Siempre yo

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Q U I N N

Lo vi. Estaba en el suelo, se miraba las manos y estaba perdiendo la consciencia. En su camisa un Aura roja se iba expandiendo de a poco.

Los oídos me sumbaban y tomé la parte baja de mi vestido para poder correr más rápido. La araña con el explosivo habían sido un duo destructivo. Había gente inconsciente por la ola expansiva que había producido la explosión. Algunos gritaban, otros lloraban o corrían, esto no se terminaba ahora, pero mucha gente desapareció.

El tiro que mi tía me había soltado, no llegó a darme, solo me rozo el hombro, que en estos momentos chorreaba un hilo de sangre, dolía, ardía, pero él estaba en el suelo medio inconsciente.

Tomo sus manos cuando lo tengo conmigo. Las acerco a mi pecho y trato de ponerme de pie, para ayudarlo a él. Debemos avanzar y movernos rápido, porque si no, nos matarán a ambos.

Mis padres no se donde están, pero él que tengo entendido que es el amante de mi madre, está peleando con uno de los hombres de mi padre.

— ¡Lunga vita il Betto! — grita Lorenzo cuando suelta un tiro en el lado izquierdo del pecho de Valentino quien cae al suelo.

No me detengo a ver la escena. Porque me toman por atrás. No suelto el arma y cuando veo que se lo llevan empiezo a forcejear. Son los hombres de mi madre quien nos sostienen y es Luisa quien aparece de la nada. Tiene un corte en la mejilla y el vestido bastante destruido.

— ¡Morire! — <<Muerete>> le digo a mi madre levantando el arma y disparandole. Se oye un grito por todo el lugar. Bajan las armas, todo se queda quieto, todo se paraliza.

Me sueltan y empuño el arma a esperas de algún otro ataque. Mi madre cae al suelo, la cabeza le da con la madera y no se si está muerta, pero una parte de mi lo desea demasiado, pero la otra solo se dispone a soltar una lagrima, una solitaria lágrima que rueda y antes de que puedan verla me la saco.

— ¿Que más quieren? — me vuelvo hacia los hombres.

Mi padre sale por detrás de una columna con una sonrisa y los brazos abiertos.

— Muy bien cuore — mis ojos se vuelven haci el resto — Ahora me obedecen a mi— sonríe y siento movimiento a mis espaldas.

— No, servimos para ella — dice uno de los que me estaba capturando.

Cuando me vuelvo a verlos me los encuentro de rodillas y mientras mis ojos van recorriendo el lugar más y más gente se va agachando hasta quedar de rodillas y con las cabezas bajas. No entiendo lo que está pasando, así que decido hablar.

— ¿Que hacen?

— Hija, nada solo se nos agachan.

— Señora, nosotros no nos agachamos hacia su padre, es para usted. Usted es nuestra "Capo di tutti capi" — uno de los hombres responde — Usted es la jefe de nuestros jefes, usted es la cabeza.

Mis ojos miran a mi madre en el suelo y luego se vuelven hacia mi padre. No puedo cambiar lo que hice, no puedo cambiar mi pasado, pero definitivamente lo próximo no tendrá parecido a esto.

Miro a mi padre quien intercambia miradas con su hermano y cuando sus rodillas se tuercen y bajan hasta el suelo todo el salón queda en esa posición. Trago grueso y sonrío.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora