Invitados.

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Q U I N N

Dos semanas después.

Me peino con un recogido en lo alto de mi cabeza. Llevo un vestido azul que me llega por abajo de las rodillas y un saco de hilo blanco. Afuera hace calor, pero en el castillo todo es oscuro, y parecen haber corrientes de aire que surgen de la nada.

Camino con tacones y en el cuello llevo un collar de perlas que mi madre tenía entre sus joyas. Oliver viene a mi lado vestido con un traje azul marino y una corbata roja, estamos acorde y una sensación de tranquilidad se expande en mi pecho cada vez que lo veo recuperado.

— Estas muy bien Oliver Anderson — le digo mientras salimos de la habitación.

— Lo se Colorada, ¿cuando no fue así? — se ríe — Aunque tu tampoco estás tan mal — bromea.

— ¿Cómo? — lo miró tomándolo de la mano y presionándosela tratando de parecer ofendida.

— Que estás preciosa — dice acercándose a darme un beso en los labios, pero lo freno a unos centímetros.

— El labial — me señalo los labios rojos.

— No me vas a negar un beso — me toma la muñeca y se acerca a besarme, lo hace lentamente y cuando siento pasos al final del pasillo paramos y seguimos hasta la entrada donde en cualquier momento llegan nuestros invitados.

Mi padre llega con Lorenzo y Louis que es uno de los que eran consejeros de mi madre, un consigliere.

— ¿Novedades? — dice el británico.

— Van a llegar en cualquier momento, ¿el almuerzo está listo? — los miro esperando que me lo confirmen — ¿La Mesa? ¿Comida? ¿Todo?

— Todo está listo. La comida ya está terminándose — responde Lorenzo.

En estos días pude ir haciéndome un lugar en la casa. Ya todos me respetan, y mi padre y tío entendieron sus lugares, ya no se van a interponer, porque saben que no les conviene.

Las puertas se abren y salimos a la luz cuando una limusina entra y se estaciona en la puerta. El Sol está radiante, fuerte y me hace poner la mano en la frente cuando con una sonrisa recibo a los invitados.

— Buen día — saluda una chica de mi edad, tal vez un poco más pequeña que yo. Es alta, con rasgos bien marcados y un cabello rubio muy clarito, casi blanco.

Hablan en Inglés, por suerte, es mi idioma natal y me es mucho más fácil, ya que aunque estuve tratando de entender algo de ruso, no conseguí mucho.

— Bienvenidos — extiendo la mano para saludar a Andrey quien tiene el pelo un poco más oscuros que su hija, recogido en una trenza larga.

— Un placer, Quinn — saluda dándome un beso en la la parte superior de la mano — Un placer...

— Oliver — se presenta a mi lado antes de que yo pueda hacerlo.

— Mi mano derecha — digo acercándome más a él cuando siento su mano tomarme por la cintura.

— El underboss, mucho gusto — dice Andrey mirándolo con recelo.

Los hacemos pasar y caminamos por el pasillo hacia la terraza del segundo piso donde están, una pileta y unas vistas increíbles de la playa. Armaron una mesa tranquila y el viento caliente corre haciendo del lugar mucho más cómodo.

— ¿Fue un viaje largo? — pregunta Oliver sentándose a mi lado luego de abrirme la silla.

— No vinimos aquí para hablar de nuestro viaje — declara Andrey amablemente entre una sonrisa malévola.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora