EL MISTERIO DE ELI

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La ciudad no había cambiado nada, seguía igual de pacífica como siempre, era una de las razones por la cual me gustaba estar aquí. Mi familia es adinerada, mi padre uno de los empresarios textiles más famosos de este país y mi madre, hija de un político muy respetado. Podría decirse que no me faltaba nada, pero en realidad lo que más necesitaba era amor y atención por parte de ellos, lo cual nunca me lo dieron. Por ello, siempre viví alejado de ellos, a la larga nunca les importó mi estado, solo cuando decidí cambiar mi apariencia física, fue una gran sorpresa y a la vez un profundo rechazo hacía mí, sin embargo, solo me soportaban porque era su única "hija".

Sí, soy una chica. Mi nombre es Eliana, pero decidí cambiar mi aspecto físico a un chico, solo porque no quiero que me aprecien como alguien débil. Mis amigos desde entonces me llaman Eli, pero en realidad nadie sospecha que soy una chica, a excepción de las personas de confianza que me sirven.

—Joven Eli, ya llegamos a su casa —Joe, era mi chofer de confianza, él es un buen muchacho, trabaja para mantener a su madre y hermanos que fueron abandonados por su padre desde temprana edad, quedando él como el hombre de la casa. Joe conoce que yo soy una chica, pero por respeto prefiere llamarme como un chico, y eso me gusta de él.

—Joe, el lugar sigue siendo el mismo nada ha cambiado, a excepción de mí, me siento raro.

—Bueno... —acomodándose la voz—. Todos tenemos tendencia a cambiar, es por eso por lo que nos sentimos diferentes —con una sonrisa.

—Mmm... Tienes razón, he cambiado bastante...pero sabes, me siento bien como soy— le respondí con una gran sonrisa.

—Eso me alegra, ¡oh!, bajaré su equipaje, la señora Leticia debe estar ansiosa por verlo, ha estado contando los días de su regreso.

—¡OH! Por fin, alguien quien me extraña —bajando del auto, me dirigí hacia la casa, fue tanta mi sorpresa que todos los empleados de la mansión me habían preparado una pequeña fiesta de bienvenida, fue tan bonito de su parte que no duraron en hacerme llorar.

—¡MI NIÑO! —con una gran exclamación vino Leticia, ama de llaves de la casa, y dándome un abrazo—. TE HE EXTRAÑADO, CONTABA LOS DÍAS PARA QUE VOLVIERAS ESTAR AQUÍ.

—YO TAMB-ién —llorando—. Los he extrañado un montón —ella tan adorable me limpió con un pañuelo que sacó de su bolsillo. Yo la estimaba como si fuese mi madre.

—Está bien... Usted es un muchacho fuerte no debe llorar, además, se nota que está cansado, es mejor que tome un baño y se relaje, ya le llevaremos alimentos para que cene.

—¡A sus órdenes! —ambas sonreímos.

Después de tomar una ducha, tomé un descanso, pero nunca pensé que me terminaría durmiendo hasta el día siguiente. Cuando desperté, ya eran las 6:30 y las clases empezaban 7:30, además que supuestamente era mi primer día de clases, ya que era trasladado. Me levanté muy deprisa, me cambié lo más rápido posible, comí algunos bocados de mi desayuno y salí corriendo.

—¡HEY! ¡JOE, APRESÚRATE, TENGO QUE LLEGAR TEMPRANO!

—Como usted diga, joven —arrancando el auto.

Todo iba bien hasta que algo inesperado sucedió, al parecer alguien se atravesó y casi nos ocasiona un accidente. Joe bajó para ver lo que había sucedido, en cambio yo estaba asustado, nervioso y preocupado; juntando esas tres terminé con una impaciencia y cólera. No sabía de qué estaban hablando esos dos, pero me inquietaba que no pudieran solucionar el problema y se quitara ese carro para continuar mi camino... No pude más, bajé y me uní a la conversación.

—¡POR QUÉ RAYOS NO QUITAS TU MALDITO AUTO! ¡NO VES QUE INTERRUMPES MI CAMINO! —en ese momento, estaba histérico y empecé a golpear al auto negro, que en sí era uno de los más lujosos, pero en aquella ocasión no me importó—. ¡O MUEVES TU ESTÚPIDO AUTO O EMPEZARÉ A DESTRUIRLO CON MIS PROPIAS MANOS! —en mi intento de seguir golpeando el auto, Joe me detuvo, en la parte trasera iba descendiendo una de las ventanas. Deteniéndome de todo el alboroto que estaba haciendo y comenzando mi vergüenza, quería que me tragara la tierra, huir y esconderme en mi habitación, no sabía qué hacer... Una voz amable apareció.

—Veo, que mi chofer no supo pedirte disculpas... Entonces, lo haré yo... Lo siento por este asunto, fue algo inesperado, pagaré los daños ocasionados —su sonrisa suave y cálida, cualquier mujer caería rendida a sus pies. A pesar de tener una actitud masculina, no podía ocultar el hecho de que aún soy una chica, creo que fue amor a primera vista. Aquel hombre era perfecto como una celebridad, lo que más destacaban en él era esos ojos, cuya mirada desbordaba pasión. Nunca había sentido esas sensaciones en mi ser y fue algo extraño que no podía entender. En ese momento, no podía decir nada, creo que las pocas palabras que dije eran discordantes.

—Y-Yo-o, bue-no... Este... Mmmm —mordiéndome la parte inferior de mis labios y sintiendo que mi rostro ardía—. No fue... Mmm... Bueno —las últimas palabras concordantes que dije fueron—. ¡LO SIENTO! —me incliné y fui corriendo a mi carro. Creo que fue la peor cosa que he hecho en mi vida, me comporté peor que un niño de cinco años, fue algo inmaduro de mi parte. No pasaron minutos, que Joe vino y emprendimos el viaje nuevamente, mi estado de ánimo cambió rotundamente, encima que llegaría tarde, pasé la peor vergüenza frente a un chico apuesto. Sin embargo, reaccioné y pensé: "Por qué debo sentirme así, si nunca más lo volveré a ver, además no creo que le haya importado". Volviendo a la normalidad, pero fue interrumpida por Joe indicándome que ya habíamos llegado.

Esta escuela, era una de las más famosas del lugar. Sin embargo, no me emocionaba mucho estar aquí, lo único bueno que podía esperar era encontrarme con viejos amigos que estudiaban en este lugar y hacer muchas cosas interesantes.

Estaba dirigiéndome hacia el salón donde me tocaba, alguien tocó mi hombro, pensé que era uno de mis amigos, pero...

—Tú debes ser la —mirándome algo extraño cuando giré—. Perdón, el joven Eli —era el director del colegio, un hombre respetado, ya que, gracias a su dirección, este lugar se había convertido en uno de los mejores del país.

—Sí, ese soy yo —con una voz desinteresada.

—Su padre me habló de su llegada, me indicó que la acompañara hasta su ubicación del aula.

—Bueno —no esperaba esa "atención" de parte de él.

—Entonces, déjeme acompañarlo a su aula.

Así fue como me acompañó, al fin y al cabo, algo bueno tenía que sucederme en este día. Como en todo colegio ocurre la presentación del chico nuevo, la algarabía de mis amigos y mi ubicación no fue la mejor, tuve que sentarme a lado de un tipo que me miraba como un idiota, lucia desarreglado con unos lentes grandes, tal vez si se vistiera de una mejor forma podría ser agraciado, pero en ese instante no lo era. En sí, ya me habían hablado de aquel chico, quien era un solitario y detestado por toda el aula, las razones: porque decían que se había acostado con alguien para estar aquí, pagaba a los profesores por sus altas notas, se notaba que en su apariencia era pobre y... No poseía la suficiente belleza. Pero había algo en él, que me hacía sentir que todo lo que decían no era verdad y más bien estaba sufriendo un terrible dolor, que nadie podía ser capaz de comprenderlo. Al principio, fui una de esas personas que lo juzgo, sin saber que él tenía peores problemas que los míos. 

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