Constelaciones

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JACK

Es hora de irse — Dice Ruth cuando me ve en el patio del orfanato, bajo uno de los árboles secos por el invierno.

Mis ojos se achican levemente por no entender de nada y me pongo de pie.

— Faltan dos meses para mi cumpleaños 18 — declaro muy seguro de mis palabras.

— Lo se, te adoptaron — las palabras me retumban en la cabeza y se me hace difícil terminar de entender.

— ¿Como se llaman?

— Jack, vamos — la voz se le puso tensa, firme, asustada...

Empecé a caminar hacia ella y la segui cuando se dio la espalda y entro al lugar. El calor de adentro era reconfortante y en la entrada, un hombre con traje y anteojos me reparaba. Fruncí el ceño y empecé a caminar más lento.

— ¿Quien eres? — pregunté cuando Ruth le entregó una carpeta. El no me dio tiempo de contestar, sólo me tomó del brazo y me saco del orfanato.

Sentí que la muñeca se me adormecía y aunque traté de soltarme... me empecé a marear. Los pies se me tropezaban entre sí, y cuando entré al auto vi todo negro.

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Mis ojos se abrieron lentamente. El lugar estaba oscuro. Era de noche y el aroma había cambiado. No habia nieve y menos hacía frío.

Me incorporé en la cama y noté que a las manos las tenía atadas a los cabezales de la cama <<me drogaron>> Cuando caí en cuenta que estaba en una cama, mis ojos se centraron en una persona.

Estaba ahí, sentada, mirándome. Hace demasiado tiempo no la veía. Recuerdos confusos llegan a mi mente, casi borrosos, casi inexistentes. Su sonrisa seguía siendo la misma, sus ojos también... Todo era casi igual, la única diferencia era que ahora estaba, maquillada, vestida, limpia.

— Hijo — dijo y cuando la palabra llegó a ser procesada por mi cerebro me sentí ahogado, me sentí extraño.

— Mamá— declaré y me alejé cuando ella se acercó a la cama para sacarme un mechón de pelo del rostro — No me toques.

— Sh sh — dijo ella — Soy yo... — Y se acercó a besarme la frente, como siempre lo hacía. Me permití cerrar los ojos y sentir su calidez en mi rostro.

— ¿Como? ¿Donde estamos?

— Todo es diferente — sonríe y los ojos se le llenan de lagrimas — Yo ya no soy la misma de antes, somos poderosos, ya no sufrimos más, ya ninguno lo hará.

— ¿Como estás aquí? Tu me dejaste en la puerta de un orfanato.

— Debía solucionar unas cosas para poder darte la vida que te merecías — me acarició la mejilla — Yo..

— ¡No me toques! — le dije firme y su mano se alejó como si mi piel le quemara — No puedes hacer esto, pasaron trece años ¡Trece malditos años y tú vuelves como si nada!

— Lo siento... era necesario.

— No lo era — dije seguro — Sabias que yo prefería vivir en la calle con una madre, que en un orfanato solo.

— No estabas solo.

— ¿Ah no? ¿Con quien estaba? Explícame.

— ¿No te reencontraste con Quinn?

— ¿Como sabes de ella? Nunca la conociste.

— Claro que lo hice — sonrió — La conozco desde que nació.

RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora