PLACER

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Me encontraba dándome una ducha, el lugar donde estábamos hospedados el director y yo era muy lujoso, tenía dos camas, aunque me hubiera gustado que hubiera sido solo una y así poder compartir los dos juntos. "Aah reacciona Mateus, eso nunca ocurriría". Lo bueno es que ya no vería más la cara de Loren, aunque sentía que cada vez le debía más al director, él había hecho mucho más por salvarme, solo eso tenía una explicación, le debía más dinero aún. Me senté en cuclillas en la ducha mientras recorría el agua en mi cuerpo, me puse a pensar cómo debía devolver todo ese dinero, sabía que todo en la vida no era gratis, y mi cuerpo no le bastaría, suspiré profundo "Ya se me ocurrirá algo".

Al salir del baño, él se encontraba sentado en una de las camas de inmediato me miró y me ordenó que me acercara y que me quitara la bata. Esto era realmente vergonzoso, no quería que viera mi horrible cuerpo, siempre que habíamos estado los dos fue a la fuerza, pero esta vez era diferente y peor con el abrazo que me dio. Noté que su mirada recorría todo mi cuerpo y pude apreciar que tenía un bulto en sus pantalones, mientras tanto sus ojos se detuvieron en mi miembro y luego me miró, sentía que mis mejillas ardían, el director sonrió "¿Por qué usted es tan hermoso?".

—Comencemos.

—Sí, director.

—Arrodíllate frente a mí y desabrocha mis pantalones —hice lo que me pidió, estaba nervioso de lo que hacía, fui torpe en mis movimientos hasta que logré desabrochar sus pantalones, luego volví a mirarlo—. Sácalo y comienza a lamerlo —me quedé un rato pensando, ¿había escuchado bien?, era nuevo en hacer ese tipo de cosas nunca permitía que lo tocara, pero esta vez me estaba autorizando hacerlo. Hice lo que me dijo lo saqué y me di cuenta de que era realmente grande, cómo eso podía entrar en mi cuerpo, nuevamente me puse rojo, toqué su miembro y lo acerqué a mi boca comenzando a lamerlo. Las sensaciones que venían a mi mente eran muchas, realmente esto era verdad o había muerto hoy y me encontraba en el paraíso, no claro que no, esto era verdad—. Mmm-mh... Ahor-a mételo todo a tu boca sin tocar con los dientes.

Hice lo que me ordenó, con cuidado puse su miembro en mi boca y empecé con movimientos suaves y cuidadosos. Realmente se sentía bien hacer esto a pesar de ser un primerizo, sentir que el director se estremecía con cada movimiento que hacía era fascinante, no había ninguna explicación. Esta era la segunda cosa buena que me había pasado en este lugar, después de haber llegado, la primera fue haber conocido a Anya, una mujer maravillosa.

Sujetando mis cabellos con fuerza, vi su rostro sonrojado de la excitación, me quedé sorprendido al ver su reacción, poniéndome aún más erecto, quería que empezara a tocarme, quería sentir sus manos recorrer todo mi cuerpo, sé que suena pervertido, pero eran varios días que no lo habíamos hecho, aunque fuese a la fuerza, me gustaba verlo satisfacerse con mi cuerpo.

Él hizo que me pusiera de pie, aun sujetando un mechón de mis cabellos, me tiró a la cama, se acercó a mí e hizo que lo mirara frente a frente, luego se fue sacando la ropa muy lento, es como si lo hubiera hecho a propósito para provocarme. Sentía tanta curiosidad de saber que se sentía tocar ese cuerpo tan bien formado que tenía, preguntar cuánto tiempo pasaba en el gimnasio entrenando para lucir tan perfecto. Era evidente que nuevamente estaba sonrojado, así que puse mis manos en mi rostro para cubrirlo, de pronto sentí su cuerpo rozar el mío, entre las aberturas de mis dedos pude apreciar que se había colocado encima de mí y me estaba mirando fijamente, cerré nuevamente mis manos.

—Sabes que tienes prohibido hacer un movimiento sin mi autorización —despojándome mis manos de mi cara e hizo que lo mirara nuevamente, susurrándome—. A partir de aquí, ya sabes que no debes tocarme —yo solo asentí, aunque eso estaba claro desde un principio, me quedé con las ganas de tocarlo, tal vez en un futuro pueda hacerlo o tal vez no.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora