-71-

525 181 19
                                    


Un mes más tarde

Tras dejar instalados a papá, Makela y mis hermanos en Nevadas, fuimos a Quesbo para pedir nuestro traslado a Bahía, ahora somos un par de «agentes de escritorio» como suelen llamar a los que hemos decido no ser encubiertos o de los equipos GEO, que se encargan de misiones peligrosas a fuego abierto.

Como algo que ya toda la familia nos esperábamos, Thiago decidió quedarse en la isla junto a mi abuelo, él quiere seguir el camino de la familia al formar parte de la agencia; Makela manifestó abiertamente el no estar de acuerdo, se bien que ama a Thiago como si fuese en realidad su hijo y se rehusaba a separarse de él, por fortuna mi hermano le prometió visitarla cada fin de semana. En verdad que jamás me imaginé que Makela fuese una mujer tan maravillosa y que se ganaría por completo todo el cariño que le tengo.

Y ahora estoy aquí en Bahía mientras los brazos del amor de mi vida rodean mi cintura encontrándose adherido a mi espalda en tanto caminamos observando cada rincón del departamento que decidimos comprar. Es del tamaño ideal, tiene una terraza hermosa con vista a la playa de Bahía, por fin podremos disfrutar de una playa sin tener que congelarnos, el departamento es tan amplio que cuenta con un par de recámaras adicionales que Fenrir a dicho serán para cuando mi familia decida visitarnos, pero mis planes son completamente distintos, es ahora cuando voy a recordarle su promesa o quizá lo idóneo para cuando lleguen nuestros bebés sea comprar una casa con un jardín inmenso donde nuestros pequeños puedan jugar sin parar. No puedo evitar ilusionarme creando la película perfecta de mi vida en mi cabeza.

Seguimos el recorrido y a cada paso me ilusiono más y más, fantaseo con decenas de imágenes de bebés corriendo por doquier invadiendo el ambiente con sus dulces risas, y es que añoro tanto ser madre que la sola idea me llena de anhelo y una inexplicable alegría.

—Aquí podremos hacer muchos —hablo esperando que él entienda lo que digo cuando abro la puerta de la habitación principal.

Hemos dedicado todas las tardes a comprar los muebles de cada rincón de nuestro departamento hasta dejarlo enteramente a satisfacción de los dos.

Sus labios posan sobre mi hombro dejando un dulce beso en él. Giro para verle a la cara y él desliza suavemente sus dedos sobre mi rostro viendo el recorrido que deja con ellos. Me gusta la forma con la que siempre me ve, pareciera que lo que sus ojos destellan es algo más grande que el amor, un sentimiento que las palabras no conocen y que sólo se manifiestan con miradas.

Acerco mis labios a los suyos para darle un ligero beso, pero el atrapa mi cuello para intensificarlo, sus labios son una verdadera delicia y son míos.

Había planeado hacer muchos bebés en esta habitación, pero la práctica quizá nos lleve a un resultado mayormente exitoso, pienso caminando en retroceso hacia nuestra cama. Esta será la primera noche que pasemos en nuestro departamento. Durante las primeras semanas estuvimos quedándonos en un hotel para buscar el departamento ideal y tuvimos suerte en encontrarlo tan pronto.

—Quiero que reviertas la vasectomía cuando antes —le pido finalizando nuestro beso cuando siento mis piernas chocar contra el colchón, él me regala una mirada triste y me temo que no pretende cumplir con lo que hace más de un año me prometió—. Me lo prometiste —le recuerdo.

—Camila, te amo tanto —acaricia una vez más mi rostro para enseguida abrazarme.

—No se te ocurra no cumplir con tu promesa —le advierto con la voz cortada sin apartarme de él, lejos de ello lo estrujo escondiendo mi rostro en su torso—. También la amé —le hago saber porque no pretendo que piense que a mí no me dolió perder a nuestra bebé.

Sufrí enormemente al saber que jamás conocería el bello rostro de aquel ángel que me había llenado de ilusión, me fue tan difícil hacerme a la idea que nunca la abrazaría, que no me llamaría mamá y que no podría tenerla entre mis brazos.

VUELVE A MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora