CONVERSACIÓN

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—¿Y tú por qué estás llorando? —secándome las lágrimas, ni siquiera podía darle la cara a Nana, sentía que me iba a quebrar cada vez más—. Me enteré por parte del doctor que donaste sangre —yo solo hice un movimiento de cabeza afirmándole que era verdad, ella por su parte dando un largo suspiro—. Sabías muy bien cómo respondería al enterarse de esto y lo que te esperará cuando salga de esta clínica.

—Lo sé muy bien Nana, no soy ningún tonto, además, si no le donaba la sangre él iba a sufrir más complicaciones en su estado y yo no quería eso, no quería que sufriera por mi culpa.

—El director ha sufrido mucho desde que era pequeño, y fue creando un pensamiento de protegerse a sí mismo, sin causar lástima de los demás. Él jamás estaría contento de haber recibido ayuda por otros, a excepción del hombre que le dio una oportunidad en su vida de convertirse en la persona que es ahora: "Su Jefe".

—No pensé... Que el director también haya tenido una vida de sufrimiento y ¿sus padres nunca se ocuparon de él?

—Su madre una alcohólica y su padre un violento quien trabajaba en negocios sucios, y además engañaba a su madre con otra mujer —su mirada de Nana se entornó muy severa cuando hablaba de los padres del director, tuve una sensación odio que se dirigía hacia mí—. Al fin y al cabo, ellos murieron y lo dejaron en completa orfandad, las familias de ambos padres jamás se responsabilizaron de él.

—¿Y tú cómo sabes todo eso? —la curiosidad me mataba, Nana era una persona extraña, no sabíamos nada de ella y mucho menos como el director y ella se conocen.

—Soy su persona de confianza, y si sé esas cosas es porque la mayoría del personal de confianza sabe acerca de ello, son cerca de tres personas —no sabía a qué le llamaba "mayoría" si tan solo son tres personas.

Aún no me quedó del todo claro su respuesta, como una simple ayudante puede saber sobre todo eso. Además, el director era una persona muy reservada y aparentaba no dar mucha confianza a sus subordinados. Solo me quedé en silencio, sabía que ya no podía hacer más preguntas, si no me iba a meter en más problemas de lo que ya estaba. Nana se paró del asiento donde estábamos los dos y me dijo que tenía que ir con ella al departamento del director a darme un baño y descansar.

Cuando llegamos a casa, sentí un escalofrío recorrer por todo mi cuerpo, de tan solo recordar que aquí estuvo Loren y aquel hombre, y se armó todo un alboroto, me quise caer por un mareo repentino que apareció, pero felizmente Nana me sostuvo. Le pedí que no se fuera y que me acompañara, ella me respondió que tenía asuntos que atender y que su trabajo no era ser mi niñera.

—Bien, me tengo que ir... Espero que descanses —cerrando la puerta.

Me fui al baño de mi dormitorio, las manchas de sangre ya no estaban de aquel hombre, pero seguía sintiendo terror. Me di una ducha rápida y cambiándome a la velocidad de la luz salí del cuarto y me senté en los muebles de la sala con las piernas hacia arriba, no quería permanecer en ese cuarto, tenía mucho miedo. Pasaron unos minutos, y el intercomunicador sonó, me levanté despavorida del asiento, y si eran los hombres que nos perseguían, venía por represalias por aquel hombre, nuevamente sonó no quería hacer caso... Los nervios me consumían. Presionando la tecla con miedo, para saber quién estaba tras esa puerta... Las lágrimas derramando por mis mejillas al oír su voz, dejé el intercomunicador prendido y de inmediato fui abrir la puerta.

—Pensé que fue una ilusión mía que llegaras con una mujer de negro, pero no.

—Señora A-Anya... —no lo dude ni un segundo y me alojé en sus brazos, ni siquiera la saludé adecuadamente, tan solo lloré hasta el cansancio, ella solo me acariciaba con sus suaves manos.

Alojándome en su regazo, ella aún continuaba acariciándome mi cabeza en silencio, solté las primeras palabras—. Fue bueno que viniera aquí, si no me hubiera vuelto paranoico —sonreí.

—Oh, en serio. Entonces, soy tu hada madrina que vino a salvarte —ambos sonreímos—. Y bien muchacho, veo que tu adorado y bello director no está y sus hombres tampoco, ¿acaso te abandonó? —un largo silencio se apoderó de mí—. ¿Le pasó algo?... Viendo tu expresión de tristeza, si no me quieres contar no te esfuerces, pero sabes que puedes contar conmigo.

—Le dispararon, en este momento se encuentra en el hospital recuperándose —la señora Anya se sorprendió mucho.

—Oh, lo siento mucho por él, pero qué bueno que ya se esté recuperando... Entonces, si se está recuperando, por qué tienes esa cara de que hubieras asistido a un funeral.

—Me siento culpable por lo que le paso —además de eso no podía decirle que también había incumplido una de las cláusulas del contrato, la señora Anya era capaz... Ah, no quería ni imaginarlo.

—¿Por qué dices que es tu culpa? —levantándome de su regazo.

—Porque a quien iban a disparar era a mí y pues terminaron disparándole al director.

—Pero quién querría disparar a un muchacho tan adorable como tú o ¿antes has tenido malas compañías? —negando con mi cabeza.

—No lo sé muy bien, estábamos de regreso y unos autos nos persiguieron de la nada, logramos despistarlos, pero luego comenzaron los disparos, las personas del lugar donde ocurrió el suceso comenzaron a alborotarse y pues perdí el rastro del director, cuando de pronto un hombre vino hacia mí a dispararme el director me empujó hacia un lado, y luego de eso no recuerdo nada porque me di un golpe muy fuerte, lo cual provocó que me desmayara.

—Eso fue un susto tremendo, gracias al cielo que no te ocurrió nada grave, pero dices que el director te "salvó" la vida... Eso me hace pensar que te considera como una persona valiosa, porque al ser una persona malvada te hubiera usado como escudo para protegerse de sus perseguidores —lo que dijo la señora Anya me hizo reflexionar, en una parte tenía razón, pero la otra parte me decía que no debía ilusionarme, aparte no me hubiera querido muerto, si le debo un montón de dinero, recostándome en el respaldar del mueble y mirando al techo—. ¿Dije algo malo? —negué con la cabeza—. Bueno, qué te parece si vamos a mi casa y te doy algo que preparé delicioso, sé que te encantará.

—Me encantaría, pero tengo que quedarme hasta que regrese el director, no puedo salir a ningún lugar sin su autorización. "Moriría si lo intento"

Sujetándome del brazo y jalándome me llevó hacia la salida—. Ponte tus zapatos, no escucharé tus súplicas, y si ese director tuyo te hace alguna barbaridad se las verá conmigo, tú no eres objeto de nadie, entendiste —ver a una mujer molesta sí que daba miedo, no pronuncié ninguna palabra y salimos del departamento para dirigirnos al suyo.

"Aaah... Dios sálvame de esta".

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora