CONFUSIÓN

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—Fumando solo a esta hora en el día de tu cumpleaños, yo de ti estuviera...

—No te pedí tu opinión, además quién te invitó a mi mesa —enseguida tomé un trago.

—Mmm... Me fijé que estabas solo y dije ¿Por qué no acompañar a mi amigo? —con una sonrisa.

—Lárgate de aquí, no estoy de humor para escuchar tus tonterías.

—Bueno... —suspirando, acercándose a mí y susurrándome—. ¿Encontraste algo sobre el favor que te pedí?

—Estoy muy ocupado, así que le pedí a unos de mis hombres para que la busquen, la otra semana estará dándome algunas pruebas.

—Sabes que necesito algo de garantía para creerte que lo harás.

—¿Quieres más dinero de lo que ya tienes? Típico de un ambicioso.

—¿Cuándo me darás a tu adorable cachorro? —la pregunta me tomó por sorpresa.

—Sí que desconfías de mí — sonriendo—. Te parece bien el martes, te lo llevaré, pero eso sí no quiero saber que tus sucias manos hayan pasado por él.

Fijando su mirada en su trago—. Sí que te preocupas por tu cachorro, no te alarmes no le haré nada, no me gustan los hombres, salvo que contigo es dif... ¡HEY! Espera ni siquiera te despedirás de tu amigo, ¡NAAAM!

Llegando al departamento, sentía que todo daba vueltas, me acosté en mi cama. Estaba acostumbrado a los cumpleaños de soledad, aunque cuando estaba con mi madre siempre hacía algo especial, pero eso son solo recuerdos. Suspirando, recordé la estupidez que cometí hace algunas horas, cerraba mis ojos y se venían imágenes del rostro de Mateus.

Me levanté nuevamente de mi cama y me senté al filo de ella, era una noche lluviosa, estaba cansado de recibir llamadas de personas hipócritas que anteriormente hablaron mal de mí, apagué el celular, quería estar solo. Sin embargo, alguien interrumpió mi supuesta tranquilidad, pensé en no abrir; de todos modos, hice todo lo opuesto. Cuando abrí la puerta me di con la grata sorpresa que alguien había dejado un paquete, al parecer era un obsequio, lo levanté me senté para abrir lo que contenía. "Mmm... Un reloj, oh, aquí hay otra cosa más", cuando terminé de ver todo lo que contenía la pequeña caja, había una nota en la que decía:

"Feliz cumpleaños querido Nam, espero que la estés pasando bien"

Héctor

Solo atiné a sonreír, nunca pensé que aún se acordaría de mí, apenas algo bueno tuvo que haberme pasado.

Regresé a la oficina el martes, todo está igual a como lo dejé a excepción...

—Oooh, gerente Nam por qué no nos dijo que fue a pasar en otro lugar su cumpleaños, lo estuvimos esperando toda la noche, fue agotador sabe y a la vez molesto. Pero como lo apreciamos decidimos otorgarle esto, aunque es algo insignificante ojalá le sea de su agrado —entregándome Darla el obsequió, recibiéndolo les di unas palabras de agradecimiento. "Martes", tenía que encontrarme con él, no sé por qué me cuesta tanto, no es como si me preocupara o tuviera lástima de que se alejara de mis manos.

—O tal vez está confundido —una voz femenina que me hizo entrar en mis cuatro sentidos—. Ya hablé con Mateus para que se reúnan en este lugar y también contacté con su amigo, él dijo que llegaría lo más puntual posible.

—Por qué siempre tus apariciones me asustan, sinceramente pareces un fantasma... Gracias por hacerte cargo, últimamente he tenido muchas cosas que hacer ¿A qué hora tengo que estar allí? —era Nana como siempre vistiendo de negro.

—A las cuatro.

—Déjame ver si tengo algo para cancelar — revisé mi agenda y no tenía ningún inconveniente—. La hora está perfecto, así que nos veremos —tenía un fuerte dolor de cabeza—. Antes de que te retires. ¿Por qué dijiste que estaba confundido? ¿A qué te referías?

—Viendo su expresión de preocupación, me hizo pensar que usted está preocupado por la situación de Mateus —acercándose a mí y fijando su mirada—. Recuerde muy bien que usted está en una posición de venganza y nada de esto debe afectarle, ni el más mínimo dolor debe sentir por alguien que destruyó su vida.

Sonriendo—. ¿Y cómo estás tan segura que puedo estar preocupado por ese bastardo? Mi postura no ha cambiado, solo que he tenido varios problemas que manejar... Así que solo eso quería escuchar de tu boca. Te puedes ir.

—Como usted diga, mi señor —haciendo una breve reverencia salió.

El tiempo pasó rápido, ya faltaba media hora para que sea las cuatro. Salí de mi oficina, me despedí e indiqué a mi chofer para que me llevara al sitio pactado, creo que el recorrido solo fue de diez minutos. Él estaba allí, cabizbajo como siempre, me acerqué lentamente.

—No pensé que fueras tan puntual.

—Ah, director... Buenas tardes... Mmm, vine lo más rápido posible, Nana me dijo que usted quería hablarme de algo muy importante así que —sus ojos estaban rojos e hinchados, al parecer estuvo llorando toda la noche, lucía cansado, pero pudo darme una última sonrisa antes de sep...

—Ooh, yo pensé haber llegado temprano, pero nunca imaginé que mi querido Nam estuviera aquí de puntual acompañado de su cachorro —Mateus me miró confundido.

—Quise que esto sea rápido así que hagamos esto de una buena vez.

—Bien... —con una gran sonrisa.

Cogí a Mateus del brazo y prácticamente lo llevé jaloneando, lo empujé hacia Frank—. Aquí lo tienes como te prometí, ahora me dejarás en paz —observé a Mateus asustado y confundido.

Vi a Frank coger el rostro de Mateus—. Es realmente adorable... —sonriendo, en ese instante quise golpearlo, pero me detuve solo tenía que seguir mi camino. Sin embargo, Mateus corrió hacia mí y cogiéndome del brazo, me imploraba con lágrimas que no entendía lo que estaba pasando, pero que no lo dejara y que él se iba a portar bien... En ese momento, solo salió mi parte malvada y terminé golpeándolo hasta dejarlo casi inconsciente.

—Tú no eres quien para darme órdenes —esas fueron mis últimas palabras y la última vez que vi a Mateus.

Llegué al departamento, cogí algunas pastillas para el dolor de cabeza y las tomé, me senté en el mueble con una mirada perdida "Yo, realmente, necesito encontrar a esa mujer lo antes posible". 

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora