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He decidido no volver a las oficinas de la agencia sin importarme que con ello el coronel me imponga alguna sanción. Me siento fatal después de haber encontrado a Fenrir abrazando a esa tipa, nunca se lo he expresado, pero detesto que la tenga como su secretaria, es tan descarada que ve a mi Fenrir como si quisiera comérselo, y sé perfectamente que no son imaginaciones mías.

Llamo al barman cuando mi copa se termina, siento la mano de Mar posar sobre mi brazo obligándome a bajarlo, sé que he bebido suficientes cockteles y debería detenerme si quiero permanecer consciente de mis acciones.

Después de desayunar hemos ido a caminar un poco al parque jardín de la bahía con el deseo de distraer mis pensamientos, no quiero seguir creándome teorías erróneas por lo que he visto esta mañana.

Y hemos terminado en un pequeño y tranquilo bar en el centro de la ciudad, aún nos encontramos sentadas en la barra, mis amigas me han hecho ver que quizá estoy exagerando con aquella escena. Fenrir es un hombre de corazón noble que siempre está dispuesto ayudar, quizá su secretaria tiene algún problema y sólo trataba de reconfortarla, pero debo confesar que no quiero que mi esposo envuelva entre sus brazos a ninguna otra mujer, ellos son mi refugio y no quiero que sean de nadie más.

—¡Hey, bombón! —habla Karla agitando la mano para llamar chico que nos ha atendido—, danos la cuenta —pide enseguida y el sujeto le sonríe con amabilidad moviendo la cabeza en un «sí».

—Irás tranquila a tu casa y lo escucharás —me pide Mar por décima vez dando por hecho que estoy equivoca al pensar que Fenrir puede tener algo que ver con esa tipa.

—El te adora, Camila. Es algo que se nota en su mirada, te aseguro que eres su universo —opina Karla soltando un suspiro, sonrío.

—Es...

—Mira que ni Cygnus ve de esa forma a Mar —me interrumpe cuando pretendo argumentar algo en contra, me encuentro resentida, lo sé. Sonrío ante la broma de Karla y Mar la golpea ligeramente por el hombro—. Es verdad, Fenrir ve a Camila como si la venerara, con amor y dulzura. En cambio a ti —sonríe y Mar sólo espera con media sonrisa lo que dirá de su prometido.

—¿Cómo me ve? —cuestiona al ver que Karla se tarda en hablar.

—Con cara de: la amo, es mi todo, así que todos ustedes, idiotas, no se atrevan a mirarla, es más, no respiren cerca de ella o voy a arrancarles los ojos.

Mar y yo terminamos carcajeando al escuchar a la ocurrente Karla.

Y es que es verdad, los Prats tienen una mirada fría e intimidante que provocan erizarte la piel de temor hasta que los conoces y te das cuenta que son extraordinarios seres humanos. Un tanto impositivos, egocéntricos y narcisistas, pero buenos sujetos.

—Así que ve a ese departamento, le pides explicaciones de forma pacífica y continua con tu envidiable matrimonio porque ya muchas quisiéramos encontrar a un chico como Fenrir o como Cygnus para vivir ese amor que parece eterno —sonrío y abrazo a mi amiga, Mar se une a nuestra fiesta de abrazos.

—Ya encontrarás al sujeto indicado —le hago saber.

—No es que me urja encontrarlo —reímos—. Ahora ya paguemos la cuenta y ve a buscar a tu chico, deja de ser tan desconfiada.

A decir verdad no desconfío de él, sé que sería incapaz de traicionarme como yo tampoco lo soy, ambos nos amamos demasiado como para cometer el error de ser infieles.

Pero debo decir que de la tal Isabel, esa, desconfío plenamente.

Intento pagar lo que he consumido, pero Mar se me adelanta siendo ella quien nos invita a Karla y a mí. Saco mi celular dando algunos pasos hacia la salida después de haber hecho la rabieta de apagarlo al entrar al bar, Fenrir me había estado llamando incesantemente y quería fastidiarlo por haber abrazado a su secretaria.

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