LA CITA Y EL ACUERDO

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El lugar donde acordamos reunirnos se veía bastante escalofriante y solitario, el miedo se apoderaba cada vez más de mí, siempre estaba alerta al más mínimo movimiento que se daba a mi alrededor "Por Favor no tardes". Comenzaba anochecer y de él no había ningún rastro "Creo que hice mal en venir" el frío y las solitarias calles hacían que no quisiera quedarme ningún minuto más. A punto de retirarme "¿Eh?" la potente luz y el sonido de los autos deteniéndose, impidió que lo hiciera. Bajando de la parte posterior con ayuda de uno de sus hombres "Es él" se veía tan bien, no importaba si el lugar luciera tan mal, con tan solo su presencia era suficiente para embellecerlo "¡Por qué estoy diciendo estas cosas!"

—¿Esperaste mucho tiempo aquí? —la entonación de su voz tan profunda hacía que mi cuerpo reaccionara de una forma extraña.

—Bu-Bueno, solo una hora. N-No es tanto que digamos —recapacitando después por mi informalidad al dirigirme a él—. ¡DISCULPE! —inclinando mi cabeza—. So-Soy M-Mateus R...

—Sé quién eres, no es preciso que lo repitas de nuevo —mirando su lujoso reloj—. Ve al grano.

—Está bien, mi razón por la que lo cité... Es debido a que —me quedé unos segundos en silencio—. Y-Yo quie-ro —cerrando mis ojos—. ¡Yo quiero pedirle que no nos desaloje del lugar! —"¡Lo dije!" mi corazón lo sentía como si quisiera salir al exterior.

—A cambio de qué —era de suponerse que pediría algo a cambio.

—Ahh... Yo-Yo no cuento con la cantidad de dinero suficiente para pagarle, pe-pero...

—Qué —la impaciencia en su rostro, me hacía sentir más nervioso y la incapacidad de poder hablar me costaba demasiado hacerlo—. Fue una pérdida de tiempo venir hasta aquí, odio a las personas que no tienen absolutamente nada planeado en la mente —con una señal a su acompañante—. ¡Vámonos Mark! —"No puedo dejarlo ir" no iba a dejar ir la oportunidad de salvar el orfanato por mi incapacidad, claro que no lo dejaría.

Sostuve su brazo—. ¡ESPERE, POR FAVOR! —su mirada de repulsión al ver mi mano agarrando la costosa prenda que llevaba puesta.

—¡SUÉLTAME! No permito que nadie y mucho menos una poca cosa como tú, que no vale nada, me toque.

—L-Lo sien-to... No era mi intención —tragando saliva—. So-Solo quería decirle — temblando—. Solo quería decirle que haré todo lo que usted desee —no era capaz de mirarlo a los ojos—. Soy capaz de ensuciarme las manos si usted lo desea, pero por favor se lo ruego —arrodillándome y con lágrimas que caían sobre mi rostro—. Le ruego, por favor, que no nos desaloje, necesitamos el lugar.

—Todo... —con una sonrisa maliciosa—. ¿Serías capaz de hacer todo lo que yo te pida?

—¡SÍ! —sin dudar, hubo un gran silencio en el lugar. En ese momento, se me vino muchas cosas a la cabeza "¿No aceptará?".

—Eres alguien con suerte... Por qué no aceptar —"Suerte, no sé si esto sea suerte"—. Pero con una condición.

—¿Cu-Cuál es?

—Esto no debe quedar en tan solo palabras, ya lo sabes, las palabras se los lleva el viento. Así que, firmarás un contrato donde indicará tu compromiso a cumplir cada cláusula impuesta por mí. Desde ahora me perteneces, Mateus, no puedes escapar de mí hasta que me cansé de tu presencia. La recompensa será la permanencia de los niños en mi propiedad, los castigos por incumplimiento pueden ser dóciles o incluso llevarte a la muerte —cada oración que salía de su linda boca, lo hacía escucharse muy sombrío—. Ya escuchaste todo, aun así, te lo preguntaré ¿Aún quieres continuar con esto? —"No es como si mi vida valiera más que la de esos niños" "Estoy completamente seguro de que voy a hacer lo correcto..." para mí no había otra salida.

—Yo a-acepto.

—Perfecto, el lunes de la próxima semana iré y llevaré el contrato para que sea firmado, además diré la gran noticia sobre su permanencia —a pesar de estar hechas las cosas, sin haber una posibilidad de escapar—. ¿Arrepentido?

—N-No eso jamás, claro que no —con una sonrisa forzada.

—Bien, eso es todo... Me llamo Nam Handal, pero una vez que firmes el contrato para ti seré el director, pronto sabrás por qué —alejándose—. Vamos, te dejaré cerca del orfanato. Este lugar suele ser muy peligroso.

Aquel día no pude conciliar el sueño, no sabía si había tomado una buena decisión o simplemente mi condena, tampoco podía echarme atrás, mi palabra ya la había dado así que tenía que salir adelante.

El día esperado llegó, todos tenían rostros de preocupación, a excepción de Nana, ella se mostraba desinteresada con la misma frialdad de siempre. Los autos negros llegaron, y entre uno de ellos bajó el gran hombre apuesto con dos hombres diferentes de aquella vez, a excepción de su chofer, acompañándolo. Se fue acercando hacia la directora, al llegar ambos se saludaron con respeto y mantuvieron una conversación en la oficina central del orfanato. Se podía apreciar la tensión en ese momento, no pasó mucho tiempo que ambos salieron, la directora salía con una expresión de alegría, al parecer todo había salido bien, gracias a lo que hice "Si tan solo supieran...".

Ella acompañado de él, comenzó a contarles a los demás que no seríamos desalojados, ya que alguien tocó el corazón del propietario del lugar y decidió darles una oportunidad a los niños. Pero si realmente supieran cómo fueron las cosas, creo que todo tendría más sentido. Otra noticia que no pasó desaparecida, es quien ocuparía el puesto de director sería él, eso era parte de una de las condiciones que pedía, además que tenía los medios suficientes para poder atender ciertas carencias del lugar. Ahora todo estaba más claro del porqué quería que lo llamase director. Todo era felicidad, hasta que el director quiso hablar conmigo en privado, ya suponía para qué era, solo lo seguí.

—Cumplí mi parte, ahora te toca —mostrándome unas hojas—. No es necesario que lo leas, no lo entenderás, solo firma aquí y listo, ambos nos beneficiaremos —tragando saliva, comencé a firmar cada hoja, en total fueron cuatro, no tuve tiempo de leerlo... Ya que él me las quitó rápidamente.

—De-Desde cuándo empezaré.

—Conoces a Nana, ¿no es así? —qué tenía que ver ella aquí.

—S-Sí

—Nana será tu mensajera de las cosas que yo quiero que hagas, ella te dirá cuanto tiempo tienes para realizarlo y en caso que no llegues a culminarlo recibirás algunos castigos. Te nombraré las cosas que no puedes hacer —esto me estaba asustando, lo único que podía hacer solo escuchar cada prohibición y tratar de asimilarla—. Y... Por último, todos los gastos que haga sobre de ti, me lo tendrás que pagar cada fin de mes, así que tendrás que buscar varios trabajos —archivando las hojas en un fólder—.
Bueno... Eso es todo. BIENVENIDO A MI MUNDO, MATEUS —al terminar la conversación salí con una cara pálida, creo que me metí en el lado equivocado y era demasiado tarde para arrepentimientos, en ese estado me choqué con Nana, estaba tan perturbado que solo quería ir a mi cuarto y encerrarme.

—Aaah, Mateus, tan tonto —susurrándome en el oído, eso fue todo para que arruinara más mi estado de ánimo, solo atiné a correr hacia mi cuarto y encerrarme a llorar.

Y es así como continuó todas mis desgracias... No sé hasta donde pueda resistir, solo me queda utilizar todas mis fuerzas... Yo le tengo mucho miedo, pero también yo lo... 

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora