-86-

484 165 25
                                    



Me siento como un miserable gusano al saber lo que haré, que no tengo opción si quiero mantener a salvo a Fenrir y a mi hija.

Después que se ha desmayado al saberme su madre no pude hablar con ella, se negó a recibirme en el hospital y preferí no insistir durante la semana, pero esta mañana que tuve la clase con su grupo no me rechazó. Pensé que lo haría, pero lejos de ello ha sido sumamente dulce, por primera vez he escuchado de sus labios pronunciar esa palabra que tanto anhelaba oír, "mamá", pero ahora que me encuentro frente a la casa de Bruno a la espera de que él llegue, he vuelto en un taxi después de haberla dejado, no quiero que ella me vea, sé que estoy por destruirla.

Veo llegar un coche negro y bajo de inmediato del taxi para acercarme a él mientras las rejas se abren. Un sujeto corpulento se acerca a mí tomándome del brazo para alejarme, es su escolta.

Bruno baja de inmediato de su coche para intervenir, compruebo con ello que sigue siendo todo un caballero, que seguramente sería un excelente esposo para mi hija, pero estoy por destruir esa relación.

—Está bien —le habla a su escolta quien me suelta de inmediato sin apartarse.

—No me recuerdas, ¿cierto? —lo cuestiono.

Mi voz se corta sabiéndome culpable de lo que estoy por hacer, él arruga el ceño no deja de observarme pareciendo que trata de reconocerme.

—Lo lamento —habla enseguida.

—Soy Camila.

Mueve la cabeza en negativa notándose desconcertado. No deja de observarme, seguramente trata de obligar a su mente a recordarme.

—Camila, la chica que se mudó a tu casa al perder todo lo que tenía.

Su semblante cambia súbitamente, ahora parece odiarme, si es así, tiene toda la razón, acusé a su padre de acoso y no creo que esa mentira sea fácil de olvidar.

—¿¡Y la que desapareció repentinamente después de acusar a mi padre?! —me pregunta ante lo que parece ser un reclamo—. ¿Qué haces aquí? —cuestiona con la misma hostilidad.

—Debemos hablar.

—No hay nada de que hablar —sentencia intentando subir a su coche, pero lo detengo tomándolo por el brazo.

—No estoy aquí por ti, estoy aquí por mi hija —miento y él da un tirón a su brazo para soltarse de mi agarre—. Nuestra hija, Bruno —abundo con mi mentira.

—¿Nuestra hija? —cuestiona incrédulo.

Noto a su escolta tomar distancia dándonos cierta privacidad.

—Tiene más de veinte años que desapareciste, eso es absurdo y cuando éramos unos adolescentes jamás te toqué —habla molesto.

—¡Y nuestra hija tiene diecinueve años! —levanto la voz, me siento desesperada.

De que Bruno me crea depende la seguridad de mi hija y la vida de Fenrir.

—¿Recuerdas la noche que nos embriagamos? —fuerza una carcajada al escucharme dejándome aun más nerviosa con ello—. Me entregué a ti, Bruno.

—No me tomes por idiota.

—No lo creas si es tu decisión pero no voy a desistir, tendrás que escucharme porque tenemos una hija. Debemos hablar pero no aquí —insisto esperada deseando que mi plan funcione y que todas las mentiras que aún están por salir de mis labios sean convincentes.

—Lo haremos después y para ello deberás traer las pruebas requeridas, no creeré que tengo una hija contigo sólo porque hoy llegas a la puerta de mi casa diciendo que es así. ¿Qué buscas, dinero? Mejor será que te vayas y dejes de inventar cosas tan absurdas. Suficiente tuvimos cuando intentaste manchar el nombre de mi padre.

VUELVE A MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora