NO LO PUEDO PERMITIR

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Estando por cumplir los dieciocho, la vida en el orfanato había sido tranquila hasta el momento, me gustaba estar allí, no quería separarme de los niños ni de las madres, los consideraba como mi familia. Las madres al notar mi preocupación me hicieron recalcar que, a pesar de cumplir los dieciocho, ellas me seguirían apoyando.

En todo lo que duraba mis vacaciones me dedicaba ayudar en lo que sea necesario, estaba muy encantado de hacerlo, aunque a veces tenía las interrupciones de cierta persona: "NANA", y pensar que la soporté durante ocho años, a veces decía cosas que no lograba entender y siempre me dejaba en duda. A pesar del tiempo que compartimos, no fuimos capaz de tener una buena relación.

Era una tarde fría, propio del lugar, me encontraba en el patio del orfanato junto a los niños, vigilando que todo esté bien. Cerca de media hora después, unos autos de color negro se estacionaron cerca del lugar, bajando dos hombres que lucían como guardaespaldas, tuve un poco de temor así que hice que los niños entraran. No pasó mucho tiempo que vi descender a un hombre muy atractivo, vestido con un traje azul oscuro luciendo elegante, tenía una apariencia como si fuese un idol, hubo algo en él que percaté al instante: sus ojos ámbar eran los mismos de aquel chico que cruzamos miradas aquella vez. Se fue acercando hacia mí, era evidente que notó mi sonrojo y mis nervios. No sabía a qué se debía su llegada en este lugar, lo único que pude hacer es dar un suspiro.

—Veo, que el lugar es el adecuado —acercándose hacia mí.

—Buenos días, ¿se le ofrece algo? —con mi voz calmada, que más o menos pude controlar y así no notara mi nerviosismo.

—Busco a la directora de este lugar, necesito hablar con ella sobre un asunto muy importante —nunca había oído una voz tan sensual como la suya, cualquier chica podría caer a sus encantos.

—La di-directora... En estos momentos está un poco ocupada —el control de mis nervios fue por poco tiempo.

—Dije que quiero hablar con ella, no me importa si está ocupada, es algo de mucha urgencia, me entendiste.

—S-Sí —cuando dijo aquellas palabras, aparte de los nervios sentí miedo.

—Ahora apresurarte en decirle que estoy aquí.

Sin pensarlo, fui corriendo lo más rápido que pude. Al llegar a la oficina donde se encontraba la directora, toqué apresuradamente para que me atendiera.

—¡HEY! Muchacho que tienes, ¿por qué tocas de ese modo? —no tardó en ver mi rostro pálido y preocuparse—. ¿Algo sucedió, MATEUS?

—Di-Di-rectora... —estaba aún agotado por lo que había corrido—. Solo que hay un hombre que quiere hablar con usted... Es urgente... Por lo que me dijo.

—MATEUS, acaso no le dijiste que estoy ocupada y...

—Siento mucho interrumpirla, pero es algo muy importante que debo de conversar con usted, a solas —su mirada penetrante se fijó en mí.

—Joven, en estos momentos tengo mucho trabajo que atender, además, no sé cuál es su razón por la que quiera hablar conmigo.

—Bueno, es sobre este lugar, vengo a reclamar lo que es mío —ambos nos sorprendimos por lo que dijo el hombre.

—¿Usted está seguro de que este lugar es suyo? ¿No se habrá confundido?

—Yo jamás me equivoco, además de que tengo pruebas y se lo puedo mostrar, pero esta conversación como le dije debe de ser a solas —su voz seria hizo que me diera aún más escalofríos.

—Bien, si usted me puede comprobar todo lo que dice, entonces puede pasar adelante. Mateus, puedes retirarte y continuar con tus labores —al escuchar mi nombre, aquel hombre me miró con algo de desprecio.

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