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FERKON

Me resulta imposible no verla desde mi ventana cuando por las mañanas escucho su voz. Suele jugar con Ferrell y Thiago mientras el día aún no se torna caluroso, parece una más de ellos corriendo detrás de los pequeños haciéndolos reír.

Sonrío viéndola al recordar el par de ligeros besos y el pequeño mordisco que le he dado hace algunos días, desde entonces hace hasta lo imposible para que no estemos solos y por supuesto que eso me causa mucha gracia.

—Deja de obsérvala y ve a conversar con ella, desde allí no lograrás nada —habla mamá a mi espalda al entrar a mi habitación sin llamar a la puerta. Veo hacia ella y sonrío alejándome de la ventana.

—Cami es un tanto ruidosa por ello me he asomando. Mira que escuchar sus gritos desde la distancia que separan nuestras casas... —hago una pausa volteando nuevamente hacia mi ventana, pero ya no logro verla— es porque realmente tiene una voz chillona —sonrío viendo a mamá.

Y es que entre la casa de Camila y la mía existe una distancia bastante considerable, es el espacioso jardín delantero de ambas residencias y un boulevard de doble sentido es lo que nos separa. Pero aún así escucho los gritos de Ferrell y Thiago mezclados con los de Cami.

No puedo ocultar que su risa me agrada y la dulce forma con la que trata a los pequeños me parece muy tierna, si no fuese tan engreída la consideraría la niña perfecta, porque debo reconocer que tiene un rostro angelical.

—Así que deja de alucinar que ella no será la primera chica que tenga por novia. A mí no me va lo de noviecitos y menos de niñas caprichosas —continuo al tirarme sobre mi cama y mamá sonríe.

—Okay, espero que después no te tragues tus palabras porque esos ojitos brillan como dos faroles cuando la tienes frente a ti —se burla haciéndome sonreír nuevamente.

Camila es muy bonita y tiene los ojos azules más hermosos que he visto, aún así no es que pretenda enamorarme de ella y vivir un tórrido romance adolescente. Yo prefiero sentirme libre sin la necesidad de que una chica se la pase limitándome, no soy un mujeriego pero tampoco soy un Romeo y no pretendo que en mi etapa adolescente cuando todo debe de ser súper aliviando volver a vivir una "desilusión amorosa".

—¿Necesitas algo? —cuestiono evitando que siga con su insistencia.

—Sí —responde borrando su sonrisa en automático—. Cariño, Franko se quedará algunos días aquí.

—Mamá, es tu casa, quien se quede o no, no tiene porque causarme problema —aún cuando me siento molesto porque el idiota de mi hermano y yo, estemos algunos días viviendo bajo el mismo techo no tengo porqué enfadarme con mamá, también es su hijo—. ¿Por qué se quedará? —cuestiono sin poder evitarlo.

—Tu padre tiene que salir del país por un par de días y Franko no quiere quedarse sólo —arrugo el ceño al parecerme una tornería la respuesta de mamá.

—Mamá, Franko se ha quedado cientos de ocasiones solo. ¿Segura que es por eso? Mamá, no soy tonto. ¿Qué está sucediendo?

Mi gemelo idiota siempre se queda muy feliz estando solo en casa de nuestro padre, así puede hacer lo que quiera; no es que papá sea muy estricto pero por lo menos le limita el consumo de alcohol y a Franko le encanta ahogarse entre copas. Por eso cuando él sale de la ciudad le resulta muy conveniente.

VUELVE A MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora