PESADILLA DEL PASADO

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—Hey, levántate —haciendo movimientos en su hombro, al primer llamado de atención no respondió y más bien se acomodó mejor para seguir durmiendo, suspiré profundo—. ¡MATEUS! —eso hizo que él se levantara inmediatamente y sin saber dónde ocultarse, mirándome a los ojos, asustado y bajó su cabeza sin decir nada, no lo pensé ni un segundo, sujetándolo del brazo lo llevé hacia el baño sin tener ninguna consideración.

Abrí la ducha y metí de golpe a Mateus, el agua recorría por su cuerpo delgado, a decir verdad, su cuerpo era bastante bonito, tenía unas curvas mejores que la de una mujer y sobre todo su trasero tan bien formado. Me quedé por un largo tiempo observándolo de pies a cabeza, haciendo que me excitara de nuevo, eso era bueno o malo. Cogí el champú y puse un poco en mis manos, y se lo coloqué en su cabeza haciendo masajes suaves, también aproveché en tocar su cuerpo, quería tocarlo nuevamente, quería sentir lo que hicimos hace unas horas. Mis manos llegaron hasta donde sus redondos glúteos, ambos sentimos que nos habíamos excitado, ya que teníamos nuestros miembros erectos, él aún no me daba la cara, pero pude presentir que estaba rojo de la vergüenza como hace rato... Metí mis dedos en su agujero, supuse que aún continuaba dilatado. Mateus estaba caliente cuando su cuerpo rozó con el mío y emitiendo gemidos que se escuchaban deliciosos.

No pude resistir más y puse a Mateus bruscamente contra una pared—. Quiébrate más que entraré nuevamente —él hizo caso a mi orden, aunque parecía estar un poco nervioso, pero eso fue caso omiso para mí, solo quería satisfacer mis necesidades.

Fue fácil de entrar, así que lo primero que hice fue embestirlo rápidamente, sus gemidos se hicieron cada vez más intensos, quise torturarlo más tapándole su boca y le dije nuevamente que no estaba autorizado en venirse. Él me miró con ojos de cachorro—. Voltea, no he dicho que gires a mirarme —proseguí con mis embestidas más profundas, era un completo placer estar dentro de Mateus, era realmente caliente tenerlo dentro. No podría soportar que otro hombre lo tomara, no ahora tal vez en un futuro cuando lo deje en ruinas sí, pero no ahora.

Dispersé varios besos por sus hombros, espalda, me encantaba cada vez que hacía pequeños movimientos para recibir cada uno de ellos, también aproveché en tocar su miembro que se notaba que necesitaba ayuda y comencé a moverlo, noté que Mateus se abría más para darme mejor acceso, sus mismas reacciones lo delataban que estaba disfrutando de ello, saqué mi mano de su boca, y para mi sorpresa escuché un susurro proveniente de él—. Más, po-por favor... —mientras su cabeza estaba abajo mirando como su miembro ya no podía resistir más, me di cuenta de que ambos estábamos sumergidos en nuestros deseos. No duré mucho tiempo, hice un gruñido cuando me vine dentro de él, Mateus también hizo lo mismo, yo me balanceé hacia su espalda mientras recuperaba los sentidos, él se sostenía en las paredes de la ducha, también agitado tratándose de recuperarse.

Cerré los ojos por un momento para poder aliviar mi agitación cuando las imágenes de aquella pesadilla se presenciaron en la mente, los abrí de inmediato y me alejé de Mateus hacia el otro rincón de la pared, y mirando al vacío. Mateus lo notó y me preguntó si estaba bien, si necesitaba algo, yo no respondí nada estaba tan nervioso que creo que estaba temblando, él se acercó para tocarme si estaba bien, pero mi reacción fue empujarlo haciendo que se cayera, por suerte no cayó su cabeza en una de las paredes, yo lo quedé mirando, mientras se trataba de recuperar después de la caída, lo único que le dije fue que se lavara y que yo entraría luego, cerrando la puerta del baño, estaba todo empapado. Me tiré al piso, y me tapé la boca para calmarme, no era una simple pesadilla...  Eran recuerdos que me estaban atormentando desde hace mucho tiempo y no sabía cómo eliminarlos, ese tal vez sería mi castigo por buscar poder. Las lágrimas comenzaron a caer de la nada, no quería que el bastardo conociera mi debilidad, trataba de secarme, pero eran imposible iban aumentando más.

Sonó la puerta de la habitación, "¿Quién sería a esta hora de la noche?" no quería abrir, ya que estaba en este estado, pero me hizo cambiar de opinión rápidamente cuando escuché la voz de Nana. Tanta fue la desesperación por abrirle la puerta, que no me di cuenta de que estaba completamente desnudo. Al verla en la puerta, ella notó mis ojos rojos y con unas cuantas lágrimas aun resbalando por mi cara, Nana se dio cuenta de mi estado, además era la única persona que sabía de mis cosas.

—Seguro, tuvo esas pesadillas... Ahora entiendo por qué anda decaído —eso era verdad, no había descansado bien en estos últimos días por eso, me senté en el suelo como si estuviera derrotado y bajé mi cabeza.

Nana trajo una bata del armario y lo puso sobre mí, ni siquiera hice un movimiento de aceptación o agradecimiento.

—Es mejor que vuelva a la cama, pescara un resfriado si sigue en el suelo —yo solo negué, no quería estar en ella, si prácticamente había estado toda la tarde allí y mucho menos cerrar los ojos y pensar en esas cosas.

—¿Dónde está Mateus?

—Está en el baño, está tomando una ducha.

—Es mejor que se recupere antes que salga, no querrá que lo mire de esa forma —en eso estuve de acuerdo y me levanté, me di cuenta de que había traído unas bolsas, al parecer era comida. Me senté en el filo de la cama, sentía el ardor de mis ojos, Nana me dio lo que había traído, así que lo recibí de mala gana—. Sabe, solo debe aguantar un poco más a ese hombre y después lo acabaremos los dos juntos.

—Mmm... Todavía tengo suficiente tiempo, para que se acabe ese maldito contrato que hice con ese tipo.

Ambos nos percatamos del sonido cuando Mateus salió del baño, estaba desnudo, me di cuenta de que no había ninguna bata allí. Cuando se dio cuenta de que Nana estaba presente, se puso nuevamente rojo, tapándose de inmediato su miembro y bajando su cabeza, yo solo sonreí y le dije a Nana que le alcanzara una bata, ella asintió y fue a darle uno. Me fijé que caminaba cojeando, tal vez fue por el sexo y encima el golpe que recibió.

—Allí hay algo de comida, coge uno y siéntate a comer en la otra cama —él asintió y así lo hizo, parecía estar muy hambriento porque abrió desesperadamente el envase.

—Puedes traer ropa mañana, al parecer nos olvidamos de eso.

—Sí, mi señor.

—Bien, puedes irte, ya es muy tarde.

—Bueno me despido, cualquier cosa que necesite, solo llámeme. Adiós Mateus... Espero y no estés causando algún alboroto —él negó con la cabeza y despidiéndose de Nana.

Una vez que se retiró, mandé a Mateus que se acostara en la otra cama que estaba intacta, él con una expresión de tristeza se fue acostarse en ella, mientras yo fui a darme una ducha nuevamente porque la anterior había sido interrumpida. Abrí la llave para que se llenara el jacuzzi, una vez que estuvo lleno, me metí en ella y me sumergí en mis propios pensamientos y cómo debería calmarme para salir adelante "Nada lo puede arruinar, nada".

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora