TRES PROPUESTAS

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—Cálmate Luis, solo cálmate, respira... Vuelve a repetirlo.

—La-La mercadería no llegó a su destino, mi señor.

—¡CÓMO DIABLOS QUE LA MERCANCÍA NO LLEGÓ! —me puse tan alterado que tiré todo lo que se me encontraba a mi paso—. NAM, NAM, ACASO ESE ESTÚPIDO BASTARDO NO HIZO LO QUE LE PEDÍ —me apoyé en el escritorio para calmar mi ira si es que podía.

—L-Lo que me dijeron uno de los trabajadores es que comenzaron a revisar la embarcación y pues encontraron la mercancía...

—¡SABES CUÁNTO HAY INVERTIDO ALLÍ Y AHORA UN PROBLEMA MÁS QUE LIDIAR CON LA JUSTICIA! —podía sentir su miedo—. Largo de aquí, tú no tienes la culpa... El verdadero responsable es otra persona —inmediatamente el hombre se fue, toda mi gran oficina estaba en un alboroto, pero no contento tiré los que todavía se mantenía en pie "Ya sé con quién puedo liberar mi ira como se debe", tomé el teléfono que me comunicaba con mi secretaria—. Quiero a Nam en mi oficina inmediatamente —cortando la comunicación, pensé cómo es que Nam pudo cometer semejante error, él no era ese tipo de personas lo había inculcado a la perfección. Luego, recordé sobre algo que me dijo uno de mis hombres, que lo habían visto últimamente encontrarse con ese pequeño bastardo juntos muy cariñosos "Así que esa es la razón de tu deficiencia en el trabajo, está bien Nam veremos hasta cuanto te dura el amor". Al poco rato, escuché el sonido de la puerta abriéndose.

—Buenos días, me mandó a llamar —como era habitual su mirada la mantenía abajo como un verdadero sumiso, me fui acercando hasta tenerlo frente a frente.

—LEVANTA TU CABEZA, QUIERO QUE ME MIRES DIRECTAMENTE A LOS OJOS —haciendo lo que le dije, no quería dañar su hermosa cara. Pero la furia vino a mí al recordar la pérdida de la mercancía, y sin pensarlo dos veces le di una bofetada que hizo que terminara en el suelo, tocándose parte de su rostro adolorido—. POR TU MALDITA CULPA PERDÍ LA MERCANCÍA, ¡POR TU MALDITA CULPA! —sujeté un mechón de sus cabellos, pude ver su miedo reflejado en sus ojos, no emitían ninguna palabra parecía que se le dificultaba—. ¡ACASO NO TIENES NADA QUE DECIR! —lo solté y arrinconándolo a la pared comencé a patearlo con todas mis fuerzas, mientras él emitía pequeños sonidos de dolor—. ERES UNA COMPLETA MIERDA, NAM, ERES IGUAL DE INCOMPETENTE QUE TU PADRE —lo dejé por unos segundos, observé su cuerpo sin fuerza en el suelo.

—Yo-Yo-Yo no sé lo que está pas-ando —tosiendo—. La-La merc-cancía aah estuvo abordo a punto de partir cuando la dejé — tomando nuevamente sus cabellos.

—¿En serio?, entonces cómo explicas que vinieron a revisar el contenedor a la hora que te largaste, seguramente a divertirte con tu hermanito.

—AAH... n-no entiendo lo que sucedió.

—Nada entiendes, ¡NADA!... Ahora, ahora dime cómo piensas pagarme todo el dinero que invertí en esa mercancía más los asuntos legales que tengo que resolver, si ni siquiera tienes donde caerte muerto, todo lo que tienes es mío, MÍO... Ah, tengo una idea, tu pequeño hermano —su rostro cambió completamente de expresión cuando nombré a su hermano bastardo, ese rostro asustadizo—, ya que te estás volviendo viejo, tu cuerpo ya no es como antes, creo que me vería más satisfecho si es que...

—¡NO! ESO NUNCA ¡NO, POR FAVOR, ÉL NO TIENE LA CULPA!

—Claro que no tiene la culpa —sujetándole más fuerte sus cabellos castaños—. Pero tu irresponsabilidad hace que me quede con esa opción.

—¡NO, POR FAVOR! ¡HARÉ LO QUE QUIERA, PERO NO LO TOQUE! —unas lágrimas escaparon por su rostro—. ¡AAAH, DUELE!

—ACASO NOS ESCUCHASTE ANTES, SIENTO QUE YA NO ME ESTÁS SIRVIENDO —aunque la verdad era todo lo contrario, quería aún poseerlo más y más, Nam era como la droga, tan adictivo, además que todavía podría servirme en el futuro muchos negocios exitosos era debido a él.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora