Capítulo 43

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Sentadas frente al escritorio del doctor con Baek en brazos. El niño se encontraba tranquilo a diferencia de su madre que no dejaba de mover sus piernas provocando que saltara levemente. Rosa la veía de reojo, sabía que lo nervios no era por el no poder tener hijos, al contrario le aterraba la idea de tan sólo pensar que tendría un hijo con Arturo.

La puerta siendo abierta, las espanto un poco. Un hombre alto, con bata blanca y ojeras, demostrando lo difícil que es su trabajo, se sentó - Buenos días soy el doctor Jeong , según lo que me dijo Rosa - sonrío al dirigir su mirada a ella - Usted es la que ha venido por un consulta, ahora ¿que es lo que exactamente necesita?

Tn un poco desconcertada, alzó su mirada y lo observó por unos segundos - Necesito quedar embarazada, pero quiero que usted le diga a mi esposo que la única manera de poder hacerlo es mediante inseminación - el doctor arrugó su ceño - Sé que suena extraño - nerviosa miró a Rosa - Pero necesito que me ayude con eso, dije que tuve problemas con el parto de Baek y que por ello quizás no pueda, sin embargo necesito quedar embarazada, aunque no estoy dispuesta a hacerlo de la manera tradicional.

El hombre no sabía que decir, iba en contra de su ética profesional mentir -Yo... - antes de que pudiera seguir, lo interrumpieron.

- Lo siento, se que esto no es lo que pensabas pero necesitamos tu ayuda - Rosa lo miró a lo que el no pudo resistirse, esa mirada que le entregaba le aseguraba que era por algo.

-Está bien te haremos unos exámenes para ver tu salud y eso, lo demás le diremos que mediante un eco observamos que tienes delicado tu útero y por ende, lo más necesario para que puedas quedar en estado, es por medio de una inseminación y mucho cuidado en todo el embarazo, ya que este será de riesgo - las dos asintieron al mismo tiempo - Por último ¿tu esposo vendrá?

- Ah, sí.

-Bueno a él también habrá que hacerle exámenes y pasado mañana podrán venir a verlos - cogió unas hojas para anotar que exámenes debían hacerles - Anda a recepción y les das estas ordenes, ellas te llevaran a un cuarto y listo.

- Gracias doctor, muchas gracias - Tn se levantó y no dejaba de hacer reverencias, el mayor solo sonrío.

- No hay de qué - ella fue la primera en salir, dejando a Rosa detrás.

- Gracias - Rosa lo dijo en un tono suave. Se miraron por unos segundos, esos pares de ojos siempre se iban a contemplar como la primera vez.
Sin más deshizo esa conexión y salió de ahí, dejando a ese caballero contemplandola a la distancia y dando un suspiro.

Como se lo dijeron fue hasta una de las enfermeras de la recepción, la llevaron a un cuarto a parte para sacarle sangre y hacerle las pruebas que necitaba, además de una orina para evitar que hubieran infecciones.

En la sala de espera la mayor recibió la llamada, donde se le informaba que Arturo estaba por llegar. Cerró los ojos y exhaló de tranquilidad, porque no se imaginaba que pasaría si en verdad hubiera ido con ellas desde un inicio.

Tn salió, y se fue junto a ella tomando a Baek quien no dudó en tirarse y apegarse a su pecho, lo que la hizo sonreír.

- Mi niña, el señor Kim está en camino - posó su mano en el muslo de la contraria con la intención de transmitirle paz.

- Está bien - apartó su mirada y se quedó viendo al vacío.

Cuando Arturo llegó después de unos interminables diez minutos, pasaron de nuevo al consultorio, esta vez se encontraría sola y eso la ponía aún más nerviosa, pero disimuladamente tomaba buenas bocanadas de aire para no asfixiarse ante tal tensión.

Por una emergencia los dos quedaron sentados tal y como Rosa y ella lo estuvieron hace unos instantes. Ninguno hablaba, él si sentía inquietud pero por el hecho de que quizás no pudiera tener hijos con la mujer que siempre amó y ella por el hecho de que ese hombre diera como cinco pasos atrás y se retractara.

- Ey, todo va a salir bien - él en su absurdo mundo, en el que Tn tenía los mismos miedos a los suyos, le acarició su mejilla para darle a entender que él estaría ahí con ella.

- Gracias - fue lo único artuliculado en los próximos cinco minutos, hasta que apreció el doctor.

- Mucho gusto, usted debe ser el esposo de la señora Kim - extendió su mano.

-Si, soy yo - aceptó gustoso ese apretón de manos.

- Bueno como le estaba diciendo a su esposa, necesito que usted se realice unas pruebas para saber que todo este bien, cuando estén los resultados y todo marque por lo correcto, entonces el tratamiento de inseminación iniciará.

- Perdón ¿qué dijo? ¿Inseminación? - lo miró confundido.

- Oh, no he dado bien la información, lo que sucede es que su esposa no puede tener hijos de manera natural, sería muy complicado pues su útero como mostró el eco se encuentra algo delicado, es por eso de la opción de inseminar.

- Pero si podrá tener al bebé ¿verdad?

- A ese punto quería llegar - observó a ambos - Si su esposa llega a quedar embarazada, sería lamentablemente un embarazo de riesgo, no alto, aunque eso dependerá de como se cuide, pero el primer trimestre es crítico, tanto para ella como para el bebé.

Arturo tenía una expresión de horror y miedo. No quería someter a Tn a ese punto, no obstante su prestigio era valioso, estaba ganando mucha fama en esa sociedad y aunque amaba a Baek como un hijo, no podría dejar que el siguiera manchando su reputación, por lo que un hijo era necesario.

Esperando una respuesta, decidió preguntar - ¿Están dispuestos a esto?

- Sí - tomó de la mano a Tn - Nos aseguraremos de cuidarla muy bien doctor - Tn solamente asintió con la sonrisa más falsa de todas.

- Si es así, los veo en dos días - se puso de pie y nuevamente estrechó manos con esos dos jóvenes.

El camino a casa fue en total silencio, sin Arturo de por medio, lo único que escuchaban era los balbuceos de Baek.

Tn quería llorar, pero no se lo permitiría con el chófer estando ahí, el de seguro le contaría a Arturo. Rosa era consiente de ello, sin embrago era prudente y esperaría hasta llegar a casa.

El auto arribó después de más de una hora, en la puerta de la mansión. Bajó lo más rápido ahora con un pequeño totalmente dormido y con una mayor siguiéndole el paso.

La puerta de la habitación fue cerrada, con cuidado solamente por la criatura durmiente. Rosa del otro lado tocó dos veces y abrió la puerta - Mi niña.

Sus ojos acuosos conectaron con esos llenos de ternura y las lágrimas comenzaron a caer -Rosa - se aferró a ella ni medio se acercó - Rosa - siguió sollozando - A é-él n-ni siquiera le importó el escuchar que me podría morir si quedaba embarazada - sacó su rostro del escondite - Sé que es mentira todo, pero duele, no le interesa nada, el no es el amigo que pensé que sería.

Rosa entendió a la perfección esa traición, pues de alguna manera la vivió con su difunto marido, aquel que se encargó de separarla del amor de su vida. Lo único que se dedicó a hacer fue darle caricias en su cabello y dejar que esas lágrimas espesas mojaran su ropa.

Seré madre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora