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He tratado de sobrellevar todo, es frustrante el no saber cómo en realidad Fenrir conoció a Isabel y el por qué me ocultó que la conocía, y la razón por la cual fungía como su secretaria. Necesito respuestas, y es posible que ellas nunca lleguen si él no recupera la memoria.

Algunas veces sube a mi cabeza que si bien los hijos de esa mujer no son de Fenrir, pudo haber existido algo entre ellos, pienso que de lo contrario ella no se aferraría tanto a él. Pero después me siento como una tonta al desconfiar de él, nuestro amor es tan inmenso que sé bien que no cabe la posibilidad de que me traicione.

Durante estas semanas; Fernando, Lyra, Archer y hasta Cygnus han decidido apoyarme para cuidarlo. He notado la incomodidad de Fenrir cuando me quedo en su habitación y he preferido acudir a la ayuda de ellos, que papá tuvo que volver a Nevadas, no puede dejar por tanto tiempo sola a Makela puesto que Madsen es un chico bastante difícil.

Los resultados de la prueba de ADN, que al final de cuentas obligamos a practicarse a Isabel dieron negativos, mi corazón descansó hasta cierto punto con ello y de la persona que le disparó aún no se sabe nada, aunque después de atentado contra Fenrir, han instalado decenas de cámaras por todo el edifico, siendo esto ya demasiado tarde.

Suspiro al adentrarme a la habitación de Fenrir cuando vengo a relevar a Fernando que se ha quedado durante la noche con él. Aún no sé qué haremos cuando le den el alta, seguramente no querrá venir conmigo al departamento.

—Fernando, ¿cuándo madurarás? —camino hasta él para quitarle el cigarrillo.

Se lo arrebato y voy al sanitario para echarlo por el retrete. Abro las ventanas para que la habitación se ventile un poco.

—Es un hospital —le recuerdo. Él sólo ríe.

—También el fumó —acusa a Fenrir.

—¿Es en serio? —cuestiono incrédula.

—Hola —me da por respuesta sonriendo.

Me gusta cuando me sonríe, me hace recordar cuando sonreía al compartir momentos tan maravillosos juntos, en verdad anhelo que recuerde lo nuestro. Extraño sus labios y el decirle cuanto lo amo mientras él lo susurra a mi oído.

—Hola —hablo con cierta timidez.

Para ambos ha sido extraño el que tenga su mente en blanco, me siento limitada al no poder abrazarlo y besarlo respetando su petición de darle tiempo para acostumbrarse.

Los médicos dijeron que su amnesia puede ser temporal como un efecto secundario al coma que tuvieron que inducirle para que se recuperara, pero han pasado dos semanas desde que despertó y los recuerdos aún no regresan a su mente.

—Ha hecho sus terapias y ya sólo le falta desayunar —enuncia Fernando, hay un tono bromista en su voz—. Que pasen linda mañana, los dejo solos para que hagas sus cositas —vuelve a bromear antes de salir de la habitación dejándome completamente ruborizada.

Fenrir lo nota y me sonríe con picardía, lo que me sonroja aún más. Muerdo mis labios agachando el rostro.

Le acerco el control del televisor sabiendo que la incomodidad será menor si cada uno se ocupa en algo.

—¡Gracias! Pero no quiero ver el televisor.

—Okay. ¿Quieres leer un libro? —cuestiono caminando hacia mi bolso que he dejado sobre el sofá.

Un par de golpeas a la puerta dejan sin respuesta a mi cuestionamiento. Soy quien dice que pueden pasar.

El médico junto a una enfermera quien trae el desayuno para Fenrir se adentran sonriendo. El médico observa la tablilla pasando las hojas del expediente.

VUELVE A MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora