HOMBRES DIFERENTES: NAIM Y CÉSAR

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El lugar era bastante bueno, lucía tan tranquilo y que decir de las personas eran muy amigables. En los pocos días que me encontraba aquí, después de todo lo sucedido, decidí ir en busca de trabajo no podía estar sin hacer nada, ya que con el dinero que me dio Nana por parte del director no me alcanzaría.

En cuando iba recorriendo las calles, de casualidad me topé con un aviso donde se decía que necesitaban meseros, además, me di cuenta de que el local era una tienda de dulces. Observé los dulces y se veían realmente delicioso, me quedé con la boca semi abierta hasta creo que mi estómago rugió-. Delicioso, ¿verdad? -sentí una voz que me susurraba muy cerca, de inmediato me alejé, el ardor de mis orejas, tan calientes-. Jajajaja, no pensé que reaccionarías así. Eres muy graci -no podía mirar quien era porque seguro mi rostro también estaba rojo, pero mientras hablaba se detuvo y de pronto vi su cuerpo más cerca del mío y con su mano tomó mi rostro.

-¡Oh! Si eras tú, el chico de aquella vez -con mis ojos más abiertos que nunca, recordé su rostro, era aquel chico que me salvó de Allen y su grupo, para mala suerte mía, ni siquiera le había preguntado su nombre estaba tan confundido ese día. Tan solo sonreí de nerviosismo, él por su parte me tomó del brazo y nos sentamos en una de las mesas que se situaban fuera del local. -. Gracias a Dios que estés bien -ahora recuerdo, él tenía la apariencia de un ángel y ahora que lo veía mejor, con su vestimenta de blanco, es exactamente como un ángel.

-Sí... ¿No me diga... que fue a buscar su abrigo? -moviendo con su mano, para negar la pregunta.

-Claro que no, solo que seguía preocupado por ti y antes de regresarme de la ciudad, pensé en buscarte, pero la dueña me dijo que ya habías desocupado el lugar -no era exactamente que lo había desocupado, sino que había sido botado por no cumplir con los pagos.

-Aaah, sí... En serio que lo siento mucho -y en mal momento mi estómago comenzó a rugir. "Esto es demasiado vergonzoso"-. Ya me tengo que ir, hasta luego.

-¡ESPERA! -toda la gente que estaba a nuestro alrededor se nos quedó mirando-. No te puedes ir así, déjame invitarte algo -me hizo sentarme, no tardó en llegar con un pastel-. Qué esperas, pruébalo -guiñándome el ojo con una gran sonrisa de oreja a oreja.

De un pastel terminaron a tres, es que eran realmente deliciosos, pero la felicidad se acabó cuando recordé que no tenía absolutamente nada en mis bolsillos. "Demasiado tarde Mateus", sin darme cuenta de que él aún seguía en frente de mí, me recosté en la mesa "Y ahora qué hago".

-¿Te sientes bien? Creo que mucho te consentí ¿debería llamar a un doctor? -de pronto me levanté de inmediato y mirándolo, negué con la cabeza.

-No es eso, yo estoy bien... Solo que-

-¿No te gustó?

-No diga eso, estuvo muy delicioso, solo que -tragando saliva-. No tengo dinero, para pagar por todo lo que he comido.

-Acaso lo olvidaste -dando una fuerte carcajada, era un cierto ángel loquito-. Dije que te iba a invitar. Verdad, no conozco tu nombre -ni yo tampoco sabía el suyo.

-Mi-Mi nombre... Mateus, Mateus me llamo.

-Mateus, es muy curioso tu nombre... Pues mucho gusto Mateus, mi nombre es Naim - estirando su mano, para acabar estrechándose en la mía.

-Naim -era muy parecido al del dire...

-¿Pasó algo malo? Tu rostro cambió de repente.

-No, estoy bien.

-Y bien, Mateus. ¿Qué te trae por aquí?

-Yo solo... Vi el anuncio que está pegado y quería saber si podía entrar a trabajar, por si acaso tengo mucha experiencia en atender a las personas, he trabajado en varios lugares así.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora