CELOS

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—¡HEY! NIÑO NO PUEDES PASAR, NIÑO ESPERA, NO ABRAS —"Lo encontré".

—¿Qué haces acá? —mirando la puerta—. ¿Acaso no te enseñaron los modales, jovencito?

—No —tomé asiento frente a él.

Despidiendo a su secretaria, nos encontramos los dos frente a frente, ya era bastante tiempo que no nos habíamos visto. En sí, estaba preocupado por Mateus, desde hace meses no sabía sobre su paradero después de irse del orfanato.

Mirándolo de cerca, había adelgazado—. Has adelgazado, pero no se te ha quitado lo puto —sonriendo y viendo su cara seria.

—Claro que no.

—¿Dónde está Mateus? —volviendo a sus papeles, hice un sonido sobre su escritorio para que me mirara—. Te dije, dónde está Mateus.

—No lo sé.

—No te hagas, lo tienes encerrado como un animal, no es así. ¡DIME DÓNDE ESTÁ!

—Te dije que no lo sé —su voz era seria, pero no perdía los papeles como yo.

—¡NO MIENTAS! ¡MALDITO IMBÉCIL! —tomé su traje costoso y lo atraje a mí. Él solo me miró de arriba abajo sin responder nada. Al poco tiempo, la puerta se abrió, soltándolo de inmediato y girando para ver quién era, si tal vez era Mateus.

—Necesito hablar contigo —aquel hombre era unos centímetros más alto que Nam, se notaba la diferencia, con un gran cuerpo, un rostro delgado de facciones finas. Parecía que en este lugar abundaban los hombres así.

—No me digas, que él es tu nuevo amante —lo más raro fue es que noté a Nam nervioso manteniendo la cabeza baja, solté un bufido—. Ahora entiendo, ¿te deshiciste de Mateus por él? —señalándolo.

—Solo vete, hablaremos luego.

—Bueno, espero que respondas mis llamadas y si no es así vendré nuevamente hacer un alboroto —poniéndome de pie para retirarme, me detuve a lado del hombre guapo y dándole una palmada en el hombro—. Espero que le rompas el culo a ese idiota.

—¡LÁRGATE! —el grito furioso de Nam resonó en toda su oficina.

—BYE, BYE.

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El muchacho atrevido desapareció quedándonos los dos solos, podía ver a un Nam muy furioso y agitado.

"Mateus debe ser su hermano bastardo".

Sentándose y tocándose la cabeza—. Lo siento, discúlpame por el exceso.

—Pues debes elegir mejor con quién haces amistades —tirando todos los papeles que estaban mal hechos—. Al parecer tu incompetencia ha aumentado —mirándome, sus ojos aún los tenía rojos e hinchados.

—¿Qué significa esto?

—No lo entendiste, es el reflejo de tu incompetencia —mirando todos los folders.

—No puede ser... Si todo estaba bien cuando lo revisé —"¿Será suave tocarlo?", "Quiero hacerlo".

Reaccionando a los pensamientos tontos cuando nuevamente me miró—. Eso es lo que piensas —abriendo uno de ellos y mostrando su error—. No te pagan para hacer este tipo de trabajo, verdad —sujetando muy fuerte su rostro quise dominarlo, hacerle entender quién era superior a él, quien mandaba además de mi padre—. Mientras este aquí hasta la boda de mi hermana, me encargaré del trabajo de mi padre. Así que es mejor que hagas tu parte del trabajo perfecto, entendiste—soltando su rostro ya rojo.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora