NO MUERA

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Después de estar por un largo rato en el baño, se acostó en la otra cama. No sabía que estaba sucediendo con el director, se veía tan deprimido como si algo lo estuviera atormentado, si tan solo me permitiera conversar libremente con él. Suspiré profundamente, traté de cerrar mis ojos para conciliar el sueño, pero era imposible, había estado durmiendo prácticamente toda la tarde. Lo único que podía aliviarme era mirar el perfil del director recostado en la cama con sus lindos ojos abiertos mirando al vacío, unas lágrimas descendieron de su triste rostro, sorprendiéndome en el acto, jamás había visto al director en una situación así. Mi corazón comenzó a doler como si compartiéramos los mismos sentimientos, él secándose las lágrimas con su mano, fijó su mirada vacía en mí, "Mateus cavaste tu propia tumba" me quedé paralizado hasta esperar mi castigo. Sin embargo, el director no hizo ningún movimiento, ambos nos miramos fijamente por un largo rato hasta que...

—No digas ninguna palabra de lo que viste —yo solo asentí, mientras que él giró su cuerpo hacia el otro lado—. Buenas noches.

—Buenas noches... Director.

Cuando desperté, encontré al director ya cambiando como siempre tan elegante en su forma de vestir—. Al fin despertaste, ve rápido a lavarte, tenemos que salir —hice lo que me pidió, fui bastante rápido ante su pedido, ya que el director era un poco impaciente en lo que respecta a dejarlo esperar. Ambos salimos al rato sin desayunar, el auto nos esperaba, un hombre alto le abrió la puerta, primero entré yo y luego él. Aquel hombre le preguntó, creo que se llamaba Mark, a dónde quería que lo llevará, el director respondió a su departamento. Me sentí desilusionado, quería recorrer este lugar, no quería estar encerrado y mucho menos en esa casa, habían pasado tantas cosas, de tan solo recordarlo se me escarapelaba la piel.

—Mi señor, me he percatado que desde hace algunos minutos nos han estado persiguiendo dos autos de color plata.

—Mmm... Sí me he dado cuenta, estaban estacionados cuando me acerqué a ti.

—¿Lo conoce? ¿Qué debería hacer?

—Acelera y ve por otro rumbo.

No entendía lo que estaba pasando, carros de color gris nos estaban persiguiendo, mientras que el carro aumentó su velocidad, miré al director quien al parecer estaba tranquilo, sacó un arma de su lado derecho, él no me mirada, más bien observó hacia atrás a los carros que nos estaba siguiendo. De pronto, un mal movimiento por parte del chofer hizo que mi cuerpo cayera encima del director, él me miró sorprendido, yo solo me alejé de inmediato de su cuerpo. Al parecer, los carros nos habían perdido el rastro, nos estacionamos en una cafetería—. Ven, vamos a tomar algo caliente —los dos nos bajamos del auto, él se notaba tranquilo, pero había algo que no estaba bien "¿Por qué lo estarían persiguiendo? Y si es por lo que sucedió con Loren" me detuve por un instante, él se dio cuenta—. ¿Te pasa algo? —no dije nada, mis piernas comenzaron a temblar y si por mi culpa le sucede algo al director, jamás me lo perdonaría.

Disparos al aire comenzaron a sonar, el director volteó para ver de quienes provenían los disparos, la gente comenzó a correr por el temor de ser heridos, yo no podía moverme, mis piernas no reaccionaban, el director me decía algunas palabras que no entendía, los gritos de la gente no me dejaban escucharlo. Sacando su arma y llevándome a un lugar seguro, supongo que era para protegerme de la balacera. Sin embargo, la multitud de las personas que iban de un lugar a otro nos separó, no lograba verlo por ningún lado, y en vano eran mis gritos, él jamás los oiría. No sé cómo llegué a una calle solitaria, pero los disparos se escuchaban aún más cerca, lo único que alcancé a decir...

—¡DIRECTOR, ¿DÓNDE ESTÁ?! ¡POR EL AMOR DE DIOS!

—Listo para morir pequeña rata.

Cuando giré para ver quién era que me decía esas feas palabras, el tipo disparó sin ningún remordimiento hacia mí, mis piernas nuevamente no respondían, mis sentidos desaparecieron "¡Voy a morir así!" con mis ojos bien abiertos esperé mi final, hasta que alguien me empujó fuerte hacia un lado, que cuando caí me golpeé mi cabeza con la pared dejándome inconsciente por unos minutos. Cuando desperté estaba en el mismo sitio donde había caído anteriormente, me levanté con dificultad y logré observar a la persona que me había disparado muerta y otra que estaba en el lado que yo estaba anteriormente en el suelo con un charco de sangre. Decidí acercarme con cuidado para saber quién era esa persona que me había protegido.

Lo vi, en el suelo, ensangrentado—. Di-Director, director... —lo puse entre mis piernas, tenía roces de balas en el cuerpo y una bala en el brazo derecho, traté de pedir ayuda, gritando por una ambulancia, pero nadie daba señal. Su rostro estaba cada vez más pálido, él hacía el esfuerzo de hablarme, pero yo se lo impedía, mis ojos rápidamente se humedecieron, no me iba a perdonarme nunca si él moría y mucho menos por mi culpa "Ay, Dios, ayúdame, no dejes que el director muera"—. Por favor, no haga ningún esfuerzo, pronto vendrá alguien ayudarnos, no se desespere... ¡AYUDA POR FAVOR!

—Du-Duele m-mucho...

—No-No hable más, se lo pido —puse mis manos en su rostro para calmarlo, aunque estaba prohibido, pero no era el momento para acatar ese contrato. Su piel se puso fría, esto me estaba preocupando más, a la vez que la sangre seguía continuaba saliendo—. ¡ALGUIEN AYÚDENME, POR FAVOR! —sus ojos se cerraron.

—¡MI SEÑOR!... ¡DIOS SANTO! Tenemos que llevarlo de prisa a un centro médico, todavía tiene pulso —levantó su cuerpo del director con cuidado, yo estaba completamente en shock—. HEY... MUCHACHO... SÍGUEME... SOLO TE DIRÉ UN COSA... ESTE HOMBRE NO MORIRÁ POR UNAS SIMPLES BALAS —no sabía si sus palabras me tranquilizaban.

Ambos nos dirigimos al hospital, que felizmente estaba cerca, las enfermeras en instantes lo atendieron. Al cabo de una media hora, un doctor se acercó a nosotros y nos dijo que el director estaba estable, pero como había perdido sangre se encontraba débil, para ello necesitaría donantes, ya que el tipo de sangre que tenía era muy escaso. Sin pensarlo dos veces, me ofrecí como donante, ambos teníamos el mismo tipo de sangre y creo que estaría bien. El doctor dijo que tenía que hacerme algunos estudios antes, yo acepté sin vacilar. Antes de dirigirme con el director, Mark me sostuvo del hombro y me susurró—. Sabes que eres hombre muerto.

—Sí lo sé, señor —no le hice caso y me dirigí hacia donde me indicó el doctor.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora