La Máscara de Anko

Uchihas

Anko miraba con pesadez el techo, suspirando para negar ante la obvia infracción a su recámara frunciendo el ceño con ligera sorpresa por encontrar a otro intruso.

-De seguro Naru-kun te arrastró - negó viendo a los niños dormidos con una sonrisa para levantarse.

Los días fueron algo ajetreados y aunque mucho de sus indicios de depresión fueron superados, todavía tenía secuelas al respecto.

Una de ellas era las pocas horas de sueño, así que decidió que era mejor levantarse y comenzar su rutina a esa hora de la madrugada.

Haciendo a un lado a los pequeños se estiró un poco haciendo crujir sus extremidades en un movimiento cotidiano dando una barrida curiosa alrededor hasta terminar de nuevo en donde reposaba sus acompañantes.

Era curioso cómo ambos se habían vuelto tan unidos dándole una ligera sonrisa para negar.

Caminó un poco para tomar sus cosas dispuesta a cambiarse, algo ligero para entrenar saliendo fluidamente en un click de su puerta.

La oscuridad todavía tendría unas horas de continuidad antes de que el sol saliera, suspiro tranquilamente al no ser la única en estar despierta.

Itachi esperaba pasivo al final del corredor.

-Deberías dormir en verdad, Ita-kun - suspiró viendo a dicho niño tranquilo.

-Lamento las molestias de Sasuke - como siempre tan formal el joven se inclinó denotando sus disculpas profundamente.

-No es nada.... además es seguro que es culpa de Naru-kun así que no es importante - encogió de hombros para mirar el baño - ¿Necesitas algo? -

Itachi no es del tipo de personas que expresa enteramente sus molestias, pero ha logrado ver a través de pequeños gestos, segura que Shisui sería orgulloso al respecto.

El se jactaba de todo lo que hacía su pariente favorito.... al menos cuando fueron pequeños.

-Yo quería pedir más de tu ayuda... se que es demasiado, considerando lo que has hecho por nosotros - parpadeo un par de veces el joven a su dirección.

-Te lo dije antes... te ayudaré - sonrió cual sol la mujer con honestidad - si quieres lo vemos con una taza de café -

El niño solo aceptó para desaparecer en el pasillo dejándola sola para continuar lo que tenía planeado un poco intrigada por tal petición.

Ahora como líder de clan el joven había tenido que aprender muchas cosas y aunque no se quejaba ni pedía ayuda sabía Anko qué era difícil para alguien a su edad.

Algo que le preocupaba porque entendía las implicaciones del peso de tener ese puesto, pero por más que insinuó o intento hacer algo al respecto el chico era orgulloso a su manera silenciosa.

No es que fuera niña de clan o heredera, pero podría pedir asesorías a Shikaku entre las sombras sin cargar el peso político que esto arrastraba.

Se lo debía a Shisui y al niño en cuestión por la ayuda brindada para completar el trabajo que comenzó y entender el sharingan a la perfección, era cuestión de tiempo de poder probar el sello, llevándose como premio eso y el diagnosticar a tiempo al heredero ahora líder.

Suspiró para negar y mirarse en el espejo, sonriendo de regreso a ese rostro fino pero que mostraba cambios que seguro la Anko original no agradecería.

Las cicatrices en sus manos eran permanentes, evidencia de la salida del rayo al igual que otras nuevas de sus misiones...agregando el rombo alegre que estaba en su frente.