DÍAS TRÁGICOS

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"Él pronto llegará a saber la verdad..."

Mi vida no ha sido fácil. Desde que era pequeño presenciaba los maltratos físicos y psicológicos en mi propia familia. No sé si debería estar agradecido con ello, pero me motivó a convertirme en un hombre ambicioso y en busca del poder, no importase a qué precio tan bajo debía llegar para conseguirlo, más aún si existe una razón: Vengarme de cierta persona.

Mi padre, una persona violenta, maltrataba constantemente a mi madre por el más mínimo error que cometiese. Mi hermana y yo, tampoco no nos librábamos de las duras golpizas. Mi madre, una mujer sumisa que ciertamente daba lástima, soportaba todos los insultos y maltratos de cada día. No sabíamos qué cosas pasaban por su cabeza para no tomar el valor de romper esa relación tan dañina. Tampoco comprendimos su obsesión hacia él. Simplemente, era difícil explicar su relación mi padre no la quería, pero seguía a su lado; mi madre lo quería demasiado que era incapaz de liberarlo.

Un entorno muy complicado para dos niños en pleno crecimiento. La relación de padre e hijo nunca fue buena, él siempre me echaba en cara que no era su hijo, porque éramos totalmente diferentes en el aspecto físico. Mi apariencia siempre lo utilizaba como una excusa para acusar a mi madre de serle infiel con otros hombres y terminar en golpes.

Él no me dio una educación como otros padres les darían a sus hijos, decía que no tenía el derecho alguno de tenerlo porque no era su hijo y no valía siquiera la pena invertir en una pobre basura como yo. A la edad de ocho años me sacó a la calle para trabajar, las pocas ganancias que recibía, mi padre se lo llevaba y ¡ay de mí! que abriera la boca en protesta, resultaba después con muchos moretones en mi cuerpo. Estar en ese tormento llamado casa, tener que soportar cada día la misma situación era demasiado asfixiante y la impotencia de no poder hacer absolutamente nada.

Con el paso del tiempo, cuando apenas cumplía los catorce años, pude presenciar gente sospechosa rodear frecuentemente por la casa en busca de mi padre, algunas veces dejaban paquetes con contenidos extraños. No era tonto, sabía muy bien la clase de escoria ambiciosa que era mi padre queriendo obtener dinero fácilmente a través de negocios ilegales.

Creo que es suficiente de describir a ese hombre llamado padre. También tengo una hermana tres años mayor, muy hermosa, tan hermosa que ninguna mujer sería capaz de igualarla. Con su delgado rostro, cabello castaño parecido al mío y sus característicos ojos verdes claros que transmitían frialdad, indiferencia propia de su personalidad. Una joven que nunca daba señales de cariño y que decir sobre dar confianza a los demás. Es una lástima que tampoco se salvara de mi padre.

Una noche llegando a casa, a lo lejos se podían escuchar los gritos de la familia Handal, no era novedad para mí ni para los propios vecinos. Acercándome, logré escuchar la discusión de mis padres sobre un tema que extrañamente involucraban a mi hermana. Claramente, lo escuché decir a ese hombre—. Tú, pedazo de imbécil, ni nadie me impedirá hacerla casar con Luis Blake —mi madre, por su parte rechazaba rotundamente la idea. La poca paciencia que le quedaba la empleó para golpearla hasta dejarla en el piso.

Tan desagradable era para mí no poder hacer nada y verla seguir suplicando para que se detuviese "¡NO MÁS!" decidí armarme de valor y entrando silenciosamente, fue un alivio que no se percatara de mi llegada "¡NO MÁS!" tomando un cuchillo que estaba en la mesa con el único pensamiento de querer terminar todo de una vez, no me importaba ser un asesino tan joven, solo quería que los tres estuviéramos en paz. Alzando el arma punzante y a punto de apuñalarlo en dirección de su espalda, unas manos frías me taparon la boca y arrastrándome hacia atrás, me obligaron a abandonar la habitación.

Cerrando la puerta de mi cuarto, aquella persona todavía sostenía sus manos en mi boca, yo aún lleno de ira con el cuchillo en mano, quería acabar con la persona que se había interpuesto en mi camino. Cuando volteé, me di con la sorpresa que era...

—¿Por qué tuvo esa tonta idea de realizar esa locura? No se da cuenta del peligro que pudo correr si mi padre se hubiera dado cuenta en ese momento —su voz era tan suave, pero con un toque estricto.

—Acaso no es evidente, estoy cansado de todo esto, que haga de nuestras vidas lo que se le plazca —fijé mi mirada en ella—. Él quiere que —fui interrumpido por ella.

—Sé muy bien lo que me quiere decir, pero tampoco no puede hacer nada para impedirlo —dijo con una calma muy característica en ella.

—Y ¿pretendes seguirle el juego?

—Quizás... —respondió con desinterés.

—No. Te prometo que esto no se quedará así —apreté mi puño muy fuerte, ella solo me devolvió una sonrisa.  

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora