O L I V E R
— Es mentira — digo con las pulsaciones al máximo — No puede ser verdad.
Quinn me mira con los ojos brillosos, la noticia de Noor, también me llegó fuerte. Aunque no haya sido tan allegada a ella, la conozco desde... ¿siempre?
— No es mentira — dice Andrey sirviéndose un poco más de vino.
— ¿Que podemos hacer para ayudar a Noor? — la voz de Quinn sale medio cortada.
— Nada más que encontrar la cura. El veneno que le inyecté supuestamente mataba en 24 horas, ella lleva un mes.
Quinn se pone de pie y sale del balcón indicándole algo a la mucama que está en la puerta. Antes de salir se vuelve hacia Andrey desde el umbral, dice:
— Andrey, o consigues esa cura o te mato — con eso desaparece y le saca una sonrisa al Boss de Rusia.
Yo termino de comer con Andrey, en silencio, tratando de razonar que es mi padre y que el orfanato está con gente hija de mafiosos.
— ¿Porque me lo dices ahora? — declaro de la nada — Que eres mi padre.
— ¿Porque preguntas, Gavrel?
— ¿Me tiraste la noticia más grande de tal vez, toda mi vida? — digo — Y no me llames así, porque me llamo Oliver.
— Que asco de acento que tienes, ese de británicos estirados.
— Ahi me dejaste crecer si no mal recuerdas.
Sus puños golpean sobre la mesa exaltándome.
— ¡Me alejaron de ti! ¡Tu maldita madre me hizo creer que estabas muerto! ¡Que te tiró al rio! ¿No entiendes?
Trago grueso — Gracias por aclarar — digo en calma para que no note lo nervioso que me puso — Lo mismo hubiera preferido crecer en Londres, no me hubiera gustado tener pelo largo.
— Cierra el pico — me dice masticando la tarta de queso que nos trajeron.
Aún es de día, pero el sol está bajando y empieza a correr un poco de brisa.
— ¿Cuánto tiempo se quedarán?
— Hasta que Quinn encuentre la cura.
— ¿Sabes que ella no es científica?
— Lo se, pero quiere mucho a tu hermana ¿no?
— La quiere.
— ¿Y tu la quieres mucho a ella?
— ¿Porque te interesa?
— Porque si así es, la ayudaras a buscarla.
Bebí un sorbo de jugo y me fui del balcón. Andrey me estaba saturando mentalmente y lo único que quiero ahora es encontrar a Quinn.
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Llego a su habitación y toco una vez, nada. Dos veces, nada. Y no toco tres ya que entro, viendo a Quinn sobre la mesita revolviendo papeles mientras llora.
Cierro la puerta y rápidamente me acerco a ella — Colorada... — susurro tomándola por los hombros. — no llores.
— Suéltame — dice entre lágrimas haciendo volar papeles — Suéltame — sigo tratando de tomarla porque está desordenando todo.
— Quinn, basta — la tomo sentandola sobre mis piernas cuando caigo en la silla.
Tomo sus manos que quieren seguir rebuscando y se las bajo mientras la acercó a mi cuerpo con un abrazo. Tenerla así es cálido y sentirla descargarse en mi hombro me rompe y hace quererla abrazar más con más fuerza.
— Por favor no llores — le susurro cuando para — To...
— No, no, no. Nada va a estar bien porque no tengo esa maldita cura — llora desconsoladamente, como si le estuvieran arrancando una parte de ella.
— Mírame — le tomo el rostro en las manos, secándole las lagrimas que salen por sus ojos bicolores — Esta bien... ¿si? No llores, no te desesperes, que todo saldrá bien.
— ¿Como lo sabes?
— No lo se, pero... ¿te digo algo?
No contesta, solo asiente con la cabeza lentamente.
— Me dijeron, que si repites algo varías veces va a suceder.
— Eso decía Noor.
— Lo se, Colorada, ella lo decía y a mi me funcionó.
— ¿Cuando te lo dijo?
— Una vez antes de un partido de fútbol en el orfanato, ganamos.
— Pero es que no se donde encontrar esa cura, no se como formarla y si a ella le pasa algo... — las lagrimas vuelven a salir — No le puede pasar nada, es como una hermana para mi, es mi familia y la quiero tanto... tanto... — solloza.
— Escúchame... — digo apoyando mi frente con la suya — Quinn, tu no te rindes, nunca te haces para atrás cuando debes hacerle frente a las adversidades que se te presentan, tu eres la que al dolor lo transforma en fuerza y eres la que va a diseñar su propia alegría, pase lo que pase, vas a encontrar la luz en la oscuridad, vas a salir de esta y de todas, vas a ayudar a Noor y todo va a estar bien.
— Yo no puedo diseñar mi alegría si empiezo a perder a las personas que más amo — dice — Oliver, estabas a punto de morir, casi... — se calla y una lagrima rueda, la de su ojo oscuro — No tenias pulso, yo... llegué a pensar que nunca más iba a escucharte decirme...
— Colorada — digo con una sonrisa triste — Colorada, Colorada, Colorada — repito medio riéndome para que sonría, lo hace — Así no se te olvida y te lo grabas bien, que a mi no me pierdes tan fácil.
— Prométeme que nos vas a disparar a arañas colgantes, gigantes que te puedan matar y — me mira directamente a los ojos — Se que soy un desastre para muchas cosas... pero si te quedas, voy a tratar de no serlo tanto y voy a tratar de...
No la dejo terminar porque la beso.
— No me voy a ir, Quinn. Nunca.
— Gracias.
La beso atrayéndola a mi cuerpo para sentirla más, para sentir como el espacio qué hay en nuestros labios es casi nulo y está a salvo.
— La Quinn sentimental me gusta mucho.
— El pecoso sentimental también — se ríe sobre mis labios.
— ¿Te gusto así? ¿Sentimental y todo?
— Me gustas así, pero que quede claro — Se acerca a mi oído — que el Oliver sarcástico me prende más.
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RAMÉ
RomanceElla era abierta y alegre era diferente y ambiciosa. El era apocado y silencioso, nadie lo veía, el era una sombra. Ella amaba leer y el amaba escribir. Ella fue el poema más hermoso del que él alguna vez escribió. Y el fue el libro más int...