UNA SALIDA ESPECIAL

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Él aún seguía durmiendo, se veía tan hermoso "Es como un dios griego", cómo se sentiría tocar su piel, se apreciaba cuan delicada era, debía cuidarla demasiado. En ese momento, me entró un poco de temor de que en cualquier minuto se despertara y me sorprendiera viéndolo como un acosador. Pero era demasiado lindo, siempre me he preguntado quién sería su tipo ideal con quien pasaría el resto de su vida, a veces me hacía suponer que tenía una novia y que por la distancia se hayan dado un tiempo, aunque nunca había oído nombrar alguna mujer. En estos últimos días, se la pasaba muy ocupado y preocupado por el trabajo y que tenía que terminarlo todo de una buena vez, si no iba a estar en problema "Es mejor que me retire antes de que abra esos cautivadores ojos ámbar y sea un hombre muerto". Salí del cuarto, me dirigí hacia los muebles de la sala y sentándome, recordé aquella escena donde el director al escuchar mi historia se puso de malhumor hasta llegar al punto de llamar al doctor, no creí que mi vida de pequeño le haya causado tanta impresión.

—Mateus... —él se despertó cinco minutos después de yo haber salido de su habitación, gracias a Dios que me había apresurado.

—¿Sí, director? ¿Desea que le sirva algo de comer? —era extraño encontrarlo aquí todo el día, siempre se la pasaba en la calle. Tal vez su cuerpo ya no resistía tanta presión de su superior.

—No... Creo que no, comeremos fuera —"Dijo: ¿comeremos?"—. Más bien ponte algo, en veinte minutos salimos —asentí muy sorprendido, también fue muy raro ver al director tan calmado, acaso iba a suceder algo malo y si pasaba lo mismo que la ocasión anterior "No, no Mateus, piensa cosas positivas". Recordé que no tenía ropa para una ocasión de salida con el director, la única ropa decente que tenía se encontraba sucia, me sentía tan deprimido, estar al lado de un hombre tan elegante como él, las personas que nos vieran pensarían que soy un ladrón o mendigo.

No tardaron ni quince minutos en pasar, él se encontraba vestido de una forma que lo hacía verse como un joven tierno y encantador, atrás quedaba el sexy director que conquistaba a todos con tan solo mirarlo. Me quedé mirándolo por un buen tiempo hasta que...

—Hey... Hey

—¿Ah? Sí, director.

—No me digas que con eso vas a cubrirte del frío.

—Bueno... Sí... No tengo otro que digamos —sonreí tímidamente.

—Mmm... —sacándose el abrigo que llevaba puesto—. Toma esto, no quiero que te resfríes, iré por otro que tengo adentro —pensé por un rato, si el director se encontraba bien o tal vez tenía fiebre. Además, tenía su abrigo en mis manos, su esencia podía sentirla, era realmente deliciosa, no me la puse de inmediato, sino que quería contemplar su aroma por un rato más.

—Listo, vámonos. ¿Qué haces? ¿Aún no te lo pones?

—¿Eh? Aaah... Sí —"Cómo pude ser tan descuidado, que vergüenza".

—Como primera parada, creo que iremos a comprar ropa, necesito comprar algo y luego iremos a comer algo suave, en la noche tengo una cena, debemos apresurarnos.

Así fue, primero entramos en las mejores tiendas del lugar, había ropa muy bonita, pero cuando veía el precio me desanimaba, creí que ni vendiendo mis órganos pudiera darme el lujo de vestirme como el director.

—Puedes escoger alguna camiseta o pantalón que te guste, yo estaré en la parte de la derecha en caso de que ya hayas terminado de buscar me puedas ubicar —yo solo asentí, él por su parte se retiró, al parecer se fue a la sección de ropa femenina, tal vez le llevaría un regalo a la chica que le gusta. Suspiré, y me dirigí a ver las camisetas, todas eran muy bonitas, pero me daba vergüenza pedir una demasiada cara, fui comparando todos los precios y elegí unas tres que para mi criterio eran las más cómodas. Luego, me probé tres pantalones y una vez que terminé me dirigí hacia el director, que aún seguía en la sección de ropa femenina, acompañado de una mujer, al parecer trabajaba en la tienda, ella lo miraba como si estuviera acechando a una presa, noté que lo estaba coqueteando muy descaradamente. No pude soportar mis celos, así que me apresuré en acercarme hacia él, pero lo peor es que todos los que estaban en la tienda lo miraban también como si fuese una celebridad, me iba a volver loco, no quería que nadie más lo mirara, solo podía hacerlo yo, solo yo o eso creía... Me sentí más deprimido cuando llegué a su lado.

—Creo que esto le quedaría bien —acercando un vestido negro hacia mí, me quedé helado cuando puso el vestido y me miraba con seriedad—. O tal vez este... No, no... Gira hacia al espejo —acercándose a mi oído y susurrándome—. Podrías decirme ¿cuál te parece mejor? —sus palabras hicieron que me pusiera rojo como un tomate.

—Cre-Creo que este está bien —eligiendo el primero.

—Sí, yo también pensé lo mismo. Llevaré este... Ah —tomando la ropa que había elegido—. Esto también —la señorita le dio una sonrisa coqueta y se retiró—. Qué molesta... Bien, luego iremos a una zapatería, necesito algunos tacones para ese vestido y tú me ayudarás a elegirlos, tienes la estatura y cuerpo de una chica —recordé que, si hubiera comido más de lo normal en el orfanato, no hubiera oído ese tipo de palabras.

Después de haber realizado el pago, la chica que atendió al director primero le dio en una pequeña tarjetita, la cual él la recibió con una gran sonrisa. Sin embargo, más allá se deshizo de ella, me sentí mal por la chica, pero a la vez feliz por la acción del director.

Entramos a una tienda de calzado, donde parecían estar las mejores marcas de zapatos, seguí al director y nos detuvimos donde se encontraban los tacones para mujer—. Creo que esto quedaría perfecto... ¿Qué talla eres? —en serio iba a pedir mi talla, no creería que su novia tuviera mí mismo tamaño de pies—. Me das esta talla por favor, gracias —el director me dijo que me fuera quitando los zapatos, y así fue, seguí sus órdenes, me probé los zapatos que quería, a decir verdad tenían un hermoso modelo, que me terminaron gustando aún más—. Me llevaré este par —dijo de inmediato él sin pensarlo dos veces.

Luego de la compra fuimos a comer a un restaurante, donde la comida era realmente deliciosa y me sentía aún más cómodo, porque llegaba gente de todo tipo. Este fue el mejor día que pasé con el director, aunque su comportamiento estuvo raro, pero realmente disfruté mucho de su compañía. Desearía mucho que esto pasara más seguido.

—¿Terminaste?

—Sí...

—Me esperas en la salida, iré a pagar — sentí e hice lo que me pidió. El día sí que estaba friolento, si no fuera por el abrigo del director, hubiera terminado con una gripa muy fuerte, no tardó mucho en estar a mi lado—. Vamos... —caminamos como tres cuadras hasta que llegamos a un salón de belleza muy grande, el lugar se encontraba vacío, me hizo pensar que iba a cambiarse de look. De pronto, una señora que no pasaba de los cuarenta se acercó a nosotros.

—Nam... Querido a los tiempos —viéndome enseguida—. Oh, ya entiendo por qué reservaste este lugar para ti solo.

—Ha pasado tiempo —hizo una breve sonrisa y puso sus ojos sobre mí—. Te lo dejo en tus manos, compré lo que me pediste... más o menos a qué hora terminarías.

—Veo que tiene rasgos femeninos, así que no creo que tarde más de tres horas.

—Está bien, vendré dentro de tres horas —puso su mirada en mí—. Espero que colabores y no seas un problema.

"¿EH?"

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora