EMPEZANDO UNA RELACIÓN

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—¿QUIERES SALIR CONMIGO?

Todavía no puedo creer que el director y yo estemos en una relación, o tal vez debería pellizcarme para comprobar si no estoy soñando. Fue tan raro cuando me lo pidió, ese día que llegamos y justo me estaba yendo para el orfanato, de repente me detuvo y mirándome a los ojos me preguntó si quería salir con él. Al principio, me quedé tan atónito que no sabía que decir, pensé que solo se estaba burlando de mí y quería ver mi reacción. Por eso bajé la cabeza, no quería mirarlo a los ojos.

—Quiero intentarlo contigo, no sé cómo pasó esto, pero me gustas, quiero sentir lo que es estar enamorado. Sin embargo, no te aseguro que podamos estar para siempre —esa última parte fue muy dolorosa para mí, sabía con seguridad que en cualquiera momento él iba a dejarme. Al ver que no daba ninguna respuesta tomó mi mentón—. Entonces, ¿aceptas? —mis lágrimas comenzaron a descender y sin pensarlo dos veces moví mi cabeza afirmándole de que, sí quería estar con él, si es posible para siempre. Ambos nos abrazamos, nuestros corazones latían muy fuerte, quería gritarle a todo el mundo que lo logré, que mis sentimientos fueron correspondidos, habíamos pasado por muchas cosas y sabía que muchas cosas malas pasarías más adelante que trataría de separarnos, pero nosotros lucharíamos hasta el final—. Por el momento, nos olvidaremos de que existe un contrato entre los dos —mirándome fijamente—. En verdad, lo siento lo que te hice antes, pero tengo mis razones que no puedo contarte.

—No sé preocupe, lo entiendo, no tiene por qué esforzarse en hacerlo. Por ahora, quiero pasar mis días y disfrutar de nuestro amor.

—En esa parte, también deseo que me comprendas, no he tenido relaciones formales que digamos. Así que no sé mucho del amor, pero creo que poco a poco sabremos cómo entendernos —sus manos tocaban mi rostro mientras yo lo abrazaba.

—Esto es un sueño... —sonriéndole.

—Claro que no —juntando nuestros labios para darnos un beso como inicio de nuestra relación.

Todo fue tan hermoso, ya han pasado tres días desde aquella vez. No nos hemos visto, pero debe ser por motivo de su trabajo, hoy iniciaba, ojalá se desocupe pronto y podamos encontrarnos. No tardé en escuchar una voz lejana muy conocida que se acercaba.

—¡MATEUS REGRESASTE! —abrazándome.

—Eli, ¿cómo has estado? ha pasado mucho tiempo.

—Pues sí, tu supuesto viaje de cumpleaños tardó mucho así que vengo exclusivamente para que me cuentes todo.

—Hay mucho que contar, no sé si pueda terminar todo hoy.

Tuvimos una larga conversación con Eli, sus emociones me daban risa por la forma en cómo las expresaba, a veces se enfadaba, luego se entristecía para terminar alegrándose porque al fin pude cumplir mi sueño de estar cerca del director.

—Espero que ese idiota te trate bien, si no se las verá conmigo —ambos sonreímos. De pronto vi a Nana corriendo apresuradamente hacia mí, ella lucía preocupada casi era rara vez que mostrara algunas emocionas, salvo sea porque...

—Nana, ¿qué pasó?, ¿por qué vienes tan de prisa?, ¿le pasó algo al director?

—Tienes que ir de inmediato a su departamento, se está sintiendo mal, deben ser esos síntomas que siempre le da... Yo no puedo ir ahora, las madres quieren que las apoyen con los niños.

—Sí, iré por un abrigo y de inmediato voy.

—Yo podría llevarte por allí.

—Está bien, Eli.

Me preocupé de inmediato después de los que dijo Nana, esos síntomas que siempre lo atacaban, pero, últimamente, en el viaje que habíamos tenido no presentaba ninguna queja a excepción del incidente que pasó, que lo debilitó. Eli me dijo que no me preocupara demasiado, que yerba mala nunca muere. Eso no me calmó, más bien me hizo poner más nervioso. Cuando llegamos me despedí de Eli para luego correr tan rápido como pude hacia su departamento; ingresé el código y me dirigí a su habitación, allí se encontraba recostado en su cama. Se veía tan pálido.

—U-Usted, aaah,  mi corazón —acercándome a su cama—. Usted se encuentra mejor —tocándole su rostro, lo sentí muy caliente—  Aún está caliente, iré por agua fría para ponerle en la frente, no tardo —estaba a punto de ir, pero él me detuvo y me acercó hacia su lado, me preguntó si me quería acercar a su lado, además tocándome sintió que estaba helado. Haciéndose a un costado para dejarme un espacio y poder alojarme a su lado. Ambos nos acurrucamos entre las sábanas, abrazados, sentía mi corazón latir muy rápido.

—Y bueno quién te avisó de que estaba a punto de morir.

—Nana, ella estaba muy preocupada por usted, pero no pudo venir porque tenía obligaciones, así que cuando me lo dijo yo de inmediato corrí.

—En serio... —soltando una pequeña carcajada, lo cual me hizo avergonzar—. Veo que te gusto mucho para preocuparte tanto.

Después de unos minutos se me ocurrió una idea, me levanté y le dije que le daría mi collar, al principio él se sorprendió, pero luego le expliqué que mi collar siempre me había protegido y que casi nunca me enfermaba, y aparte que tal vez por mi culpa hayan aparecido esos dolores. Así que no había mejor idea que entregárselo a él. Por mi parte no me iba a doler tanto, sabía que iba estar en buenas manos. Él lo aceptó, aunque su rostro se veía un poco culpable, yo solo le sonreí para que no se preocupara.

Al poco tiempo, me dijo que cerrara mis ojos que tendría un regalo por mi cumpleaños, mi corazón comenzó a latir nuevamente más rápido, sentí que algo estaba poniendo en mi cuello, lo más lógico que era un collar, cuando abrí mis ojos y me di cuenta de lo cuan hermoso era, y todavía recibirlo de la persona que más amaba, me abalancé de inmediato para luego recordar que el director estaba enfermo, en mi emoción lo único que pude hacer es besar sus manos, pero él me detuvo y me besó. Nuestro beso se fue haciendo más intenso, ya que el director comenzó a poner sus manos por debajo de mi ropa. Todo eso se detuvo cuando su celular sonó, en parte odié eso, pero creo que fue lo mejor porque él no sé encontraba bien.

Su llamada duró algunos minutos, cuando cortó quiso continuar con lo que estábamos haciendo antes. Sin embargo, le recalqué que debido a su estado no podríamos continuar, él con buena voluntad aceptó. A las finales, nos mantuvimos abrazados hasta el día siguiente.

Despertando me di cuenta de que la cama estaba vacía, oía pasos muy apresurados en toda la habitación. Levantándome aún soñoliento, pude apreciar la figura del director, solo llevaba puesto unos pantalones negros, después podía apreciar su hermosa figura. A pesar de que había perdido peso, todavía reflejaba un buen cuerpo. Podía ver que estaba indeciso con cuál camisa elegir.

—Ya te levantaste, lo siento creo que hice mucho ruido —rascándose la cabeza.

—No hay problema, ya era hora de levantarme también —miré todas las camisas que tenía en el closet de diferentes colores, él pudo darse cuenta de mi asombro.

—¿Cuál crees que me quede mejor?

—¡Todas!

—No puedo ir al evento con todas las camisas... No sé cuál elegir si esta de aquí o esta, aunque esta queda mejor-

Tomando una camisa que se encontraba en una de las esquinas de la cama—. Este color me gusta, creo que iría bien combina con el color de su cabello y ojos.

—¿En serio? —mirándose al espejo—. Parece que sí... Tienes buenos gustos —de pronto me beso en la frente—. Me pondré esta, entonces.

—Espero que le vaya bien en su reunión.

—Gracias —mirando su reloj—. A este paso llegaré tarde y ese viejo me matará.

Al poco rato, salió el director, aún no me acostumbraba a decir su nombre era extraño dirigirme hacia él así, él lucía tan hermoso como siempre. "Solo espero que ninguna chica lo esté coqueteando".

—Me voy, cuídate nos vemos después.

—Sí... —al principio pensé que se iría sin darme algún abrazo.

—Me olvidaba de algo —acercándose para luego darme un beso—. Ahora sí, me voy —sonriendo, yo lo detuve y lo abracé para luego darle un beso en la frente.

—Te amo.

—Y yo mucho más. 

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora