DESTINO IMPUESTO II

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Al oír la confirmación de Nam, me sorprendí bastante, cómo es que había descubierto que nuestro padre tenía una amante. Mi curiosidad me mandó a preguntarle—. ¿Y cómo se llegó a enterar de esto?

—No importa cómo lo haya descubierto Kassia. La cosa es que no solo tiene una amante —antes de continuar, nos miró de una forma entristecida. Mi madre se preocupó aún más, las cuatro paredes se tornaron en un silencio y se podía apreciar la tensión entre nosotros.

—¿Qué acabas de decir Nam? ¿Qué aún hay más cosas que no sé? —su voz se tornó débil—. N-No puedo creerlo... No de tu padre —tuvo un pequeño mareo, así que decidió sentarse nuevamente para calmarse de la noticia anterior. No me interesó verla en esa situación, quería saber más acerca de esa mujer, así que no me callé.

—Dígalo, por favor, no debe haber secretos aquí. Al fin y al cabo, lo llegaremos a saber tarde o temprano —tuve que apresurar las cosas y obligar a Nam, antes que viniera mi padre.

—Lo siento, mamá, pero mi padre tiene un hijo bastardo con aquella mujer —para tomar valor de decirle a mi madre, Nam tuvo que cerrar sus ojos y hablar. Mi madre y yo después de oír tremenda noticia, nos quedamos muy desconcertadas. La primera en dirigir la palabra fue ella.

—¡Esto no puede ser verdad! —fijó su mirada en Nam—. ¿Estás seguro de eso Nam? De que tiene un hijo.

—Sí mamá, ese hombre tiene...

De pronto, alguien sostuvo el delgado brazo de Nam y lo giró de una manera brusca para mirarlo de frente. Un hombre muy furioso parado sosteniendo el brazo y dirigiéndose su mirada en mí—. Qué mierda tienes que decir hijo de puta —lamentablemente no nos dimos cuenta de cuando ingresó, estábamos tan concentradas en lo que iba a decir Nam—. Dilo, ¡DILO MIERDA! —golpeándolo contra la pared—. ¡NO QUE MUY VALIENTE, HIJO DE PUTA! —sangre comenzó aparecer en su delgado cuerpecito.

—¡D-DETENTE BERNAD, DETENTE! —sujetándolo del brazo para que se detuviese—. ¡LO VAS A MATAR! —viendo que Nam estaba casi inconsciente, ahora tomó de punto a mi madre. Sacudiendo sus cabellos con tal intensidad.

—Ahora que ya lo sabes todo Nadia —ese era el nombre de mi madre—. Es una lástima que no cumplieras tu buen rol de esposa, por culpa tuya fui a buscar cariño en otra parte.

—No-No digas eso... No lo digas, Bernad.

—Ella es totalmente diferente a ti, tan hermosa no comparado contigo, tú luces como una anciana. Ella supo corresponder mi amor y hace todo lo que le digo de buena manera, sin juzgarme y que decir de mi adorado hijo, es mucho mejor que a estas aberraciones que tengo por hijos... Digo "hijos" porque cada vez me convenzo de que no lo son —empezado a golpearla sin darle opción a defenderse—. Si me llego a enterar de que trataste de hacerle daño, soy capaz hasta de matarte junto a tus hijos —acabando con ella con patadas.

Siendo la única que quedaba en pie, traté de escapar—. A dónde crees que vas pedazo de mierda —fue demasiado tarde, me sostuvo del cabello y golpeándome de la misma manera que lo hizo con mi madre hasta que terminara en el suelo. Lo único que logro recordar antes de cerrar mis ojos es ver como pedazos de vidrio caía de la cabeza de mi padre, Nam sostenía el pico de la botella y mi padre se enfureció aún más—. ¡Co-Corre!...

Semanas después de lo sucedido aún quedaba marcas en mi cuerpo. Sin embargo, eso no impediría que continuara con mi trabajo, preferiría mil veces estar allí que en esa casa. Al concluir mi jornada, como siempre solía hacerlo tomaba rutas largas para llegar a mi casa, tan solo deseaba que el camino nunca se hiciera tan corto.

Caminando por las solitarias calles, sumergida en mis propios pensamientos hasta que llegó algo que me hizo llamar la atención. En un callejón, que se ubicaba muy cerca de mi casa, podía oír claramente la voz de mi padre y de alguien más. Estaba en lo correcto, era él y un hombre que aparentaba tener sus cuarenta años, vistiendo de manera elegante, nunca lo había visto rodear por la casa, tampoco podía negar que tenía una aparecía atractiva.

Sus conversaciones se dirigían en negocios y otras cosas que no me interesaba "No hay nada interesante que escuchar" alejándome para ir a casa—. L-Le daré a Kassia —"¿Eh?" qué hacía yo en su conversación, por qué mi padre pronunció mi nombre. Buscando respuestas, permanecí en el lugar—. Y-Yo le daré a Kassia, pero por favor perdóneme este error —se notaba muy nervioso, nunca lo había visto así de vulnerable.

—Eres muy astuto, sabes que ella es mi debilidad... No sabes cuánto la deseo desde la primera vez que la vi —un escalofrío recorrió mi cuerpo "Debilidad"—. Lo aceptaré por ella, pero pobre de ti que me traiciones —sujetándolo del cuello de la camisa—. No tendré más opción que jugar con tu adorable familia y sabes a quién me estoy refiriendo, tu hermoso ángel e hijo... Sé que darías la vida por ellos.

—Pierda cui-dado —tragando saliva—. Estará junto a usted lo más pronto posible —con cierta dificultad podía emitir sus palabras.

—Muy bien, así me gusta —el hombre dejó a mi padre—. Bueno... He dado por finalizada esta conversación, nos veremos muy pronto para tratar sobre el futuro de mi querida esposa —eso se oyó tan asqueroso.

—Sí señor, lo estaré esperando —al ver la silueta del hombre muy cerca, tuve que correr para que no me notase.

Completamente en shock después de escuchar lo que quería hacer conmigo mi padre, entregarme como cualquier cosa sin valor a un hombre que nunca he conocido y solo para salvar el pellejo de "su aclamada familia"—. De-Debo pensar en algo —debía pensar cómo manejar este destino impuesto.

Siendo las diez de la noche, aún con la cabeza por otro lado no tenía ánimos de llegar a casa "Esa bestia sería capaz de matarme si llego pasando las once". Estando muy cerca para llegar, se escuchaban los gritos "A nadie le importamos" los vecinos nunca intervenían, lo único que servían era para chismosear "E-Estoy tan cansada".

—¡ESTÁS DEMENTE BERNAD, JAMÁS PERMITIRÉ QUE LE HAGAS ESO A KASSIA! —es un milagro que mi madre me defendiera "No puedes hacer nada" y tuve razón entre gritos y empujones, mi madre optó por aceptar la propuesta y entregarme al hombre.

Suspirando, abrí la puerta "¡Q-Qué crees que estás haciendo!" vi a un delgado cuerpo sosteniendo un cuchillo a punto de clavárselo a mi padre "No es el momento" él no podía ensuciarse las manos, todavía no. Cubriendo su boca para que no hiciera ningún ruido y alejarlo a la fuerza hasta su habitación

Una vez que llegamos, soltándolo se dirigió a mí como si fuese una fiera, al verme se asombró—. ¿Por qué tuvo esa tonta idea de realizar esa locura? no se da cuenta del peligro que pudo correr si mi padre se hubiera dado cuenta en ese momento —no le gustaba ser regañado, ni tampoco se quedó atrás en reclamarme—. Sé muy bien lo que me quiere decir, pero tampoco no puede hacer nada para impedirlo — explicándole la verdadera razón por la que debía casarme, su reacción me bastó solo para armar mi plan—. Tal vez lo mío no se pueda hacer nada, pero usted puede hacer algo por mí —puse mi mano sobre su rostro, observando sus ojos ámbar tan bonitos "¿De dónde habrá sacado este lindo color?".

—¿Y qué se supone que tengo que hacer?

—Pronto lo descubrirá, solo es cuestión de tiempo.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora