-64-

471 150 17
                                    



FENRIR

Lleva días sin hablarme, no se ha ido a casa de su padre como pensé que lo haría, pero parece que fuésemos un par de desconocidos viviendo bajo el mismo techo, nunca me imaginé que pasaríamos por una situación así, sé que debo asumir toda la responsabilidad de su actuar porque le prometí que no volvería a ser agente activo en ninguna misión, pero cómo podría simplemente cegarme cuando a diario recibo los reportes de más niñas siendo sometidas a la «trata de blancas».

He intentado acercarme a ella todo el tiempo, he tratado de razonar para que me entienda, pero nada ha funcionado, sigue sin dirigirme la palabra, sin siquiera verme. Dormir a su lado es una tortura, quiero abrazarla, besarla para confirmarle que es mi todo.

Preparo un pequeño equipaje para irme de Quesbo, sé que será por varios meses en tanto intento infiltrarme junto a Darío en la organización criminal. Sólo me quedan algunas horas en la isla y no puedo permitirme irme sin que ella y yo hablemos para hacerla entender o por lo menos para no irme con el corazón hecho un lío.

—Amor, no quiero irme así —le suplico encontrándola en la cocina.

Se encuentra cortando algunas frutas y colocándolas en un tazón, sigue ignorándome.

Doy un par de pasos para acercarme a ella, quiero abrazarla pero me detengo sabiendo que me rechazará como lo ha hecho en los últimos días.

—Te suplico no me hagas esto —imploro—, sabias quien soy, no quiero irme así, te amo. Perdóname por hacerte una promesa que no pude sostener.

Ella se gira, sus ojos están hinchados y enrojecidos. Su palma choca contra mi rostro y cierro los ojos apretando los puños sintiéndome merecedor del golpe, otro golpe llega hasta mi mejilla contraria haciéndome agachar la vista.

Levanto la mirada encontrándome con la suya empapada, la saliva atraviesa mi garganta con suma dificultad, en verdad que no quiero irme así, no sé cuánto tiempo pasará para que vuelva a verla, no podré comunicarme con ella por semanas, quizá meses y si tuviera otra opción para poder quedarme a su lado, la tomaría.

—Voy a odiarte si permites que ellos te descubran —habla entre llanto—, voy a odiarte si no vuelves a mí —continua.

Suspiro con los ojos empapados, me acerco a ella para abrazarla tan fuerte como me es posible, dejo repetidos besos sobre su hombro, ella me abraza tan fuerte como yo lo hago.

Me estoy alejando de ella porque es mi deber, sabe que debo hacerlo. Estamos para esto, para acabar con un poco de la inmundicia que ataca a nuestra sociedad dejando como víctimas a los más vulnerables.

—Te amo, Camila. Perdóname por alejarme de ti —la estrujo de nuevo.

—Sólo hay una forma en la que puedo perdonarte —su voz sale entrecortada, suavizo mi abrazo para verla—, cuando vuelvas revertirás la vasectomía, me harás madre de tus hijos.

Siento mi corazón romperse ante lo que pide, jamás fui capaz de decirle la verdad sobre todo lo sucedido, le he ocultado que es ella quien no puede puede procrear, le he ocultado que no encontramos el cuerpo de nuestra bebé y que le llora a una tumba vacía, sólo no quiero verla sufrir más.

Me quedo enmudecido sin saber que responder, las mentiras convertidas en pretextos se me han acabado.

Ella sólo me observa expectante a mi respuesta y mis palabras siguen sin salir. Es como si hubiese perdido la capacidad de articular. Ella lleva su mano hasta mi rostro brindándome una suave caricia.

—No pretendo reemplazarla, ella siempre vivirá en mi corazón, como lo hace en el tuyo, pero quiero volver a sentir a un bebé en mi vientre, uno nuestro, la fusión de ambos. Quiero ser madre —insiste haciéndome sentir como el ser más miserable del universo.

VUELVE A MÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora