Boom

39 4 0
                                    

G A V R E L

Quinn estaba mucho más consciente cuando se cambió y bebió líquido. Le habían dado una bebida antes de entrar a la habitación, que tuvo que tomar a la fuerza.

No volvimos a la habitación de la subasta, si no que empezamos a buscar la salida, para poder entrar con refuerzos, pero la comunicación estaba cortada y nos encontrábamos en un subsuelo invisible en los planos.

— ¿Buscan una salida? — la mano de Quinn se aferró a mi brazo, me clavó las uñas al sentir la voz <<¿quien es?>>

Su figura se veía en la oscuridad, y la acerqué a mi cuerpo — ¡Lindo verte pequeña ratita! — dijo otra vez la voz gruesa.

— ¿Que haces aquí, Fred? — Quinn estaba nerviosa, pero se esforzó porque la voz no le saliera quebrada.

— La familia... ¿que importante, no? — una risa gruesa surge de los labios del hombre — Al parecer... Mi sobrina, tenía a mi hermano en las rejas...

— Así es ¿Quieres ir con el?

— No, no, no es lo que quiero — dijo y me taparon la boca, alejándome de Quinn. Sostuve con fuerza a Candice, pero me la sacaron. Eran dos hombres los que me tomaron por la espalda. Traté de soltarme, pero eran fuertes.

— ¡Fred suéltalo! — gritó Quinn, y las luces se prendieron. Era una habitación en blanco, con unas sillas, unas mesas y un armario con esposas, armas y más cosas que no me estaba deteniendo a ver.

Q U I N N

Veo que conoces a tu tío, Cuore — una puerta se abrió y de esta emergió Mattia.

<<¿Como carajos hacen siempre para escapar? >> <<¿Como me había reconocido con el disfraz?>>

— ¡Suéltenlos! — grite a la vez que me tomaban por atrás, me giré y me encontré con los ojos verdes esmeraldas de Jack.

<<Enserio>>

— ¡Jack, no la toques! — gritó Gavrel.

— ¿Ahora si la quieres? — rio en mi cuello, sacándome la peluca con cierta fuerza — ¿Te diste cuenta lo bonita que es? Ese pelo...

— Ni lo pienses... — dijo a la vez que tomó mi mentón y acercó su boca a la mía, me besó y giré lo más rápido que pude la cabeza.

— Me das asco — le dije.

Y los hombres de mi padre entraron a la habitación, y Jack me sentó en una silla. Traté de soltarme, pero la droga aún me tenía un poco adormecida.

— Quieta, linda — me dijo Jack, mientras trataba de soltarme.

— Cuore, quieta, mira este espectáculo.

Y entonces entraron dos hombres más, y mi padre se acercó al armario para tomar una glock.

— ¿Tan cobarde? ¿Le dispararas? — lo provoque — ¿Te da miedo hacerlo cuerpo a cuerpo, no?

<<Una golpiza dolía menos que un balazo, ¿verdad? >>

— Si así lo quieres... — dijo acercándose a Gavrel quien estaba sujeto por dos hombres.

Los golpes empezaron, mi padre arremetió directamente a su costilla. Gavrel, se torció de dolor, pero no bajó la mirada. Las lagrimas empezaban a salir de mis ojos y aún más me dolía, ver a Candice presenciando todo. Ella también lloraba como si le estuvieran arrancando una parte.

— Sáquenla de aquí — dijo Gavrel — Saquen a la pequeña, ahora — y fue Roman, quien detrás de una camisa y un buen peinado, no me había dejado reconocerlo. La sacó.

— Roman... — le dije cuando se la llevaba a mi lado — le haces algo y te mato.

Sonrío y salió.

— Mattia ¿que quieres? — dije cuando noté que a Gavrel, le costaba mantener los ojos abiertos.

— ¿Que quiero...? Venganza... dolor... Tu dolor, hija mía.

— ¿Entonces porque lo golpeas a él? Hazlo conmigo, si sabes que puedo soportar dolor. Mucho más del que crees.

Soltó una carcajada — ambos son bastantes fuertes, su espalda también lleva marcas de latigazos, déjame que me aburra de él, tú no saldrás ilesa.

— Andrey te matará — dijo Gavrel levantando la cara con odio.

— Uy — dijo mi padre — lo maté primero, lo siento.

El rostro de Gavrel se desfiguró, el mío creo que también. Mis ojos se cruzaron con los de Fred, luego los de Jack y la habitación quedó en silencio.

— ¡Lo mataste! — grite.

— Claro... — respondió — Ahora no voy a manchar más mis manos, vamos a hacerlo más limpiamente. Denme una glock.

— Mattia no.

Dije y el sonrío con más malicia, acercándose con el arma cargada a donde Gavrel apenas podía abrir los ojos.

— Mattia, por favor...

— ¿Porque no me llamas por lo que soy? Tu padre.

— Tu nunca serás mi padre... — dije tratando de soltarme, pero Jack me tomó como con más fuerza.

— Bien, si no quieres lo haremos así — se acercó hacia mi y levantó el arma en mi frente.

— Vamos, disparame — dije — disparale a tu descendencia.

Cargó el arma y colocó su dedo en el gatillo.

— Mattia, no — dijo Gavrel y le dirigí una mirada odio, el está aquí por mi, para el caso, quien más se lo merece soy yo.

— Bien — concluyó blanqueando los ojos — Hermano, toma un arma — Fred lo hizo — ahora tú haz lo mismo — le dijo a Julio quien lo hizo.

— Fred tu apunta a mi querido yerno — dijo Mattia otra vez — Y tu apunta a mi querida hija. Tu Quinn ponte de pie — y lo hice tratando de descifrar a qué jugaba.

— Toma mi arma — me la tendió Mattia y mire su mano y su rostro, balanceé mi mirada — Dale, sin miedo. Tómala.

Lo hice, la agarré como me habían enseñado — Levanta el brazo hacia él — me señaló Gavrel.

— No — me impuse.

— Se nota que no aprendes — me palmeo la espalda — Tu desobedeces una orden, y Fred le dispara a Gavrel, tu novio trata de hacer algo y Julio te dispara a ti. Así que has lo que te digo ¡maldita seas!

— Mattia... — supliqué levantando los brazos en dirección a Gavrel.

Mis ojos habían empezado a volver a llenarse de lagrimas. Sentía un nudo en el pecho.

— Quinn, tranquila — me dijo Gavrel, y eso definitivamente no estaba ayudando.

— Dispara — me susurró en el oído haciéndome presionar los ojos.

¡Boom!

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora