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FERNANDO 

Apunto hacia el centro de la diana sintiendo una rabia inmensa por ser quien soy, aún cuando detesto mi vida no me queda más que aceptarla, para mí no hay caminos alternos, ya todo ha sido trazado por mi nefasto padre y lo que parece ser mi destino.

Tomo un profundo respiro antes de disparar, las detonaciones hacen eco por todo el lugar, mis oídos chillan pero ya me he acostumbrado a ello, cierro los ojos por un breve instante cuando veo atravesar la bala a través del círculo, no puedo negar que la sensación que siento al sostener el arma es sumamente satisfactoria, pero tampoco puedo negar lo placentero que sería descargarla por completo en mi progenitor, él es el causante de que odie mi vida.

Un par de aplausos se escuchan a mi espalda y no me intereso en voltear, sé que se trata de mi padre, mi "orgulloso padre".

—Digno hijo de su padre —halaga «Lobo» quien es mi custodio.

Lo veo por el rabillo del ojo, también sostiene un arma, entrena a mi par demostrando su hábil puntería, el maldito siempre da en el centro.

—Maldito lame bolas —enuncio molesto viendo hacia mi amigo, mi padre ríe.

Se supone que debemos amar a los seres que nos dieron la vida, pero yo cada día al abrir los ojos deseo que mi vida no fuese esta, quizá para otros soy un joven privilegiado, a mi alrededor sólo hay abundancia y puedo viajar a los confines de la tierra si eso quiero, pero todo el maldito dinero que mi padre tiene esta manchado de sangre y yo sólo veo eso como mi mayor maldición.

—Deberías de usar los protectores, te quedarás sordo si continúas practicando así —me reprende en tono amistoso.

—"¿Cuándo tenga que matar a alguien tendré tiempo de colocarme las gafas y los tapones?" —cuestiono sarcástico volviendo a disparar— Creo que no, ¿a cuántos has matado con gafas y protección, papá? —le pregunto sin verlo mientras cargo nuevamente mi arma.

—No sólo tienes agallas, si no también eres un muchacho inteligente. Sabes lo orgullo que estoy de ti —palmea mi hombro y levanto la mirada encontrándolo sonriente.

—He tenido un buen maestro —enuncio mostrando mi fastidio.

Amartillo mi arma y le apunto a la cabeza, bien podría dispararle ahora, acabar con su vida y quizá así lograría ser libre, mi padre sólo me sonríe. Sabe que no tiraré del gatillo, me tiene en sus manos. Siento el frío metal de la boca del arma del «Ruso» que apunta a mi cabeza, aún así sigo apuntando a mi padre quien borra su sonrisa al ver el actuar de su escolta.

Siento que mi respiración se acelera, me es imposible controlar la rabia que siento en su contra, detesto ser su hijo.

—¡Baja la puta arma, imbécil! —mi padre se dirige al «Ruso» mostrándose molesto pero este demora en bajar su arma.

—No hagas una pendejada, Fer —habla «Lobo» a mi espalda.

Danilo, a quien apodan «Lobo» es mi mejor amigo, llevamos un par de años juntos y sin duda es el único sujeto en quien confío en medio de toda esta porquería que tengo por familia. Fue él quien me enseñó a tirar, siempre está a mi lado protegiéndome y sé que no es solo por orden de mi padre, sino porque en verdad es mi amigo.

VUELVE A MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora