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No he podido evitar a Fenrir del todo, he tenido que seguir con la mentira de querer espacio mientras me adapto estar con él nuevamente, por fortuna, lo ha creído. He ido y venido de su departamento al mío no teniendo un plan trazado para librarme de Álvaro y quien sea que esté detrás de todo esto, antes quiero cerciorarme que en realidad María es mi hija.

Me siento nerviosa mientras voy de camino al laboratorio a donde he enviado ha realizar los exámenes de ADN estoy ansiosa por obtener los resultados que confirmen que ella es mi hija, aunque ahora estoy segura después de haber tenido con ella aquella breve conversación. Rememoro el día que pude conversar con ella.

—Hola. María, ¿cierto? —cuestioné al verla caminar sola en uno de los pasillos de la universidad.

Fingí que no estar segura de recordar su nombre aunque en realidad parecía que lo tenía tatuado en la mente, porque no dejaba de pensar en ella ni un sólo instante.

Era el horario para desayunar y al verla tuve una repentina idea para lograr obtener muestras de su ADN y con ello corroborar que si era mi hija o no.

—Hola —me sonrió con amabilidad.

Ya veía en ella un sin fin de rasgos de Fenrir, su sonría también era idéntica a la suya. Me convencía cada vez más que ella era mi hija. El pequeño ser que nació del amor que siento por Fenrir y que nos fue arrebatado por el malnacido de Marcél.

—¿Me recuerdas? —Cuestioné absurdamente sin que dejáramos de caminar.

Al grupo de María sólo lo veía una vez por semana, los días viernes para ser exacta. Ella me había visto únicamente en la clase anterior.

—Obvio, sí —respondió sonriente—. Es la profesora sustituta de recursos humanos, tuvimos clases con usted el viernes pasado a la cuarta hora.

—Pero trátame de "tú" —le pedí y ella volvió a sonreír.

—Me resultaría difícil por no decir imposible, el tutear a una profesora o alguna persona mayor. Soy huérfana.

Mi corazón palpitó aún más rápido al escucharla, con ello ya no tenía duda alguna que era mi hija, eran demasiadas coincidencias, se llamaba María, era de Ainrofilac y entonces me confirmaba que era huérfana, di por hecho al saber su apellido, "Expósito", pero ella lo había corroborado.

—Mojas me criaron y ellas me enseñaron a respetar sobremanera —sonrió.

Y fue allí donde corroboré todas mis sospechas, ya sólo me quedaba realizarme el examen de ADN y tener la prueba fehaciente de nuestro parentesco para cuando llegase el momento le hiciera saber que era su madre.

Quería abrazarla, decirle lo mucho que la había buscado, que la amaba tanto y que sólo anhelaba el recuperar todo el tiempo que nos habían arrebatado.

—Okay —sonreí soportando mis ganas de llorar—. Quiero pedirte un favor.

—Diga —me vió sorprendida deteniéndose cuando ya nos encontramos frente a la puerta de la cafetería.

—¿Podrías hablarme de tus compañeros?

Arrugó el ceño ante mi cuestionamiento, creí que no era la mejor manera de buscar acercarme a ella, estaba tan nerviosa, ansiosa y desesperada que quizá no tenía las mejores ideas.

—No me mal entiendas —obligué a mi mente a tratar de arreglar todo—. Sólo tengo una clase con ustedes por semana, ese no es tiempo suficiente para conocerlos, y me siento en desventaja. Quiero conocerlos un poco, quizá eso me ayude a no sentir que mi clase es demasiado tensa y que mis alumnos me repelen.

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