PRONTO

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Pasaron algunos minutos, y aquel muchacho no regresaba. Soy aquel tipo que pierde la paciencia muy rápido y no le gusta que lo dejen esperando. Asimismo, decidí ir con dos de mis hombres hacia donde se encontraba la directora. Por los datos que me había dado Nana acerca del lugar, pude llegar precisamente cuando el chico estaba pidiendo a la directora una reunión conmigo.

—MATEUS, acaso no le dijiste que estoy ocupada y...

—Siento mucho interrumpirla, pero es algo muy importante que debo conversar con usted, a solas —provocando su atención.

—Joven, en estos momentos tengo mucho trabajo que atender, además, no sé cuál es su razón por la que quiera hablar conmigo.

—Bueno, es sobre este lugar, vengo a reclamar lo que es mío —capté su sorpresa, claro era de imaginar.

—¿Usted está seguro de que este lugar es suyo? ¿No se habrá confundido?

—Yo jamás me equivoco, además, tengo pruebas y se lo puedo demostrar, pero esta conversación como le dije debe de ser a solas —para llamar más su atención tuve que emplear una voz seria.

—Bien, si usted me puede comprobar todo lo que dice, entonces puede pasar adelante. Mateus puedes retirarte y continuar con tus labores —al escuchar aquel chico su nombre, haciendo una reverencia, pasó a retirarse.

—Bueno, joven...

—Nam, preferiría que me llame por mi nombre, por favor. No me gustan las formalidades, a excepción, de algunas personas.

—Bueno, joven Nam... —haciendo una sonrisa forzosa me invitó a pasar—. ¿Ellos también estarán en esta reunión? —haciendo una señal hacia mis hombres.

—Sí, son mis hombres de confianza, así que no hay ningún problema.

Me invitó a tomar asiento en unas de sus sillas, ella se acomodó en su escritorio y comenzamos la conversación acerca de la propiedad del lugar. Según, lo que ella me daba a entender es que el lugar era propiedad de nadie, y que la municipalidad del lugar dio el permiso necesario para emplearlo en un orfanato. Solo la escuchaba atentamente hasta que terminara, luego empezaría a explicar todas mis razones de que este lugar sí era mío.

—Entiendo todo lo que ha pasado, pero le aseguro que esta es mi propiedad —acomodándome en el asiento—. Hace algunos días, yo tampoco lo sabía hasta qué por medio del amigo de mi padre, un gran abogado, me encontré con la grata sorpresa que mi fallecido padre me había dejado este lugar —le mostré los papeles de propiedad, ella al revisarlos se quedó sorprendida—. Si desea consultar con cualquier otro abogado, no hay problema. Pero veo que no tiene los recursos suficientes, así que seré rápido con esto, necesito el lugar vacío a más tardar la próxima semana.

—Es demasiado rápido, ¿no le parece? Hay niños en este lugar, no nos puede sacar de un momento para otro, no es fácil.

—Para mí, tampoco es fácil ver a tantos niños abandonados a su suerte, pero negocios son negocios. Algunos empresarios me contactaron al enterarse de que soy el dueño de este lugar y están muy interesados en la compra, así que no puedo desperdiciar la oportunidad... Lo siento mucho —lo que decía era evidentemente falso, solo quería ver su reacción.

—Yo no sé qué decir, todo esto es muy extraño, nunca pensé que llegaría a pasar esto...tiene razón... Es su propiedad —mirándome a los ojos—. A más tardar estará desocupado la próxima semana, ya veré cómo conseguiremos otro lugar.

—Eso espero, sabe... No deseo tener problemas con ustedes ni tampoco utilizar la fuerza bruta —dando por finalizada la conversación—. Ha sido un gusto poder haberme reunido con usted, paso a retirarme —aquella mujer se veía tan preocupada y estar en una terrible situación incómoda, pero a pesar de ello no dejó de ser amable.

Acompañándome hasta la salida principal, deseaba ver cómo era mi medio hermano, tal vez tenía los rasgos de mi padre, suponía que ya estaría por cumplir los dieciocho, pero me controlé no quería causar sospechas.

Al llegar a la salida, me encontré con aquel joven de ojos azules, seguía llamando mi atención, pensé que podría divertirme con él unas cuantas noches, así sea por las buenas o las malas, ciertamente había tiempo para ello. Me despedí educadamente de todas las personas que se encontraban presentes y entré a unos de los autos. Todo el camino, la pasé reflexionando si el plan funcionaría y si él había estado presente, y tomaría alguna decisión, si Nana influiría en sus pensamientos. Solo tenía que esperar con calma, tan solo bastaría unos días para saber la respuesta.

Al llegar a mi departamento, ubicado en una de las zonas más importantes de la ciudad, recibí una llamada telefónica y era de mi jefe, probablemente recibiría una regañada por no asistir al trabajo, sinceramente necesitaba unas vacaciones lo antes posible, ya no podía soportar la presión.

—¿Bueno? —con tono de voz desinteresado.

—¡DÓNDE DIABLOS TE HABÍAS METIDO! —tuve que alejar el celular porque lo que se escuchaba más eran gritos, solo dejé que hablara para luego intervenir.

—No le expliqué que hoy me tomaría el día libre, tuve que hacer unos asuntos. Le expliqué de qué se trataba ¿acaso no recuerda?

—¡SABES QUE ODIO QUE FALTES AL TRABAJO, TE NECESITO AHORITA MISMO AQUÍ O SI NO TU TRASERO PAGARÁ CARO! —eso fue lo último que dijo, para luego cortar de inmediato la llamada.

—AAAH... —dando un grito y rascándome mi cabeza, no podía negarme a sus pedidos, si no era hombre muerto, aunque me consideraba un hombre fuerte, pero para vencerlo con facilidad sería entregándole a mi hermana "Eso jamás sucederá".

Es así como pasé todo el día en la oficina, arreglando los papeles de la empresa y a la vez tener que solucionar los problemas con sus socios mafiosos. Sabía que yo era el único que podía arreglar todo esto, gracias a mi apariencia que ayudaba mucho en estos casos cuando algo era difícil de resolver. La mayoría de los socios de mi jefe me ofrecían el doble o triple de poder, sin embargo, no lo aceptaba por respeto a Luis Blake.

Los días pasaron tan rápido, mi rutina de siempre era: llegar al departamento, darme una ducha e ir a la cama, ya ni siquiera tenía ganas de comer por el cansancio.

Estaba acostado en mi cama, a punto de cerrar mis ojos, hasta que de repente recibí una llamada, era un número desconocido, tal vez era alguien del trabajo...decidí contestar.

—¿Buenoo? —no recibí respuesta de alguien, seguí insistiendo, continuaban sin decir nada, supuse que era una broma—. Si no hablas en este instante, voy a cortar, no estoy de humor para seguir juegos a esta hora.

—¡YO! —era la voz de un joven, su entonación era como si tuviera miedo—. Y-Y-OO... q-quiero una cita con usted —entendí de inmediato quién era. Al parecer todo había funcionado, él estaría muy pronto bajo mi mando y haría todo lo que quisiera. 

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora