EL REGALO INESPERADO

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Era aún las ocho de la noche, más una hora de viaje hacia el lugar donde pasaríamos un momento "agradable", todavía tenía tiempo de darle su regalo, justo se lo daría antes de la medianoche.

—Te puedes apresurar, el boleto de viaje es para las nueve y media —le exigí a Mateus para que se apresurara.

Él lucía muy nervioso, al parecer era la primera vez que estaba en un aeropuerto. Ambos nos apresuramos para ir a la revisión de nuestras pertenecías, aunque observándolo Mateus no llevaba casi nada solo una mochila vieja.

Ya eran las nueve y media... Estábamos en el avión él ocupaba el asiento de la ventana... Se notaba aún más nervioso. Durante el viaje, Mateus se acercó a mi hombro, se había quedado dormido diez minutos después de haber partido, yo lo aparté bruscamente de mi lado, odiaba que estuviera tan cerca de mí, de solo obsérvalo me daba ganas de estrangularlo, pero eso no era el caso, era matarlo lentamente. Al hacer mi movimiento brusco él se despertó, nos miramos, yo me acerqué y le susurré.

—¿Qué es lo que te advertí de acercarte a mí? —Mateus trató de pedir disculpas, pero lo detuve antes que dijera una palabra—.  ¡Cállate! Por ahora no quiero oír tu voz.

Llegamos cerca de las diez y media, un carro de mi jefe estaba esperándome y algunos hombres que me resguardaban de algún percance. Mateus parecía un niño pequeño que observaba maravillado el lugar donde habíamos llegado. Sin embargo, a los pocos minutos acabó su ilusión, ya que lo tomé del brazo bruscamente y lo conduje al auto.

Mi jefe me había encomendado una misión y algunos papeleos que tenía que realizar en mi estadía, el tiempo que debía estar era por un par de meses, lo cual me otorgó uno de sus departamentos para hospedarme. Durante ese tiempo, trataría de aplicar mi venganza con Mateus, imponiéndole algunas cosas. Con un fuerte suspiro tomé nuevamente a Mateus sin compañía de nadie nos dirigimos hacia el departamento. Ya eran las once, suspiré y lo enfrenté.

—Ya que hoy es tu cumpleaños —mirando mi reloj—, y faltando una hora para que acabe, no quiero darte tu regalo después, así que aprovechemos este momento —al parecer notó mi cambio repentino de expresión... Él se fue alejando lentamente de mí, hasta topar con una pared, lo tomé del brazo y nos dirigimos a un cuarto donde sería ocupado por Mateus, era pequeño y contaba con una ventana, lo tiré hacia la cama, cerrando de golpe la puerta y abriendo las ventanas, sintiendo el aire frío correr por mi cuerpo. Sus ojos azules me observaban con terror como si supiera lo que iba a hacer, de pronto lo cerró bruscamente cuando me acerqué a él, sentía su cuerpo temblar.

—Supongo que ya sabrás cuál es tu regalo o tal vez yo lo llamaría castigo —cogí su rostro y le exigí que me mirara, sonriendo empecé besando su cuello, tocando su cuerpo que aún estaba cubierto, Mateus se estremecía con cada caricia que le daba.

Pronto las caricias se convirtieron en golpes, de tan solo ver su cara de sufrimiento me daba rabia, recordaba todo lo que me había sucedido, mis ganas de querer golpearlo cada vez eran más intensas, mientras él trataba de huir, yo no se lo permitía, lo tomé de su cabellera y lo tiré a la cama. Me empecé a sacar los pantalones igualmente hice con él, mi piel estaba muy caliente a comparación de la piel pálida y fría de Mateus, abrí sus piernas, vi su gloriosa entrada, fue una extraña combinación entre ira y excitación al ver su cuerpo, él trataba de alejarme, pero no se lo permití ni siquiera tocarme, sus lágrimas caían en gran cantidad haciendo que me excitara aún más. No tuve en cuenta de prepararlo, ya que era su "regalo" de cumpleaños. Fui sonriendo cuando vi mi pene entrando en el agujero de Mateus con dificultad, mientras él hacía sonidos ahogados de dolor, la fiesta comenzó cuando lo embestí, no esperé ser delicado con él.

—¿Qué tal tu regalo? ¿Hermoso? —mientras le susurraba.

—Nooo... Yo no hi-ce na-da... Duele mucho.

—¡CÁLLATE! —dándole una bofetada—. ¡QUÉ ES LO QUE TE DIJE ACERCA DE TOCARME!

—Due-le dir-ector... Aaaah —tocando su parte íntima y viendo su excitación.

—Pero veo que aquí abajo no siente lo mismo que tú, apretándolo aún más.

Noté que sus ojos, poco a poco se iban cayendo, sus gritos comenzaron a disminuir, su mirada que esquivaba la mía. También sentí que un líquido bajaba y no era precisamente mi semen sino...

—¡Sangre! —al momento que vi eso, me retiré de él de inmediato. Mateus ya se encontraba inconsciente... Asustado me alejé de él hacia un rincón de la habitación y comencé a apreciar la escena que yo mismo había hecho, no sabía si sentirme feliz o culpable, lo único que hice fue cerrar mis ojos y calmarme, tenía que hacer algo.

Pasada media hora del acto, siendo la medianoche, me levanté más tranquilo, pero todavía tenía la sensación de preocupación. Fui al baño y encontré algodón y alcohol en el botiquín, empecé a limpiar la sangre... Después de asegurarme de haber retirado toda la sangre, me di cuenta de que no había cometido ningún error, era lo que se había ganado Mateus por ser hijo bastardo de mi padre.

Me aparté de él y me dirigí a mi cuarto, tomé un baño y me acosté en mi cama, pero fue en vano no pude dormir, mientras veía un pequeño paquete envuelto frente a mí... Era el regalo de Mateus, algo que había comprado para él, pero me di cuenta de que no debía dárselo o sería ir contra mis principios de venganza, pero tampoco podía desecharlo. Me levanté rápidamente y agarré el regalo, lo puse en un lugar donde sabía que no recordaría su ubicación. Me acosté nuevamente y pensé en una nueva idea de hacer sufrir a Mateus en nuestra permanencia en este lugar, sabía que él estaba enamorado de mí, lo sentía... Así que esa era la mejor manera de atacar sus sentimientos... Tocando su corazón "Es hora de que sufras aún más".       

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