ALCOHOL: EL MEJOR COMPAÑERO

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—Este disculpe, joven... ¿Tiene una cita con el gerente?, me puede brindar sus datos para confirmar. Oiga, joven no me entendió.

—¿Por qué debería reportarme a mí mismo? —mirándola frente a frente.

—Aaah, Nam, eres tú —mirándome de arriba abajo, sorprendiéndose por la forma como vestía, nunca antes me había visto de esta forma; es decir, en jean, con una chaqueta con capucha negra y unas zapatillas—. Pu-Pues con esa forma de vestir, así lo podría confundir con un adolescente

—No es para tanto —junto conmigo había traído una caja pequeña para colocar algunas cosas que no necesitaba en la oficina y sería mejor tenerlas en mi departamento, como por ejemplo los retratos.

—¿Y por qué viste de esa manera? Si llega a los oídos del presidente, no le agradará para nada —cruzando los brazos y esperando una respuesta de mi parte.

—¿Acaso no te acuerdas? —mirándola fijamente, mientras colocaba algunas cosas en la caja.

—¿Hmmm? —ahora que lo pienso Darla no es muy buena en recordar las cosas. Por ello, siempre tiene que apuntar todo lo que le digan.

—Mañana me caso —suspirando—. Así que el presidente me dio el día libre para no estar tan estresado.

—¡CIERTO! —dándome la razón, para luego poner una cara triste—. Ya no será el gerente soltero más codiciado de la empresa o de todas las sedes.

—No sabía que era popular en las otras sedes —colocando la última cosa en la caja que ya estaba llena.

—Además, todas sabemos que no luce como un novio feliz... Sabiendo que dejará sus antiguas mañas.

—¡QUÉ HABLAS! —abriendo más mis ojos de la sorpresa.

—Aaah, no se haga el indignado, usted bien sabe lo mujeriego que es —mirándome de reojo.

—Mejor me voy, sino terminaré despidiéndote —colocándome de nuevo la capucha y los lentes, tomando la caja conmigo.

—Bueno —me dio un abrazo y un beso en la mejilla—. Nos veremos mañana en su boda— yo la miré raro.

—Espera, ¿estás invitada? —ella me pegó fuerte en el brazo, que sentí un pequeño dolor, luego nos reímos un rato.

Saliendo muy rápido, para no llamar la atención de los demás. Sin embargo, escuchaba los rumores de la boda, todo era tan malditamente estresante.

Subiendo al carro, le pedí a Mark que me llevara al departamento para descansar un rato, ya que últimamente no he podido dormir muy bien, además en la tarde debía ir al orfanato "Aaah, casi lo olvido". Mark, compra obsequios para los niños, no quiero llegar con las manos vacías.

—Está bien, mi señor. Olvidé decirle sobre sus trajes que usará en la boda, los llevarán mañana a su puerta temprano.

—Bien —haciendo un gran bostezo—. ¿Algo más? —mirando hacia la ventana.

—Mmm, es sobre el último ensayo que tiene que dar con la señorita Jana a las cinco.

—No puedo, ya le dije a Jana que memoricé todo eso y que no es necesario. Este día por lo menos, quiero estar tranquilo —Mark solo asintió y un largo silencio se apoderó entre nosotros dos, ya me estaba quedando dormido cuando oí la voz de Mark diciéndome que habíamos llegado. Notando que llevaba la cajita y lo cansado que estaba, se ofreció ayudarme.

—Gracias, colócala en mi habitación —arrojándome en el largo sofá y mirando hacía el techo.

—Con su permiso me retiro, vendré en la tarde para recogerlo —solo asentí y volteando mi cuerpo, escuché que la puerta se había cerrado. Quedando completamente solo, me dio unas ganas terribles de beber, no lo haría porque debía dar una buena impresión en la tarde.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora