De familia.

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Q U I N N

Quiero que luego del desayunos nos veamos en mi despacho Cuore, debes conocer cómo papá trabaja, para poder ayudarme.

— Está bien — termine la tarta de frutas que me habían servido.

Mi padre salió del inmenso comedor con la mujer de la mano y yo me quedé con el sonido de mi pesada respiración y unos cuatro guardas que se encontraban parados a los costados de dos puertas que daban al pasillo.

Terminé de desayunar en paz, y me dejé caer en la silla, cuando terminé el té. Estoy aquí... con mi padre, con esperanzas de encontrar respuestas que me ayuden a comprender todo... <<¿Que es todo Quinn? ¡Razona!>>

Mi mano me sostuvo la frente cuando mi cabeza cayó sobre esta. Todo se está cayendo en pedazos, me estoy hundiendo por la falta de respuestas y todo esto me confunde, es muy deprisa.

Mis manos tomaron los barrotes de la silla y me puse de pie. Caminé hasta una de las altas puertas y le dije a los guardas que quería ir con mi padre. Los dos que custodiaban esa puerta me la abrieron y acompañaron hacia el despacho de él.

Tocamos una vez y la puerta fue abierta cuando mi padre lo indicó. Todo el lugar estaba pintado de color vino, y detrás de él había una imagen de un cuervo, este estaba enmarcado en un marco dorado con un diseño bastante bonito, parecían puntas, hojas y flores de oro.

— ¡Cuore! — mi padre me saludó mientras entraba al escritorio.

— Hola — salude y me senté cuando el hizo ademán de que lo haga — ¿Que quieres que vea?

— Me gusta tu iniciativa hija, la aprecio. Pero debes saber que las cosas a su tiempo. Iras viendo lo que hago cuando a mi me parezca. Hai capito? — <<Entendiste?>>

Asentí con la cabeza y le sonreí de labios cerrados esperando que prosiga.

— Bien... Esto está resultando más fácil de lo que pensé. La verdad me imaginé que ibas a estar desesperada por huir y perderte de mi, pero se ve que eres más inteligente de lo que pareces.

— Suelo sorprender.

— Como digna hija mía — aunque no estaba muy cómoda con que recalcara que era mi padre, ya que su vida está basada en deshonestidad, había algo que me hacía sentirme bien, en familia — Cuore, como sabes yo soy la cabeza de este imperio, la cabeza de algunas, de las bandas más importantes de Italia.

Dije si con la cabeza mientras mis ojos sostenían la mirada con los suyos.

— Pero como dije, de algunas, no todas y eso... A tu padre, lo trae un poco desequilibrado... me hace sentir que me falta algo — sus manos se juntaron sobre la mesa — Los Betto, porque tu apellido es Betto Cuore, nada de Brown y cosas inglesas, eres mitad italiana. A nosotros nos gusta todo, no nos conformamos con menos, y con eso, ya te puedes ir imaginando que es lo que me estaría haciendo falta...

— Quieres tener el poder absoluto, estabilidad sobre la mafia Italiana — declaré segura de mis palabras, tratando de demostrar que esto no me estaba asustando nada — Y yo, como digna hija de un Betto, también quiero decirte algo papà.

— Dime Cuore.

— Debes saber que estamos encaminados, muchas veces la única manera de obtener la estabilidad es perdiendo el equilibrio, así que, recuerda, yo tampoco estoy para perder el tiempo. Y menos sabiendo que alguien a quien quiero, puede estar sufriendo.

En su rostro se forma una sonrisa de suficiencia — ¿A alguien a quien quieres, Cuore?

— Se llama Candice... Es una niña que conocí en Londres.

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