-2-

2.9K 399 39
                                    


Juego con mi desayuno pensando que tan cierto será el que nos asentaremos en Yeda. Jamás hemos estado en un lugar por mucho tiempo desde que tengo memoria. Mi padre a penas recibe nuevas indicaciones de su singular trabajo y enseguida tenemos que cambiar de pueblo o ciudad. Es tan extraño que ahora estén pensando asentarse en esta ciudad, pero más aún raro que mis padres estén buscando un colegio para que Thiago y yo estudiemos. Nuestra preparación académica siempre ha estado a cargo mi madre y de profesores en línea.

Puedo decir que soy una chica bastante responsable, pero hace un año después que papá nos dijera que al final teníamos que movernos nuevamente de ciudad cuando nos prometió nos quedaríamos a vivir en Nevadas; me sumí en la rebeldía suspendiendo mi año escolar, decidí no certificar mi nivel y ahora tendré que cursar nuevamente el segundo año de bachillerato puesto que no validaron la documentación del último año, aquello sin duda fue una mala decisión.

Ahora sólo espero poder ser una adolescente normal, tengo diecisiete años y nunca me he enamorado, anhelo conocer a un chico con el cual pueda sentir ese sentimiento que dicen te eriza la piel, mi primer amor, pero eso es imposible cuando nunca convivo con ninguna persona de mi edad, espero que todo cambie.

—Cariño, ¿no tienes apetito? —me cuestiona mamá desde el otro lado de la mesa.

—Mamá, ¿en verdad nos quedaremos a vivir aquí? —evado su pregunta al cuestionar deseosa que la respuesta sea un sí.

Vivir de un lugar a otro es realmente deprimente, jamás he tenido amigos y extrañamente nunca habíamos entablado amistad con ningún vecino. Siempre vivíamos en lugares casi aislados sin vecinos por kilómetros.

—Sí, mi amor —responde con una enorme sonrisa y yo sonrío al igual que ella. Al parecer por fin tendremos una vida normal.

Trato de que mis sentimientos se mantengan escondidos en mi interior, quiero gritar de emoción, lo que he anhelado por mucho, por fin se hará realidad. Muerdo ligeramente mis labios reprimiendo mis lágrimas de alegría, mamá al notarlo me sonríe extendiendo la mano hasta tomar la mía. «Te amo», leo de sus labios y le sonrío agradecida.

—Podré tener amigos —dice Thiago con la boca repleta de frutas pero con sus chispeantes ojitos llenos de ilusión— ¿Ferrell va al mismo colegio donde iremos Cami y yo? —cuestiona y yo sonrío.

A pesar de la diferencia de edades entre ellos en tan sólo un par de semanas han forjado una gran amistad. Es palpable que mi hermano necesitaba de un amigo al igual que yo y Ferrell es un niño muy dulce, que se ve también adora mi hermano.

Aún cuando nuestras familias apenas si se conocen, nos hemos tomado mucha confianza, Ferrell suele venir a casa a comer con nosotros.

—Sí, mi amor; pero Ferrell estará en el edificio de preescolar y tú en el nivel básico. Así que tampoco Cami estará contigo. Porque ella estará en el edificio de bachillerato —responde mamá.

—Pero harás otros amigos —le habla papá sonriendo y tomando su pequeña mano.

—Lo sé, pero me gusta jugar con Ferrell y quería cuidarlo —sonrío al escucharlo.

Me encanta que Thiago tenga tan buen corazón y sin duda es un niño muy protector, siempre que Ferkon me molesta él sale en mi defensa y Ferrell se convierte de inmediato en su aliado. Ferkon es tan idiota. De todo lo bueno que está por venir para mí, el idiota de Ferkon es lo único negativo, como detesto tener que verlo.

VUELVE A MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora