CADA QUIÉN CON SU DOLOR

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Corrí lo más rápido posible, estaba fuera de sí, aún no quería aceptar lo que escuché de su propia boca.

—ELI, ELI ABRE LA PUERTA, ELI NECESITO HABLAR CONTIGO, ELI.

—¿Qué es este alboroto? —abriendo las rejas—. ¡Santo Dios! ¡HEY! muchacho sabes que al joven Eli no le gusta ser interrumpido— sin pensarlo dos veces entré sin pedir ningún permiso, la seguridad no tardó en detenerme cuando estaba adentro.

—¡ELI! —grité con todas mis fuerzas.

—¿Mateus? —él se sorprendió al verme en ese estado, empapado y llorando como un niño pequeño—. ¡SUÉLTENLO! —corriendo de inmediato a él, por su parte solo me abrazó, lo único que necesitaba era consuelo—. Conversaremos mejor en mi cuarto, además te puedes resfriar estando en esas fachas.

Una vez que estaba cambiado, no hablé por un buen rato solo miraba al vacío. Las lágrimas nuevamente se pronunciaban, Eli me recostó sobre su regazo acariciándome la cabeza, tampoco no dijo nada, él tan solo quería conversar cuando esté calmado, aunque supuse que ya sabía por qué estaba así.

—Terminamos —es lo único que pude decir.

—¿Cómo que terminaron?... ¡AH NO! ese idiota me va a oír, tenlo por seguro Mateus, ese idiota.

—No —me levanté y la miré—. No quiero agravar esta situación, él me dijo... me dijo que no me acercara más a él.

—Mateus, aaah, no debiste ilusionarte con un tipo sin sentimientos y yo también como estúpido que no pude detenerte.

—Sentí que él no quería separarse de mí.

—¡DEJA DE ENGAÑARTE MATEUS, ÉL NUNCA TE AMO!

—¡NO!

—AISH... ERES DEMASIADO TERCO... Ya deja de llorar y ven aquí —abrazándome nuevamente.

Estuve como dos días en la casa de Eli, tenía que recuperarme para dar una buena cara y despedirme también del orfanato. Eli me dijo que, si no tenía un lugar donde quedarme que era bienvenido en su casa, tan solo sonreí por cortesía, pero tampoco quería aprovecharme de su amistad.

El tiempo estaba en mi contra, necesitaba salir de inmediato y conseguir un trabajo para pagar por todos los gastos hechos en mí. Por otro lado, tenía que decir adiós al colegio.

Llegando al orfanato, las madres de inmediato me regañaron ya que, estaban muy preocupadas, aprovechando que estaba con la superiora le dije que era momento de irme, ella se quedó callada sin decir nada, le expliqué las razones de porque quería irme. Al parecer no le quedo de otra que respetar y aceptar mi pedido.

—Si es eso lo que deseas Mateus, pues eres libre —tuve que ser fuerte, con un abrazo sentí su apoyo hacia mí. No tenía muchas cosas que empacar, solo era algunas ropas viejas y unos libros que me regalaron en mi estadía.

—¿Hoy te vas? —dijo Nana acercándose y cerrando la puerta de mi habitación.

—Sí —no sé por qué veía a Nana a él.

—Este es mi número y todos los veintiocho tienes que tener el dinero listo, me llamaras y coordinaremos el lugar para entregármelo.

—Está bien... yo...

—¿Qué? ¿Tienes duda de algo?

—No... solo quería preguntar cómo está el direc...

—Él está muy bien, ¿Qué pensaste? Que iba a estar decaído por su "ruptura".

—Ya veo... Espero que esté bien de ahora en adelante como siempre lo estuvo.

—Bien, eso es todo, nos vemos pronto —cerrando la puerta, me senté un rato en la cama, no sabía cómo iba a sacar fuerzas para seguir adelante.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora