"¿Quién diablos llama a esta hora?" tomando mi celular y fijando quién era la persona que llamaba, me di cuenta de que había más de cincuenta llamadas perdidas y era de una sola persona—. César, ¿Qué querrá?, ese bastardo llamando a estas horas tan temprano —tiré el celular a un lado y me tapé nuevamente para seguir durmiendo. Sin embargo, reaccioné—. ¡MIERDA! Los papeles —levantándome de inmediato—. Auch, me duele la espalda —las golpizas de anoche no pasaban—. ¡AAh mierda! ¿Qué horas es? —eran las ocho—. Todavía hay tiempo, la reunión es a las once. —me alisté lo más rápido que pude y tomando mi ordenador—. Bien, que tenemos por aquí —el celular no tardó en seguir sonando.
——————————————————————————————————————————————
Llegué a la oficina del "gran señor Nam", al verme sus trabajadores se pusieron nerviosos, parece que sí se notaba mi rostro de ira, poniéndome en el centro del pasillo—. ¿Nam se encuentra en su oficina? —pregunté a cualquiera; Darla, quién era su secretaria, se acercó tímidamente y aclarándose la garganta.
—El gerente todavía no llega —haciendo una pausa—. Él nunca sabe llegar tarde, tal vez le pasó algo en el camino.
—¿Tú estás segura de eso? —mirando con rostro de incredulidad y sosteniendo su brazo toscamente—. Tienes diez minutos para contactar a ese imbécil o si no me las cobraré con tu trabajo —temerosamente asintió y una vez que la solté se dirigió a su escritorio a llamarlo—. Voy a esperarlo en su oficina —todos asintieron.
No sé si era idea mía, pero su aroma se sentía en cada rincón de este lugar, ese aroma que me volvía loco en cada noche que pensaba en él. Recorriendo todo el lugar, el ambiente decorado lucía como a él le gustaba, una tonalidad sobria, y elegante. Sentándome en el asiento donde solía estar, me fijé que había varios retratos de él, uno de ellos era de su graduación en la universidad, aún lo recordaba luciendo tan lamentable; la otra era con su equipo de trabajo se le notaba un poco la sonrisa; la siguiente era con el bastardo de Héctor creo que era la primera y última foto que se habían sacado juntos y el último retrato era con su madre y hermana, viéndolo más detenidamente desde pequeño ya se le notaba lo salvaje, aunque un salvaje inocente "Si tú hubieses sido una mujer, me hubiera gustado tener una niña muy parecida a ti" sonriendo como tonto enamorado, me di cuenta de las bobadas que hablaba, era algo ilógico pensar en eso. Si Nam hubiese sido mujer, es obvio que mi padre lo hubiera preferido mil veces a él que a Kassia, pesándolo mejor hubiera sufrido más hasta ya hubiese tenido hermanos menores, suspirando deshice las ideas tontas de mi cabeza.
Nuevamente con mi curiosidad y aburrimiento, empecé abriendo los cajones de su escritorio. En su mayoría ocupaban papeles de la empresa hasta que abrí el cajón intermedio, encontrando un fólder con una portada que decía "CONTRATO" pensando que era de la empresa lo iba a guardar hasta que vi como descendía una fotografía. Agachándome para recogerla, me di con la sorpresa al ver a un Nam totalmente diferente con la misma sonrisa angelical que se mostraba en la foto de su niñez teniendo abrazado a su lado al chico de ojos azules también sonriendo. "Al parecer eran una pareja perfecta, lástima que no tengan un final feliz" iba a romper la fotografía, pero me distraje al escuchar la voz de Nam que murmuraba con Darla.
——————————————————————————————————————————————————————
Cojeando llegué a mi oficina, enseguida iba a entrar, pero Darla me sostuvo del brazo y llevándome a su escritorio, ella vio mi expresión adolorida y se disculpó de inmediato—. Lo siento tanto —ella se oía nerviosa y si ella estaba nerviosa, entonces había pasado dos cosas: que el viejo estaba esperándome o su hijo querido, César estaba destruyendo todo lo que encontraba a su paso.
ESTÁS LEYENDO
El Contrato
Teen FictionEl contrato cuenta la historia de un joven alimentado por el deseo de venganza, hará todo lo posible para tratar de acabar con su medio hermano. Utilizará los medios que crea convenientes para tenerlo a sus pies, sin darse cuenta de que poco a poco...