinenses al igual que mi madre. Por esa razón mi hermano tiene un nombre italiano y yo no, mi padre eligió el suyo, mientras que mi madre el mío. Yo conocí a Luisa cuando era una niña, nuestros padres tenían asuntos y pasábamos bastante tiempo juntos, cuando se reunían. Siempre pensé que ella me quizo a mi, pero claramente le convenía mi hermano mayor.
— ¿Vas a darnos nuestra habitación o que? — refunfuña Román subiendo por detrás.
— Sube y cállate — le digo y veo cómo Julio sube por detrás.
Siento pasos en la primera planta y mis ojos se desvían hacia un hombre que se queda mirándome como si de un espectro se tratase.
— ¿Quien eres tú? — dice empuñando un arma.
— El dueño de la casa — sonrío — ¿Que haces tu aquí ? ¿Quien eres?
— Dime tu nombre — digo sacando mi arma, Julio y Roman se encuentran en la misma posición. Y no se si los soldados saben quien soy o no piensan interferir en nuestras discusiones, porque no se inmutan.
— Nicholas Clark — su dedo se mueve al gatillo — Boss de la mafia neoyorquina. Tu turno.
— Fred Betto. Un viajero en busca de su herencia.
— ¿Hermano de Mattia ?
— Así es, Hermano de Mattia, amante de Luisa, amigo de estos dos, fugitivo con antecedentes penales... ¿sigo?
— No, se entiende que eres un fracasado.
— Algunos dicen eso, Luisa decía que era el amor de su vida y mi hermano que era un mal nacido, te permito elegir tu referencia a cerca de mi.
— ¿Que buscas?
— Mi herencia.
Se ríe — ¿Sabes que tu hermano está tras las rejas?
— Claro que lo se — digo y siento a Julio bajar el arma para empezar a subir, Nicholas también baja la suya y con seguridad bajo la mía, el último es Román — Por algo estoy aquí.
— Lamento informarte que estoy en una alianza con Mattia Betto y en este tipo de cosas, prometimos cuidarnos lo nuestro... No puedo darte lo que no se si es tuyo o suyo ¿me explico?
Blanqueo los ojos — ¿Y que puedo hacer? ¿Para llevarme lo mío y salir vivo, claro?
— ¿Conoces a los Petrov ?
— Andrey Petrov, mi amigo de la infancia, cuando mi hermano no se había encargado de enemistarse con medio planeta tierra.
Una carcajada sale de su boca — El mismo. Quiero matarlo, a él, a su hijo, y a Quinn.
— ¿Mi sobrina? — asiente — La conocí hace un año casi, la secuestré mejor dicho... Era medio rara ¿no?
— Mattia también la secuestró, luego Andrey y bueno, ahora si la vieras... sabe cómo disparar para matar — bajó la mirada y luego sus ojos se fijaron en los míos — lo hizo con Luisa.
— ¿Luisa murió? — la pregunta se ahoga en mi garganta, luego de que los James volvieran a recuperar a Quinn, me enteré que Luisa estaba en Londres.
— Si, tu sobrina la mató — la sangre empieza a hervirme.
— Voy a ayudarte a matarlos, si luego me dan lo mío y puedo largarme a vivir una vida de ricos.
— Me parece una idea perfecta, Fredy.
— A mi también — dijo y estrechamos manos.
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RAMÉ
RomanceElla era abierta y alegre era diferente y ambiciosa. El era apocado y silencioso, nadie lo veía, el era una sombra. Ella amaba leer y el amaba escribir. Ella fue el poema más hermoso del que él alguna vez escribió. Y el fue el libro más int...