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Elevo mis manos al compás de la música mientras cierro los ojos dejándome llevar por el ritmo deseosa de que la noche se alargue, el alcohol en mi sistema empieza hacer efecto, haciéndome sentir extrañamente feliz. Abro mis ojos para observar las luces multicolores que parpadean iluminando el lugar, todo parece mágico e irreal, me dejo llevar por el efímero momento de felicidad.

Hacia meses que la angustia no me liberaba y ahora estoy aquí disfrutando de lo que soy, una adolescente que no debería tener ningún tipo de preocupaciones, pero en cambio llevo conmigo una enorme carga que amenaza con destruirme aún más.

—¡Todo es perfecto!

Cierro nuevamente mis ojos y grito a todo pulmón logrando que mi voz se mezcle con el bullicio, y la música que en otro momento creería que haría estallar mis tímpanos me resulta magnífica.

Abro los ojos cuando ciento el roce de las manos de Bruno rodeando mis caderas con timidez, los abro para encontrarme con sus ojos, me sonríe subiendo sus manos hasta mi cintura cuando también se mueve al compás de estruendo musical.

—¡Gracias! —me acerco a susurrarle al oído— Necesitaba salir de mi caverna de sufrimiento y desasosiego —me sonríe.

—Sólo vive, Camila. ¡Viveeeeeee! —grita haciéndome reír.

Nos fue fácil entrar al antro sin necesidad de presentar identificación o pagar algún soborno, al parecer en verdad lucimos como auténticos chicos mayores de edad.

Continuó disfrutando del momento, ordeno a mi mente mantenerse en el lugar, sin que el pasado importe y menos aún el mañana. Haré lo que tenga que hacer pero este es mi fugaz momento de paz.

Estoy cansada de llorar, de pensar en mi futuro temiendo a lo que pueda suceder, estoy harta de sufrir, no me merezco nada de lo que ha acontecido en mi vida.

—Luces hermosa —me susurra al oído.

También lleva un par de copas encima; su efecto es más notorio que el mío, sus ojos se encuentran irritados y su lengua ya arrastra las palabras aunque aún parece mantener el equilibrio en su totalidad. No sé cómo volveremos a casa en el estado que seguro terminaremos, tan sólo es la una de la madrugada y seguro que en unos minutos más ya estaremos más que ebrios.

Y como por arte de magia los recuerdos vuelven como un gigantesco torbellino: mi madre muerta, mi padre a nada de ser juzgado por una corte marcial y el rostro de mi Fenrir al descubrirme a un paso de entregarme a Ferkon; mi vida es un maldito desastre y sólo tengo esto, un instante de felicidad.

Me pierdo en mis pensamientos por un instante. No sé qué hacer después de haber arruinado mi plan inicial con Ferkon. Se suponía que me acostaría con él y después le haría creer que había pasado la noche con Bruno.

—Si no estuvieses con Danilo te aseguro que no perdería la oportunidad ahora que no estoy del todo consciente.

Las palabras de Bruno me hacen saber que no todo se ha ido al caño, que aún tengo la oportunidad de que Ferkon crea que estoy jugando con ambos.

El demonio en mi interior hace de las suyas empujándome a llevar a cabo un "plan B" que no existía, uno que espero funcione y no sea como el anterior.

—¿Quién te ha dicho que estoy con Danilo o con alguien más? —me acerco a su rostro y él sonríe antes de llevar sus labios a los míos.

VUELVE A MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora