-95-

753 167 29
                                    


—ESPECIAL MARÍA—

Me siento fatal escuchando llorar a Gavril, detesto el no saber qué hacer para calmarlo, lo arrullo entre mis brazos mientras vamos de camino al consultorio de Fernando, lloro ante mi desesperación.

Ferrell voltea hacia nosotros en repetidas ocasiones para vernos a través del retrovisor, por primera vez no ha hecho una de sus usuales bromas, sabe que no es momento.

Prácticamente corro hacia el consultorio de Fernando a penas Ferrell aparca, escucho las apresuradas pisadas de Bruno detrás de mí, mi pequeño bebé no deja de llorar destrizándome aún más el corazón, quisiera estar en su lugar para que él no sintiera el dolor que siente.

Abro la puerta sin tomarme el tiempo de llamar, en este momento los buenos modales no me importan.

—No ha parado de llorar y la temperatura no cede —hablo acelerada.

Fernando se encuentra de pie del otro lado de su escritorio, se ve pálido y asustado, su mirada se desvía hacia un costado, donde la puerta abierta evita la vista.

—Vaya que tengo la maldita suerte de mi lado —la voz de Félix pareciera resonar por todo el lugar.

Veo trae un arma, enseguida apunta hacia mí. Mis manos tiemblan como si fuesen de gelatina viendo a Félix apuntando su arma hacia Gavril, arropo más entre mis brazos a mi bebé tratando de protegerlo, mi llanto silencioso fluye cada vez más abundante mientras el de Gavril es cada vez más fuerte.

Félix me sonríe de una forma macabra, una sonrisa que no le conocía, pero que delata lo podrido que está por dentro, que es un ser enfermo y yo me mantuve ciega al no ver lo que en realidad era a quien por tanto consideré mi amigo.

—Cierra esa maldita puerta —ordena a Ferrell que ha entrado detrás de nosotros—, si no quieres que le vuele la cabeza al hijo de tu gran amiga —amenaza—. ¡Ponle el seguro! —grita.

Ferrell obedece de inmediato, todos en la habitación sabemos que Félix es un asesino sin escrúpulos, sin poderlo evitar mi memoria viaja a la ocasión que vi el libro de medicina en el departamento de Fernando, todas esas marcas que ahora sé sufrió Gabriela en manos del demente de Félix, me resulta tan aterrador y retorcido.

—Vayan con Fernando —les ordena apuntándolos con el arma.

Bruno se rehusa viéndonos sabiendo que nos encontramos en peligro. Lo veo a los ojos suplicando con ellos que obedezca a lo que Félix pide, me da terror que le dispare o a cualquiera de nosotros si desacatamos sus ordenes.

—¡¿Estas sordo, idiota?! —grita fuera de sí.

Aún así Bruno se mantiene inmóvil. Félix ríe como un demente para enseguida dispararle a Bruno en la pierna, grito horrorizada y Gavril llora aún más fuerte, pareciendo eso algo imposible. Trato de correr hacia Bruno pero Félix me apunta con el arma.

—Estaré bien —me hace saber Bruno estando tendido sobre el piso, lloro desconsolada viendo como la sangre fluye de su pierna.

—¡Vas hacer lo que te diga, ¿entendiste?! —dice al tomarme por la mandíbula de forma tan brusca que siento que me la partirá en dos—No voy a permitirle a nadie me arrebate todo lo que tengo, ya me cansé de ser siempre él que pierde todo.

—¡Suéltala! —grita Bruno poniéndose en pie con dificultad.

Félix en un instante ya me tiene tomada por el cuello con su antebrazo usándome como escudo humano mientras el arma apunta a la pequeña cabeza de Gavril, no opongo resistencia e intento dejar de llorar para no alterarlo más.

VUELVE A MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora