DESTINO IMPUESTO

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"Jamás me lo perdonaré"

Mi nombre es Kassia, hija mayor de la familia Handal. Provengo de una "familia" si es que puedo llamarla así, donde nunca hubo paz. Vivir a lado de mis padres era doloroso, mi padre un hombre agresivo e involucrado en negocios ilegales solía ser el principal causante de problemas por cosas que a veces no tenían sentido. De todas las barbaridades, la que más nos marcó la vida a mi hermano y a mí fue enterarnos de su segunda familia, la de su amante y su hijo bastardo. Cuando llegó a los oídos de mi madre, en vez de ella indignarse por tal acto, mi padre era él que actuaba como víctima y siempre nos daba a entender que ellos eran su verdadera familia en cada discusión que había, nos echaba cara que daría su vida por ellos.

Mi madre, una mujer sometida por los abusos de mi padre, ni mi hermano y yo logramos entender su enfermo amor por un hombre que solo la rechazaba. Al enterarse de la otra familia formada por mi padre, ella cayó en depresión acompañada de su fiel amigo: el alcohol. Asimismo, mi pequeño hermano menor, a pesar que mi padre lo renegaba como hijo, para mí era igualito a él "Un hermoso niño difícil de dominar, dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para lograr sus oscuros objetivos". Mi madre, por su parte siempre le dio la preferencia a él, en cambio yo solo era una simple desconocida que actuaba como su hija. Por mi misma personalidad, decidí no darle mucha confianza a Nam y, al contrario, me propuse a tratarlo con respeto. Sabía que él sería capaz de llegar más lejos que yo, él me serviría en un futuro para consumar mi venganza.

Por el mismo ambiente donde había sido formada, crecí siendo una chica introvertida, yo sola me alejaba de las personas. Siempre recibía críticas y calificaciones por mi comportamiento, dolía demasiado. Mi padre nunca mostró afecto por nosotros ni tampoco teníamos el derecho de dárselo. En cada discusión que había éramos el punto clave para desfogar su ira y no siempre nos librábamos, claro mi madre me defendía en algunas ocasiones, pero era rara vez que lo hacía y siempre me decía que debería comportarme como una verdadera señorita. Mi hermano hacía un esfuerzo por tratarme diferente, se podría decir que era el único que me mostraba un poquito de cariño.

Yo tenía diecisiete años cuando la verdadera desgracia comenzó, sobre todo cambiaría el futuro de mi hermano y el mío. Un día terminando mi trabajo de mesera en un restaurante muy popular del pueblo, siendo las siete si no más recuerdo, me dirigí hacia mi casa, aunque lo hacía de una forma lenta para no tener que ver la misma historia problemática de siempre. Al caminar debía pasar por un parque poco iluminado, la sorpresa fue grande cuando encontré a una persona muy conocida con un comportamiento totalmente diferente a lo que estaba acostumbrada a ver. Ubicándome en un lugar estratégico para que no me notara, pude apreciarlo a él y a su acompañante.

Él a lado de una joven delgada tal vez tendría sus veintiséis años, parecía un ángel frente a tal demonio, solo atiné a burlarme dentro de mí. Observando aquel hombre siendo tan amable con aquella joven, parecía muy enamorado de ella, ambos conversaban como cualquiera pareja enamorada. Me acercaba cada vez más para oír su conversación, hasta que hice un ruido por casualidad despertando la atención de la pareja, pero más capté la atención de aquel hombre, fijando sus ojos verdes azulados en mí no tuve más opción que salir de mi escondite y devolverle una mirada burlona.

—Veo que se divierte muy bien —solo sonreí.

Él se dirigió hacia mí, su mirada era la de un asesino en serie, de tan solo recordarlo se me escarapela la piel. Fui capaz de retroceder, pero poco a poco mis piernas dejaron de responder por el miedo que tenía en ese momento. Llegando a mí y estando a punto de darme una bofetada, se detuvo al escuchar una dulce voz detrás de él.

—¿La conoces? —preguntó aquella mujer y aquel hombre respondió—. Cla-Claro que no —sonriendo fríamente, volviendo su mirada hacia mí—. Solo que me molestó que nos interrumpiera, mi amor.

No podía creer lo que ese hombre hizo en frente mío, tan desvergonzado. Al ver su comportamiento, comprendí muy bien la razón por que siempre nos trataba con desprecio alguno. A pesar de ser una persona fría también tenía sentimientos, no podía negarlo que me dolió escuchar esas palabras y se me salieron algunas lágrimas.

Sin más que decir salí corriendo de ese lugar donde se encontraban esos dos, llegando a una esquina cerca de la casa, me di cuenta de que no debía llorar por un ser tan despiadado, debía mostrarme alguien fuerte como solía ser y que estas cosas tan triviales no significaran en mi vida.

Entré a casa y encontré a una mujer que ciertamente daba pena con una botella de alcohol a su lado. Acercándome, noté que estábamos las dos solas, cogiendo una silla y sentándome en frente de ella para iniciar una conversación. Aunque, debía a apresurarme porque mi padre no tardaría en llegar.

—Tengo algo muy importante que decirte —suspirando—. Es sobre mi padre- —ella dejó el vaso y me miró sorprendida.

—¿Tú hablando de él? —con una sonrisa, después se notó preocupada—. ¡Le pasó algo a tu padre! —se levantó inesperadamente de la mesa muy nerviosa.

—Claro que no, cálmate y toma asiento... Es algo más serio diría yo —ella se sentó, pero tenía una cara de confusión.

—¿Algo serio? —es lo único que atinó a decir.

—S-Sí —me miró como una fiera al ver que no me apresuraba.

—Dímelo antes que pierda la poca paciencia que me queda, mocosa.

—Ya que eres muy apresurada te lo diré —fui directa lo más rápido posible—. Mi padre te está engañando con otra mujer mucho mejor que tú —le contesté de manera fría que era muy común en mí.

—¿Qué dijiste? vuélvelo a repetir, no entendí muy bien —notaba que solo lo hacía para confirmar lo que había dicho.

—Que mi padre te es infiel con una mujer mucho más joven y muy hermosa. ¿Ahora lo entendiste mejor?

—¡ESO NO ES POSIBLE! —golpeando la mesa con sus puños y poniéndose histérica, de pronto alguien cerró la puerta, me asusté pensando que había llegado mi padre, pero luego vi que era Nam. Su expresión era tan seria.

—Ese tipo tiene una amante, ¿cierto, Kassia? —Nam interviniendo en nuestra conversación.

—Sí lo es, los vi en el parque, ambos lucían como unos idiotas enamorados y déjeme decirle que se comporta muy diferente a lo que es en esta casa.

Mi madre al escuchar tremenda revelación, comenzó a gritar y combinado con los efectos del alcohol, parecía una verdadera demente—. ¡ESO NO ES POSIBLE! TÚ ESTÁS MINTIENDO, ÉL JAMÁS ME HARÍA ESO, ¡JAMÁS! —gritaba con todas sus fuerzas—. ¡DILE A TU HERMANA QUE NO MIENTA!, ¡DILE NAM, POR EL AMOR DE DIOS! —con lágrimas que recorrían por su rostro.

Nam observándome con un rostro tan oscurecido, confirmando lo que había dicho—. Lamento decirte esto mamá, pero Kassia dice la verdad.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora