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Paso mi temor al rechazo por parte de mi hija a segundo plano tras darme cuenta que ha escuchado lo que Bruno a dicho, notando de quien viene acompañada. 

Veo a Bruno caminar hacia ella para explicarle pero le recibe con una dura bofetada, sé que no querrá escucharnos, pero también sé que no le permitiré salir de aquí acompañada de Félix.

Sólo escucho la breve discusión que sostiene con Bruno mientras mis ideas revolucionan en segundos tratando de buscar la manera de que se quede a mi lado para protegerla aún sin saber si Félix es o no el sujeto detrás de toda esta confusión y amenazas continuas.

—¿En verdad eres mi madre? —cuestiona María viéndome con sus ojitos enrojecidos al estar llorando.

Comprendo su desconfianza después de escuchar decir a Bruno que nos hemos besado, lo que en realidad ella no sabe que eso sucedió antes que ella existiera siquiera en mi vientre. Que fue un acto desesperado de mi adolescencia para poder mantener a salvo a mi padre y seguro a Thiago.

Un recurso tan desesperado como el mentirle a Bruno sobre su paternidad.

—Lo soy, mi vida. En verdad lo soy —respondo acercándome a ella con una doble intención, que me escuche y alejarla de Félix.

No logro acercarme porque ella retrocede un par de pasos hasta quedar muy cercana de Félix. Suplico al cielo que no se atreva hacer nada en contra de mi hija. Me reprocho el haberla expuesto aún más en lugar de librarla por completo.

Vuelve a retomar la discusión que sostenía con Bruno y Félix sonríe pareciendo que ha obtenido algún triunfo, corroboro con su actuar que es él quien me ha enviado los mensajes y quien ha comprado a Álvaro.

Reconozco el poder adquisitivo de los Prats y Félix llevando la sangre de ellos, seguramente tiene una fortuna, con la que puede pagarle a Álvaro, aunque este a dicho que trabaja para él desde varios años atrás, me cuesta aún más creer que mi hermano este vinculado con los sujetos que distribuyen los narcóticos o que aún peor, sea el líder de alguna organización criminal, es imposible cuando es tan joven.

Pero la sola idea de que mis ideas sean ciertas me causa una doble angustia y un dolor aún mayor, se trata no sólo de la seguridad de mi hija, si no, el cerciorarme que mi hermano es quien amenaza con hacerle daño.

Félix se encarga de llenar de ideas falsas a mi hija usando como método de ataque lo que acaban de escuchar, aunque del beso aquel hayan pasado más de veinte años, pero mi hija desconoce la verdad y estando tan herida será imposible nos escuche.

Mi desesperación aumenta a medida que la discusión entre ella y Bruno se vuelve más enérgica al intervenir Félix con sus astutas insinuaciones.

—¿Reunión de amigos y no me invitaron? —habla Ferrell al llegar al aula.

Me desconcierta que aún en una situación cómo está y sabiendo lo peligroso que puede llegar a ser Félix haga bromas.

—¿Qué haces aquí? —María es la primera en dirigirse a él, achica los ojos mostrándose expectante— ¿Sabías lo que entre Camila y Bruno...

—¡Entre Camila y yo no hay nada! —grita Bruno.

—Dime, Ferrell ¿Por eso lloraba Camila anoche cuando salí de la ducha? —mi hija ignora lo que dice Bruno y sigue interrogando a Ferrell—. En realidad no fue por el examen de ADN, ¿no es así?

—Creo que deberíamos hablar pero sin que ciertos enfermos estén presentes —responde Ferrell, ve hacia Félix.

—Este enfermo, como me llamas, es más leal que todos ustedes juntos.

—"Isti infirmi is mis liil" —se burla— "Uy, sí. Cuanto te envidio". A María ya se le acabó el perfume, ¿no deberías ir a comprarle otro? ¡Enfermo! —enfatiza.

—Tan inmaduro como siempre —Félix sonríe mientras mueve la cabeza en negativa.

—Vámonos de aquí, Félix —pide María—. No quiero estar cerca de ninguno de ellos —abunda repasando nuestros rostros uno a uno.

—No te irás con él —hablo desesperada tomándola fuertemente por el brazo para impedir que se marche con Félix, no le daré el gusto de llevarse a mi hija.

Mis manos tiemblan y no puedo controlar mi llanto no sólo por lo que ocurre aquí, si no porque bastará una llamada de Félix para exponer a Fenrir, me aterra que pueda sucederle algo, pero también soy consciente que no voy a permitir que mi hija corra peligro.

Mi hija opone resistencia así que tiro más duro de su brazo sin desear hacerle daño, la pego al torso de Bruno y este la enrolla por la cintura, se resiste a quedarse con él mientras yo me acerco a Félix para enfrentarlo.

—Cuando te volví a ver me alegré de verte con vida. Tu desaparición y la de Madsen pesaban en demasía en mi ser —hablo aún par de centímetros de él, sólo sonríe de forma burlona—, me alegré que estuvieras bien, pero enseguida mi alegría se apagó cuando noté todo el daño que Marcél había causado en ti y en Madsen. Pero seguí guardando la esperanza que todo en ti cambiaría, y cuando te vi con mi hija me sentí tan feliz nuevamente, pensé que habías superado todo lo que ese enfermo te orilló a vivir. Me equivoqué, en realidad nunca lograste escapar, Marcél te convirtió en un ser tan repulsivo como lo es él —mis lágrimas no dejan de fluir.

Tras mis palabras una nueva teoría se apodera de mi mente siendo esta igual de siniestra que la primera, si en realidad es Marcél quien está detrás de todo esto con el apoyo de Félix. Eso podría ser mayormente posible porque nunca pudimos dar con esa maldita rata escurridiza.

—No necesito de tu compasión, Camila —Félix me saca de mis pensamientos—. Marcél no me arrastró a ningún lado, las decisiones fueron mías, así como las tuyas —sonríe—. Y créeme, no soy ni la mitad de lo que te imaginas, soy capaz de hacer peores cosas de las que crees.

—Voy a hundirte, Félix —lo amenazo.

—Te dije que huyeras cuando aún podías. Era aquel el momento para que mantuvieras a salvo a tu hija, ahora ya no podrás hacer nada.

—Acércate a ella y te juro que voy a matarte con mis propias manos —amenaza Bruno.

—"¿Crees que logras mantenerla a salvo como lo hiciste con Fabiola?" —noto su voz temblar mientras aprieta los dientes—. Pudiste cuidarla mejor —da un par de pasos hacia Bruno—. Sigue cuidando de Gavril, Bruno. Porque no sólo María corre peligro a tu lado.

Es lo último en decir antes que salga del aula caminando con suma tranquilidad demostrándonos a todos que no tiene miedo a las represaliadas en su contra, como si no existieran argumentos o pruebas válidas para hundirlo en la cárcel.

Apenas Félix abandona el aula siento que mi hija rodea mi cuerpo, la abrazo fuerte estrujándola agradecida con la vida porque sigue a mi lado y así podré protegerla.

—No entiendo nada, mamá —dice llorando— ¿Quién es Félix? —la escuchó susurrar entre llanto.

—Voy a explicarte todo, mi amor, pero ahora debemos localizar a tu padre antes que él lo haga. No voy a permitirle a nadie que vuelva a arrebatarme lo que más amo —hablo aferrada a su cuerpo.

Sé bien que el que esté ahora conmigo y el que haya corroborado las sospechas de Ferrell no nos libera de las atrocidades que Félix o quizá Marcél puedan hacer en nuestra contra.

Cierro los ojos y estrujo a mi hija por un instante más antes de marcarle a Fenrir. Cierro mis ojos mientras escucho el tono de la llamada entrar al número del amor de mi vida, me resulta tan doloroso que Marcél haya logrado corromper de esa forma a mi pequeño hermano.

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