-34-

1.7K 303 19
                                    



Camino de un lado a otro durante la intervención quirúrgica de mi padre, ya hace cuatro horas que se encuentra en el quirófano y nadie nos dice nada sobre el avance de la cirugía.

Me muerdo las uñas deseando acabar con mi desesperación y ansiedad, es terrible el no saber qué está sucediendo con mi padre. Quiero que todo termine ya, quiero tenerlo de vuelta y decirle cuánto lo he necesitado.

—Hija, con estar de un lado a otro no ganas nada, ven a sentarte —me habla Leonora estando sentada a un costado de Franko.

—Ya se han tardado demasiado —respondo volviendo a morder mis uñas—. La primera vez que lo intervinieron por lo de sus pulmones no tardaron tanto, ¿qué crees que esté sucediendo? —cuestiono desesperada como si Leonora supiera más que yo.

—Hija, todo saldrá bien. Confía.

Suspiro profundo y decido salir a la pequeña terraza frente a nosotros. Veo el gris cielo que anuncia una tormenta y el aire frío golea mi rostro haciendo mi cabello ondearse, cierro los ojos disfrutando de ello.

Siento mi celular vibrar en la bolsa trasera de mis jeans y abro mis ojos, lo tomo para saber de quien se trata.

Mi refugio:
¿Puedo volver para
estar contigo?

Sonrío al ver de quien se trata, además, ¿quién más podría ser? Más que "mi refugio", suena extraño tenerlo registrado de tal antera, pero eso ha sido durante todo este tiempo, los brazos donde puedo refugiarme y llorar sintiéndome protegida, cobijada.

Leo el mensaje de Danilo. No dudo en responderle. Aún sin dejar de sonreír.

:
Tardaste demasiado en
sugerirlo. Mi papá aún
sigue en el quirófano,
estoy desesperada.

Mi refugio:
Llego en un par de minutos.

:
No tardes. Te necesito.

Le pido, deseosa que llegue lo más pronto posible, el estar con él me hace sentir confiada de que todo estará bien.

Mi refugio:
No, pequeña.
Esteré contigo enseguida.

Sonrío nuevamente y guardo mi celular en el mismo lugar.

—¿Danilo? —me cuestiona Leonora con una sonrisa cuando coloca su mano en mi hombro llegando desde mi espalda, asiento con la cabeza— Ese muchacho es un gran chico, me resultó extraño no encontrarlo cuando llegué. No te deja ni a sol ni a sombra —sonríe.

Sólo le sonrío sin dar explicaciones sobre su ausencia, no creo que deba decirle que le he pedido que se vaya por culpa Ferkon.

En menos de cinco minutos lo veo llegar, sonrío cuando aparece en la terraza y de inmediato va hacia mí para abrazarme, enrollo mis manos en su cintura mientras él me estruja dejando repetidos besos sobre mi cabello. Escucho los tacones de Leonora al dejarnos solos.

—Te afeitaste —acaricio su mejilla cuando nos separamos ligeramente. Me sonríe.

—Le hice caso a Franko y me quité un par de años de encima. Creo que he tapado uno de los lavabos del hospital —dice sonriente.

VUELVE A MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora