LA MUJER ENCANTADORA

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—Te pregunté dónde vive, sabes que no me gusta repetir dos veces la misma pregunta —los intensos ojos me exigían una respuesta inmediata, no sabía cuál era sus verdaderas intenciones, y si quería... Tragué saliva y señalé dónde me había dicho aquella señora de edad. Me tomó de la mano y dirigiéndonos al departamento que le había indicado.

—Vamos a tocar el timbre —tocando algunas teclas, entre mis pensamientos solo rogaba que no estuviera, cerrando mis ojos para que no abriese la puerta. El intercomunicador sonó.

—¿Sí? ¿Quién es?

—Hola, mucho gusto, soy aquel que le... — volviéndome a mirar —regalo azúcar.

—Oh, muchacho allí voy, espérame un momento.

Agarrándome y poniéndome delante de él, me susurró—. Espero que te portes bien —un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

La mujer abrió la puerta y su rostro, al vernos a los dos, cambió—. No sabía que estabas acompañado —sonriendo delicadamente.

—Buenos días, soy Nam —ambos estrechándose la mano—. Mateus me contó que la conoció ayer, y que fue muy atento con usted —poniendo sus manos en mis hombros—. Además, me pidió que desearía conocerla mejor, ya que le pareció una mujer muy encantadora. Él anda muy aburrido en casa, así que con todo respeto quería decirle si Mateus se podría quedar unos días con usted —dijo ¿unos días?, lo miré sorprendido y me devolvió la mirada sonriente, no podía creer lo que estaba escuchando.

—Ooh, nunca había pensado que estaba con un joven tan encantador como usted, Nam, y como no aceptar a Mateus por unos días, soy una mujer anciana que necesita compañía y me haría grato estar acompañado de un chico tan adorable como él.

—Gracias a Dios, que me topé con una mujer tan encantadora como usted, se lo aseguro que solo será unos días hasta arreglar algunas cosas pendientes.

—Aaah... No se preocupe, estará en buenas manos.

Volteándome y sonriendo—. Espero que seas un chico bueno y sepas comportarte, solo me ausentaré unos días y luego vendré por ti —tocándome con sus suaves manos mi cabeza, nunca lo había visto sonriendo, mucho menos a mí, solo quería quedarme un rato contemplar su belleza, pero él me entregó a la señora y dándonos una despedida se retiró.

Dejándome con una sensación de preocupación, qué clases de cosas tendrá que resolver, por qué me dejó con una mujer que recién acabo de conocer, será algo peligroso que tendrá que resolver. Muchos pensamientos se vinieron a mi mente.

—¿Mateus? ¿te pasa algo? —negué con mi cabeza, no quería que se sintiera incómoda con mis preocupaciones—. Bien, entremos.

Su casa era igual de amplia que la del director, solo con una decoración más antigua, pero era confortable estar aquí, ella me pidió que tomara asiento, mientras dijo que iba a prepararme un café. Nunca me había sentido tan relajado, a excepción cuando estaba con mi madre. No tardó mucho tiempo que vino con un par de tazas de café.

—No sabía si lo querías con azúcar, así que traje un poco para ti si es que lo necesitas — asintiendo, puse dos cucharitas de azúcar a mi café y empecé a moverlo—. Bien, ahora tenemos todo el tiempo para charlar. ¿No te parece?

—Sí...

—Ah, olvidé presentarme, Soy Anya, puedes llamarme así con confianza. Presiento que te debes sentir incómodo en este momento, lo noto porque me esquivas la mirada.

—Ah, yo lo sien-to...

—Hey, no digas eso, bueno primero empezaré yo, soy una vieja —ambos sonreímos—. Sí, sí, pero bueno vivo aquí desde que falleció mi esposo hace diecisiete años.

—¿Su esposo falleció? —lo hice con una voz bajita, tenía mucha vergüenza, no era muy bueno relacionándome con las personas, ya que el director siempre me impedía acercarme a otros.

—Sí, fue por una enfermedad que no pudo combatirla a tiempo, pero... —dando un largo suspiró—. Es parte de la vida... Sabes Mateus... Ambos llevamos un remordimiento desde hace muchos años —su expresión y tono de voz fue de tristeza como si le doliera contar esa parte de su vida.

—Yo realmente lo siento, veo que es fuerte lo que le habrá pasado a su esposo y a usted —asintiendo y bajando su cabeza, noté que lágrimas descendían de su rostro, mi acción fue de limpiar sus lágrimas con mis dedos suavemente, ella se dio cuenta de mi acción. Por mi parte, vi que hice algo indecente, así que las quité de inmediato, ella sonriendo me dijo que no me preocupara.

—Mateus eres un muchacho fantástico, muy dulce y tímido, realmente te pareces al carácter de mi hija mayor.

—¿Usted cuántos hijos tiene? —poco a poco me fui desenvolviendo con ella.

—Ah, tengo cuatro, dos varones y dos mujeres, pero una falleció hace doce años, eso es lo que me dijeron.

—Igual que mi madre.

—¿En serio?

—Sí, mis padres fallecieron desde que era pequeño, pero aún recuerdo sus rostros como si fuera ayer.

—Y ese joven llamado Nam es familiar tuyo.

—No, solo es el director del orfanato donde crecí y pues él nos ayuda económicamente.

—Te tiene un cariño, entonces.

Ya quisiera que tan solo sintiera eso por mí—. Bueno, no tanto así, solo es... Cómo le podría explicar —ella acercando su mano hacia mi hombro y bajo mi camiseta.

—¿Él te hizo eso? —la miré sorprendido al descubrir mis moretones, no sabía qué decir, traté de negarlo y explicarle otra cosa—. No mientas Mateus, tienes cierta sumisión por ese hombre, lo noté al momento que los vi llegar aquella noche. ¿Por qué dejas que te haga eso? —su voz sonó con indignación, se me caía la cara de culpabilidad, había metido en problemas al director.

—Porque cometo errores que al director no le complace solo eso —no di más explicaciones, ella vio que yo estaba incómodo.

—No te quiero angustiar ahora, pero sabes que puedes contar conmigo y puedo ayudarte si deseas.

—NO, no necesito su preocupación en mí, soy un chico que puede defenderse solo, gracias —bajé mi mirada, y movía mis piernas de nerviosismos.

—Bien, qué te parece si preparamos algo para el almuerzo —abrí mis ojos, me pareció una grandiosa idea, siempre me había gustado la idea de cocinar algún plato exquisito.

—Sí, es grandioso,

—¿Tienes algún plato preferido?, tal vez podamos hacer.

—La verdad es que soy una persona que no le importa eso y como de todo —ambos nos echamos a reír.

—Entonces no se diga más, empecemos —sonreí y nos dirigimos a su cocina.

Así fue como pasé los días con Anya, es una mujer muy encantadora, me sentí muy a gusto con ella, todos los problemas que había tenido habían desaparecido en ese instante, pasábamos conversando largas horas, ella me contó la parte triste sobre su historia y el problema que había tenido con su hija mayor. Era muy parecida a la historia de mi madre, ya que ambas habían escapado con el amor de su vida para vivir su supuesto amor como un cuento de hadas, ambas tenían un hijo, con la diferencia de que una de ella tenía quien la recordara, en cambio con mi madre fue distinto. Anya, también dijo que me parecía a las descripciones que le habían dicho de su supuesto nieto. Me hubiese encantado tener una abuela tan maravillosa como ella, pero sabía que estaba solo en este mundo, no tenía ninguna posibilidad de ello.

—Parece que tocan la puerta, Mateus.

—Sí, yo abriré no se preocupe —le grité mientras que Anya se encontraba en su cuarto vistiéndose.

Abriendo la puerta—. Buen día —dije con una sonrisa.

—Buen día, Mateus.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora