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FENRIR

Vivir así es extraño, de pronto me siento ansioso, desesperado, temeroso, molesto y en otras ocasiones es una mezcla de todas las emociones negativas que puedan existir. El no saber incluso quién soy es realmente frustrante. Aunque ella me ayuda a sobrellevar todo, me gusta lo paciente que es y la dulzura con la que me trata, este es mi lugar y ella me hace sentir exactamente así, que estoy en el sitio correcto.

Me muevo un poco y siento que su peso ya no descansa sobre mi brazo, sonrío cerrando mis ojos, como cada noche ella ha dormido abrazada a mí, me gusta como se siente, su liviana figura envuelta entre mis brazos es una sensación agradable a la que me he acostumbrado durante este par de semanas que llevamos viviendo juntos.

Escucho la regadera de la ducha y levanto un poco el rostro para ver la hora en el reloj que está en el buró de su lado en la cama. Aún faltas algunos minutos para las ocho de la mañana. Vuelvo a cerrar los ojos para dormir algunos minutos más.

—Debieron decirme que los malos hábitos no desaparecen con la pérdida de memoria —sonrío sin abrir los ojos al escucharla hablar.

Siempre me repite que soy un perezoso, que amo despertar tarde y que constantemente llegamos a destiempo a todos los desayunos que somos invitados porque jamás me despierto temprano.

Me gusta que sea ella quien me diga como soy, como actuaba antes de olvidarme de todo, es placentero que me conozca tan bien, que cuando comemos sepa cuáles son mis platillos favoritos. Sus acciones me hacen saber lo mucho que nos amamos y lo compenetrados que estamos. Espero pronto mis recuerdos vuelvan para recordar también todo de ella.

Se dirige al vestidor sin decir nada más, abro mis ojos para verla de espaldas, sólo se encuentra envuelta en su corta bata de baño, es imposible que mi hombría se mantenga dormida al verla así. Hemos pasado dos semanas juntos, pero no la he tocado, no al menos como mis deseos me exigen. Camila es una mujer hermosa y me invita a desearla aún más cuando su piel se encuentra tan expuesta ante mis ojos.

Me levanto y camino hacia el vestidor encontrándola sólo en pantys, está por ponerse el bra, pero se lo arrebato para besarla estando semidesnuda. Acaricio su curvilínea figura ardiendo en deseo de poseerla.

—Fenrir... —habla acelerada sobre mis labios—, aún no...

—Déjame probarte —le pido besando su cuello—, me gusta como tu piel se estremece cuando te hago llegar.

Llevo mis manos hasta su entrepierna para sentir su humedad, gime despacio mordiéndose los labios. Dejo su cuello en paz para poder ver como su rostro se desfigura de placer mientras la toco.

Mi respiración se encuentra tan acelerada como el suya, el placer que me regala con sus gemidos y gestos es embriagador.

—Llegaré tarde —apenas su voz sale audible.

—¿Eso importa? —cuestiono sin dejar de mover mis dedos hacia su interior.

—No, nunca nos ha importado —da por respuesta apretando las piernas a punto de llegar al clímax.

—No tardarás —hablo sobre sus labios, es placentero saber que le gusta como la toco y que sin mucho esfuerzo puedo hacerla terminar.

Noto su humedad crecer entre mis dedos en tanto sus paredes se contraen, siento como sus uñas aferradas a mi espalda me laceran sin importarme.

Pego mis labios a los suyos para que su gemido se ahogue en ellos. Espero en verdad que esta tarde el médico me diga que podemos retomar nuestra vida sexual, porque estoy por volverme loco al no poder hacerla mía.

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